Capítulo 5

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Al llegar al lugar lleno de cubículos diferentes y todo el asunto, lo primero que mis ojos captaron fue a Dexter explicando cómo sucedieron las cosas como buen experto en sangre y salpicaduras a Batista y Masuoka que le miraban con atención y hacían comentarios de vez en cuando que mi hermano respondía con limpieza. Los tres estaban compartiendo opiniones como si de un partido de beisbol se tratara. Me quedé mirando a Dexter durante un rato más. Siempre, siempre supo lo que hacía, ¿Cuántas veces me explicó a mí cómo sucedían las cosas como si de un cuento para dormirme se tratara? Suspiré y avancé hacia ellos.

            —¿Qué tal el día, compañeros?—pregunté de buen humor como nunca y los chicos me miraron extrañados, hice una mueca y luego bufé—. Hola, este sí,  soy su nuevo sargento y ahora pónganme al tanto de todo —gruñí.

            —¿Sargento? —entonces era Dexter quien ahora me miraba con una ceja alzada y yo le devolvía la mirada de la misma forma. El contacto se rompió por un inesperado abrazo de su parte. No sabía si era lo usual de su espectáculo de hermano del año o porque a fin de cuentas esto era una buena noticia, y éramos hermanos por lo que estaba bien hacerlo, lo que no dejaba de ser extraño, en realidad todo estaba tan extraño desde que sabía que Dexter era lo que era. Le di unas palmaditas en la espalda y lo alejé—. Enhorabuena, asciendes más rápido que una vaca en un tornado.

            —Si no estuvieras pasando por sobre la muerte de LaGuerta para felicitar a Deborah y hacer chistes, sería una escena conmovedora, Dex. —Batista meneó la cabeza, algo taciturno—. Es algo duro, toda la estación de policía aún está consternada por esto.

            —Bueno ya está, a cualquiera le puede pasar en una situación como esa —solté sin medirme, Masuoka me miró con una sonrisa algo burlona, como siempre. Se avecinaba uno de sus comentarios fuera de lugar.

            —Ya sé que lucía como una pero LaGuerta no era la víctima usual del carnicero, ¿Cuál situación? —bueno, ni tan fuera de lugar. Le envié una mirada fugaz a Dexter, quien no me la devolvió pero se aclaró la garganta llamando la atención de todos.

            —Si hablas de eso, tampoco Debs es una víctima usual, Vince —el asiático pareció querer retraerse por sus palabras pero Dexter no le dejó decir nada sino que siguió hablando—. Está claro que LaGuerta no fue al lugar en donde encontraron a Deb porque le encantan los contenedores y barcos o porque tiene un refrigerio para conservar el pavo de la cena de acción de gracias —sí, Dexter, aún así sigues siendo más inteligente que cada uno aquí, y lo sabes—. Miren —nos enseñó fotos de la escena e indicó con un dedo la mesa improvisada en donde me tenía. Todos le seguimos—. La ubicación original de su víctima era allí, Deb era su víctima y, repito, tampoco era su clienta usual. Supongo que atrapar a un poli debió haber sido un salto en su modus operandi. Ya hemos visto lo preciso que fue con las anteriores, LaGuerta no era una víctima siquiera, de serlo hubiese aparecido en pedacitos y envuelta en papel de regalo en algún lugar de Miami. LaGuerta pudo haberlo descubierto fisgoneando, y entonces —hizo el ademán de tener un cuchillo y destripar a alguien. Todos captamos.

            —Obra del carnicero de Tamiami, por supuesto —comenté como si estuviera consternada, aunque claro, no lo estaba.

            —Bueno, tiene sentido, este contenedor está malditamente frío y el tipo tiene un trauma con el frío y los cuerpos sin sangre congelados, menos mal que te tenemos entera, Deb… Sargento Morgan. —Ángel nada-que-ver nos dijo y yo tuve que concederle la razón, menos mal y no estaba muerta ni me faltaba alguna extremidad. Observé a Masuoka reír. Dexter organizó sus fotos y se las guardó en el bolsillo.

            —Y no se olviden que tenemos el arma homicida y no hay huellas en ella. Por lo que la única que puede llevarnos al hombre es el Sargento Morgan —dijo entonces, fruncí la boca.

Darkly dreaming DeborahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora