ocho

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El humo que salía de nuestras bocas volvía incoherente la razón, y el alcohol servido en mi vaso no hacía más que unir las gotas de la desesperación. Tu mano temblaba mientras trataba de tocarme, pero no iba a dejar de correr. No iba a dejar que me alcanzaras. No mientras mi mente siguiera girando alrededor del abismo.

notes ; mgcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora