Mi nombre es Loki

Prólogo

El dolor de mi cuerpo no me deja levantarme, hay un calor intenso en suelo. ¿Por qué estoy en suelo? Trato de enfocar mi vista y todo es borroso. Después de unos minutos puedo distinguir un cielo azul-celeste y un sol encandescente. Escucho ruido, y más ruido de personas hablar. Quiero pedir ayuda pero estoy aturdido, no puedo gesticular una sola palabra. Todo da vueltas a mi alrededor, logro llevar mi mano a mi abdomen, veo sangre en mis dedos. ¿Por qué estoy herido?

Cierro mis ojos y me pregunto así mismo ¿dónde estoy? ¿qué hago ahí? ¿por qué nadie viene a ayudarme?

Al abrir mis ojos nuevamente, veo a alguien acercarse a mí, es una mujer joven, se ve preocupada me pregunta que si estoy bien, pero no logro decir una palabra más que: ayuda.

Lo único que recuerdo es ver todo oscuro, desperté tiempo después en una habitación muy iluminada, había mucha luz, tanta que me cegaba. Que lugar tan extraño ¿donde estoy? Mi cabeza da vueltas. ¿Qué llevo en mis manos y brazos? Suelto las cuerdas extrañas y trato de levantarme, un sonido molesto invade mi cabeza, sigo dando vueltas, el dolor en mi abdomen responde al movimiento, sigo tan extraviado que me siento mal, estoy muy débil.

Un par de mujeres entran vestidas de blanco, es todo tan extraño, me dicen que vuelva a la cama ¿quienes son? las miro asustado y vuelvo a recostarme en la pequeña cama, colocan nuevamente los aparatos extraños en mis brazos y manos,  el sonido molesto desaparece. Me dicen que todo está bien. 

Nada está bien ¿que hago aquí? Me trato de levantar nuevamente y grito muy enojado que me suelten, veo entrar a un hombre ahora, es alto y usa también un atuendo extraño. Me toma de los brazos para que me calme pero no logro hacerlo, no quiero.

Un momento más tarde, algo inexplicable recorre mi cuerpo y comienzo a experimentar una pesadez, logró tranquilizarme y noto que el sueño me vence rápidamente. 

Despierto nuevamente y está oscuro. Trato de recordar que me sucedió y es inútil. Pasan la horas y los rayos de sol penetran la ventana. Me es difícil saber lo que pasó teniendo mi mente en blanco. Sin saber quién soy o de dónde vengo, mi intriga me hunde en mis pensamientos y de repente sólo viene a mí una voz,  la voz de una mujer joven. La rubia que fue a mi auxilio. Creo escucharla y llevo mi mirada a la puerta de la habitación.  Ella está aquí.