Capítulo 3

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Caminamos hacia adentro en silencio, Dexter adelante y yo siguiéndole la pista. Tras cerrar la puerta fue a revisar todo su apartamento como si buscara a un ladrón y luego de la inspección se sentó en el sofá con tranquilidad mientras yo permanecía estática apoyada en la puerta, mirando todo lo que hacía.

—¿A quién buscabas? —me acerqué un poco. La pregunta pudo ser un poco tonta ya que sabía la respuesta pero ya estaba hecha.

—Brian. Él sabe dónde vivo, hace unas semanas estuvo aquí, claro que cuando yo no estaba en casa. Me dejó unos lindos regalitos, verás —explicó al tiempo que me sentaba a su lado y me echaba un poco hacia atrás, recostándome, sintiéndome cómoda. Omití su comentario, no quería saber lo que se traían estos dos desde hace antes, aunque Dexter me aseguró que no le conocía así que la cosa debió ser un juego anónimo hasta ayer por la noche.

Nuevamente el silencio cayó entre nosotros. Por un momento pensé en comportarme como una niña y encender el televisor para olvidarme de todo pero ya era bastante mayor y tenía a mi lado a una persona potencialmente peligrosa, no para mí, claro, no tenía idea para quizás qué clase de personas él es realmente peligroso pero lo era. Aún tenía en la cabeza eso de "elegir bien". —¿A quienes eliges, entonces? —retomé la conversación o interrogatorio, esperando no sonar tan aburrida como una psicóloga o psiquiatra, a la que próximamente mi hermano llegaría si a mí se me ocurría delatarle.

—Criminales —soltó—. Los que se escapan de la ley, a los que dejan libres, esa clase de mierda que no debería estar en libertad, como tú les dirías; pedófilos, pervertidos, asesinos al azar que no saben ni dónde están sin embargo adoran matar a inocentes y salir impunes. ¡Qué seres más repugnantes! Cada día se ponen peores, ya ni se preocupan de ser pulcros —comentó y luego me miró con cara de oh Deborah, tú no lo entenderías. Yo me encogí de hombros. Lo último que había dicho me pareció algo bastante raro pero no debería meterme, es decir: es un asesino criticando a otros, y le molestaba que no fueran pulcros.

Sí, raro.

Entonces analicé lo que había dicho tras el comentario que me había descolocado y le miré: Oh, querido Dexter, el 90% que sospechaba está en tus manos, quise decirle, pero me quedé callada. El ser parte de la policía y haber sido hija de un espléndido policía me había hecho crecer pensando de distinta forma, muchas personas me catalogaban de fría y grosera, cosa que era verdad, había visto tanto por ahí, incluso el trabajo del carnicero de Tamiami, hermano del sujeto que tengo a mi lado, no me sorprendía en demasía, si no que me ponía histérica el perder a mis chicas, tan solo eso.

Quizás por ese pensamiento de poli es que no estoy gritando como demente o llorando por la desgracia que es saber que Dexter es alguien que no puede controlarse y tiene un pequeño problema en el coco que le hace tener esos impulsos que, favorablemente, logró canalizar hacia gente que no merece tener una plaza en el planeta.

El enojo disminuyó, ahora tan solo me sentía incómoda, algo descolocada. Aún tenía preguntas y quería respuestas, no quería quedarme intranquila respecto a esto.

Lo que había descubierto hace unos segundos mientras le miraba y él a mí fue que papá no había hecho un mal trabajo con él.

—Tu hermano era un asesino de putas —observé entonces, curiosa. Él me miró inquisitivamente y me encogí de hombros por segunda vez—. No es una profesión de la que estaría orgullosa pero según el código por el que te riges, ellas son inocentes.

—Es mi hermano —soltó consternado, como si se sintiera realmente estúpido por ser esa la razón por la cual dejó libre a su estimado Brian, pero lo entiendo, lo entiendo tan jodidamente bien.

—Lo sé —fue lo único que escapó de mis labios y me incliné un poco hacia él, quien aún me miraba pero ahora confundido—. Tú eres mi hermano —añadí.

Darkly dreaming DeborahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora