Ocho.

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Querida Lily,

                         cómo explicar todo. Es complicado liberar esos acontecimientos que marcaron mi vida y la de toda mi familia, pero en especial la mía. Sin embargo, en ese momento no tenía ni la más mínima idea que todo iba a pasar cómo pasó. Fue extremadamente rápido, Lily.

Al día siguiente de la fiesta recordaba lo que había pasado en esos escasos minutos con Ben que lo único que quería era volver a verlo. Lo quería tanto. Quería que siempre estuviéramos juntos, aunque eso fuera imposible. Sueno como una loca, pero sé perfectamente que así pensabas cuando conociste a Hector. Y lo bueno era que me correspondía. Había notado mi presencia cuando nadie lo había hecho, mucho antes de que yo me diera cuenta.

Lo busqué por la casa por si estaba haciendo algún trabajo para mi padre y no estaba, supuse que estaría trabajando fuera. Para mi suerte lo vi llegar, a punto de anochecer, con una correspondencia para mi padre y antes de que se fuera lo detuve, y sigilosamente lo llevé a mi habitación. Fue un acto de pura adrenalina que recorría mi cuerpo. Antes de conocerlo nunca en mi vida hubiera hecho eso.

Ben se quedó completamente desconcertado con lo que acababa de hacer. Su personalidad era como la mía, sin embargo, yo sufría de adrenalina mientras que en él la timidez lo dominaba aun más que antes. Dándole la espalda le pregunté, ¿por qué yo? tengo cara de duente. Esperando su respuesta de repente me sentí tan cohibida con Ben orbitando cerca de mí, parado cerca de la puerta a varios metros de donde estaba y cuando pensaba que iba dejar el paisaje en silencio dijo: porque vi un ángel tras esa ventana, justo cuando sentí que todo lo que hacía era en vano, de repente usted me iluminó, srta. Gainsbourg (él nunca dejó de llamarme srta. Gainsbourg). Hace semanas que me veía tras la ventana mirando a los transeúntes, sin embargo yo nunca me percaté de su mirada. Cuando conversamos ese día supe que él sin conocerme realmente, tenía el total conocimiento de mis sentimientos. De mi soledad, mi melancolía, de la ignorancia y resignación.

Rodeados de esas cuatro paredes y en la intimidad de la lluvia sinfónica supo que me perdía en cada libro que poseía y hojeaba con mis filosos dedos, en esas historias de Thomas Hardy que releía y trataba pensaba imitar, pero que sin embargo estaba completamente perdida en el mundo real, en las cosas que los libros no te pueden dar. No sabía qué hacer. Justo ahí nos diferenciábamos, porque él estaba seguro de todo lo que quería hacer, estaba completamente seguro de los sueños que iba cumplir. Le envidiaba de manera terrible. Ahí tuve claro que a pesar de nuestra diferencia socia,l él tenía las ideas más claras y quizás le iba a costar más llevarlas a cabo, pero iban existir de verdad; en cambio todas las comodidades que me dieron cegaron todo lo que hubiera podido hacer. Sé que quiero hacer algo, un cambio, pero no sé qué. Y Ben me ayudó a descubrirlo. No en ese instante, sino que tiempo después, pero él fue... en parte.

Ben estaba junto a mí sentado viendo el cielo oscurecerse completamente cuando un grito ensordecedor de mi madre llegó a nuestros oídos proveniente de abajo. Se me vino lo peor a la cabeza. Le pedí a Ben que se quedara en mi habitación y rápidamente me dirigí hacia el lugar del grito. Cuando llegué al salón principal vi a parte de la servidumbre, mi madre y mi padre haciendo una circunferencia deforme.

Lily... ese día fue terrible. Una extraña sensación recorrió mi cuerpo. Ver el cuerpo de Charlie desvanecido en el suelo, inconsciente y sin tener la intención de despertar fue horrible. Nunca había visto algo así, ni tampoco pensaba que iba hacerlo, mucho menos el de mi primo. Parecía muerto, Lily. ¡Muerto! Gracias a Dios y todos los santos que no lo estaba. Mi padre lo llevó hasta su habitación y fue en busca del Dr. Jeffs.

Yo estuve junto a mi madre cuidando de mi primo. Tenía fiebre y los gemidos se transformaron en algo constante en él. Quizás qué le pasaba. Yo estaba asustada y mi madre peor, caminaba de un lugar a otro esperando la llegada de mi padre. No demoró ni quince minutos cuando llegó junto al médico. No obstante al examinarlo no obtuvo un diagnostico claro y cuando pronunció su duda la cara de mi padre explotó de horror. Nunca en mi vida lo había visto así y verlo con tal expresión me aterró, porque si la cabeza de la familia se encontraba así no sabría cómo iba a estar el resto. ¿Y los padres de Charles? ¿Mis tíos? ¿Mi primo Louis? Cuando se enteraran no sabría explicar cómo podrían reaccionar. Mandar a un hijo saludable como Charles para que vuelvan a verlo así. Con un rostro pálido, sin vida, con sus pupilas encerradas en sí mismas, mojado en sudor y sin ninguna explicación. ¡Dios, el día anterior estaba más que saludable! En la fiesta había conversado con cada uno de los invitados sonriente y enérgico. Ninguno de ellos estaría pensando que ese muchacho de sonrisa perfecta, buen porte y poseedor de atractivo iba a estar postrado en esa cama.

Cuando volví a mi habitación para ver a Ben, pues es claro que no se encontraba. Y al notarlo volví a la de Charles. Sentí que debía acompañarlo aunque no pudiera hacer mucho por él.

Nunca había sentido tanta incertidumbre, Lily. Esa noche fue lo peor.

Te quiere infinitamente,

                                                                                                                                      tu amiga, Amalia.  

Lo admirable tras las perlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora