Capítulo Dos
¿Qué podía salir mal?, no era como si fuera el secreto más grande del mundo. Todas las personas que lo conocían en algún punto se lo habían insinuado, sin embargo la angustia aún lo recorría.
"Diles, ellos de por sí deben saberlo, ¿o es que acaso no me amas y por ello no les dirás sobre nosotros?"
Esas habían sido las palabras de su actual novio Zack. Quizá tenía razón. Él siempre había sido un niño bastante atípico para su entorno, a él le gustaba escribir, a él le gustaba la música clásica y el pop. El apreciaba el arte en todos sus sentidos, y definitivamente a él le gustaban los chicos y no las chicas.
—Espero que no se lo tomen muy mal... —se dijo en un murmullo casi imperceptible a sí mismo.
Necesitaba valor para dar este paso. Quizá más de lo que en ese momento tenía. Pero Zack se lo había pedido, y él amaba a Zack. En verdad lo quería, el chico se le había acercado cuando él estaba ayudando a la obra escolar. Le había dicho que sabía lo que era sentirse diferente, porque ellos eran similares. Poco a poco ellos se habían vuelto amigos y él le había confesado todo su haber a Zack. Y Zack lo había apoyado, a él, al rarito de Lenard. Y él se había enamorado de aquel chico de cabello castaño claro y mirada encantadora...
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Dahl miraba a su chiquillo revolverse entre las sábanas, aquel muchachito bendecido con una piel como la de la madre tierra y un cabello ondulado y hermoso que podía cambiar de color dependiendo de la luz. Ese era su chiquillo, pese a que se veía delgado y un tanto desnutrido, se notaba que tenía unos muy tonificados músculos, y ahí, recostado en su cama se veía tan angelical. Sí tan solo supiera el por qué, ¿por qué una criatura tan hermosa había tratado de quitarse la vida?
—Por favor, no...
Murmuró entre sueños su pareja. El olor que empezaba a despedir no era sólo de miedo, era de verdadero y palpable horror, ¿qué diablos estaba soñando si chiquillo?, ¿por qué clase de infierno había tenido que pasar?
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El golpe descendió fuerte y sin aviso alguno. Un estallido de dolor como no había sentido hasta ahora apareció en su frente, el mundo empezaba a darle vueltas y podía sentir como un líquido manaba del lugar donde había recibido el golpe. Golpeó fuertemente la pared y calló al piso golpeándose fuertemente sus cuartos traseros.
—¡Ningún hijo mío será un jodido marica! —
Dijo chillando su padre, mientras volvía a propinarle un fuerte puñetazo en el mismo punto.
El mundo giraba y se oscurecía por momentos. Le dolía mucho la cabeza y podía ver estrellitas. Le dolía todo el cuerpo y estaba tumbado en el piso, ¿en qué momento había caído de bruces?, trató de levantarse pero todo le daba vueltas.
—¿Cómo te atreves? —dijo enfurecido aquel hombre que se hacía llamar su padre pero que ahora parecía un demonio del averno- ¿CÓMO TE ATREVES A DESHONRARME DE ESTA FORMA?
Una patada le fue propinada en las costillas y un sonido como de "crack" se escuchó. El desgarrador dolor lo cubría por completo, quería gritar, pero sus pulmones parecían no tener aire y un escozor se sentía en su reseca garganta.
" ¿Voy a morir?"
El pensamiento llegó de repente y sin ninguna advertencia. Pero él sentía que se trataba de una palpable realidad. Su padre lo iba a matar. Sólo porque a él le gustaban los chicos y no las chicas. Tenía que escapar, tenía que huir...
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Sin corazones rotos
WerewolfUna promesa de amor es el más inesperado y deseado de los tesoros, al fin y al cabo, lo único que se necesita para ser feliz es vivir sin corazones rotos.