Nueve.

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Lily,

        la casa fue un caos desde esa tarde. Doctor Jeffs venía cada dos días para ver el estado de Charlie, sin embargo no habían progresos.

Pasaron tres días desde que Charlie cayó en un tortuoso sueño cuando la fiebre cesó y con mi familia nos alegramos un montón, el alivio subió sobre nuestros hombros y esperábamos el momento en que volveríamos a ver esos soleados ojos de mi primo. No obstante, no despertaba. Estaba nerviosa. Quizás estarás pensando en cómo sentía tanto aprecio y preocupación, más de lo esperado, cuando antes lo detestaba y lo único que quería era estar lejos de él y sus burlas, pero no tengo una respuesta clara. Por mi cabeza pensaba en qué el día anterior por fin habíamos tenido una conversación bonita, incluso me hizo reír y por segundos dejé de sentirme sola. Incluso había pensado que finalmente terminaríamos siendo amigos, pero cuando lo veía sin reaccionar... sentía que nunca sucedería.

Al quinto día de lo sucedido con Charlie volví a ver Ben. Fue durante la noche, cuando todo el mundo se había ido a dormir y yo decidí quedarme con Charlie. La habitación de mi primo daba justo al jardín como a la calle entonces el cuerpo menudo de Ben apareció por la ventana del jardín. Había esperado el momento exacto para no ser descubierto. Siempre he pensado si Charlie nos escuchó esa noche. Ambos nos sentamos junto a Charlie y lo contemplamos... no sabes cómo se estremeció Ben al verlo. Estoy segura que vio la muerte en él.

Nos tomamos de las manos y por eternos minutos nos mantuvimos en silencio.

Quiero ayudarlo, le dije de repente. A lo que me respondió, ya lo hace.

Y aquí citaré parte de la conversación que me abrió los ojos, porque Ben me los iluminó.

"Solo espero a que Charlie despierte."

"Lo cuida, escuché que trata de alimentarlo, eso es algo."

"Ben... eso cualquiera puede hacerlo."

"Pero usted lo hace y quizás es eso lo que debería hacer el resto de la vida."

"¿Enfermera?"

"Usted no sabe cuánta gente necesita de ayuda de este tipo y nadie se la da."

Mi querida Lily, si no fuera por Ben no estaría aquí en el Sanatorio St. Philips ni en todos los lugares que estuve antes. Ese muchacho temeroso me regalaba las palabras precisas y siempre le doy las gracias por aquello.

Esa noche, junto a él y mi primo decidí que quería ser enfermera. Decidí que quería ayudar a las personas, a todas ellas que contemplaba tras un vidrio y no trataba ni siquiera interactuar, quería estudiar para llegar a serlo. Así haría algo por el mundo, aunque sea solo un pizca. En ese entonces no lo sabía, pero ahora, cinco años después puedo decir que hay miles de almas que necesitan de nuestra ayuda. Existen un montón de sonrisas que se extinguen cuando nadie les extiende la mano. He visto niños, mujeres, hombres, recién nacidos y ancianos que requieren de cuidados como los que Charlie necesitaba. Él fue mi primer paciente, aunque hubiera deseado que no lo fuera. Desde esa noche estuve atendiéndolo y haciendo todo lo que me explicaba el médico. Cuando no me encontraba lo cuidaba mi madre o una de la sirvientas, Gretel. Pero la mayor parte del tiempo yo estaba a su cuidado. Me gustaba hacerlo, sentía que de alguna forma le transmitía las ganas de vivir. Leía, tarareaba algunas canciones y de vez en cuando le hablaba sobre lo que el futuro le daba. Hablaba de sus padres que aun no podían venir, pero sí sabían de su estado y pronto llegarían a su encuentro.

Sin embargo, por largos ratos nos teníamos el uno al otro. Y yo pasaba horas mirándolo. Admirando la gran belleza que poseía tras la enfermedad que lo cubría. Hubo un día mientras rasuraba la barba que comenzaba a oscurecer sus mejillas me di cuenta en cuanto había crecido. Ya antes lo sabía, cuando cruzó ese día la puerta de mi casa luego de años sin verlo, pero ese día lo vi hermoso. Lily, hermoso, con todas sus letras. No como un extraño, un amigo, mi primo sino que...algo más. Como Dante hablaba de Beatriz. Así. Me sentí terrible, porque me recordé inmediatamente a mi querido Ben. Era como si fuera un juego que ambos ignoraban y yo era la que los cegaba de este. Estuve así un día entero y otro y otro. No sé cómo explicar esto, pero fue como si algo una estaca atravesara mi cuerpo y dejara ahí una astilla, algo que no podía sacar. ¿Era posible que me sintiera enamorada de Charlie Gainsbourg? Según mi cerebro era imposible. No lo conocía, siempre quería estar lejos de él y luego de años la única interacción amistosa con él fue horas antes de su enfermedad. No obstante, para mi corazón ese singular momento fue el que gatilló este sentimiento que lentamente había recorrido mis arterias en silencio hasta ese segundo cuando rasuraba su rostro.

Veía ese cabello lavado con dificultad, su piel sin vida, sus parpados sin existencia, sus manos inmóviles y un cosquilleo caminaba por mi vientre.

¿Cómo era posible eso? ¡Dime! Mi agonía era horrorosa. Cuando pensaba que mi vida seguía un rumbo fijo con la enfermería y con Ben iluminando mi camino, llegaban estas emociones como piedras impidiendo avanzar... confundiendo mi mente y mi corazón.

En silencio lloraba y susurraba a la nada pidiendo un consejo, incluso pedí que llegaras de manera inesperada y me acompañaras en esto, quería compartir lo que sentía contigo porque eras la única que podía ayudarme. No viniste, pero supuse que así estaban atados nuestros destinos.

Esos días fueron días ignorantes para mí. Ignoraba un montón de cosas, sobre mis padres, Charlie y su familia, Ben, sobre ti y sobre todo, de mi.

Espero que entiendas al menos ahora el por qué soy así. Por qué me afectó todo lo que ha pasado. La razón de mi cambio y la forma de ver la vida.

Confío esto con todo mi cariño y eres la única que debía saber esto. Nadie supo por qué decidí ser enfermera ni que habían nacido sentimientos amorosos por mi primo cuando ya los tenía por un chico maravilloso. Ni que cuando todos dormían pensando en el despertar de Charlie, yo lloraba porque él quizás nunca iba a saber que llegué a quererlo y lo confundida que estaba por eso.

Lilianne, Lily, amiga, aquí comparto un momento de inflexión en mi destino. Una parte de mi corazón cruza el océano y espero que lo guardes con afecto.

                                                                                                                                                   Amalia.

Lo admirable tras las perlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora