Un Corazón Feliz
El olor de mantequilla derretida, pan tostado, huevos fritos y tocino lo despertó. Su estómago gruñía con necesidad. Bueno, esto era una sorpresa, desde que vivía con Dahl, esta era la primera vez que su lobo le preparaba el desayuno sin que tuviera que llamar a los bomberos. Había sido una vergonzosa situación cuando los hombres les habían preguntado que era lo que había pasado. Desde entonces Lenard no había permitido que su pareja entrara a la cocina a no ser que él estuviera ahí primero.
-Pequeño, la comida está lista.
Dijo la melodiosa voz de su pareja, sonando extrañamente como un cántico y un grito al tiempo. Lenard miró al reloj, eran las 9:30 de la mañana, su cerebro aún estaba un poco entumecido entre las brumas del sueño, pero aún sabía que había algo raro... normalmente para esta hora Nina lo habría despertado, o peor, para esa hora él debería estar persiguiendo a Nina.
Se tomó un tiempo para desperezarse y somnoliento se levantó de la cama, tomó una de las camisas de Dahl y se la puso encima, le quedaba grande lo que era bueno porque así cubría su desnudez, abrió la puerta de su cuarto y bajó las escaleras hacia la sala. Cuando llegó pudo ver que la mesa estaba lista.
Había varios platos repletos con panes perfectamente tostados y cubiertos por mantequilla derretida, huevos fritos sin estar quemados, perfectamente fritas rebanadas de tocino, jugo de naranja, chocolate humeante todo espaciado y decorado a la perfección. Un sudor frío le recorrió la columna ¿había olvidado una fecha especial acaso?
-No has olvidado una fecha especial pequeño corazón –dijo Dahl de inmediato, como si le leyera la mente- es sólo que dejé a Nina donde Keylin y Jerie, ya sabes cómo esos dos, adoran a nuestra hija, y pues... tenemos la casa para nosotros.
Con la última palabra Dahl salió de la cocina vistiendo solamente un blanco delantal. Lenard se quedó con la boca abierta, nunca creía en su vida decir esto, pero ese delantal blanco era la cosa más sexy que había visto en el mundo. Dahl movió coquetamente las cejas mientras se acercaba a Lenard.
-¿Desayuno primero y sexo después? –Preguntó mientras Dahl abrazaba a su pequeño- o podríamos invertir el orden se quieres.
Lenard tragó fuerte. Era impresionante que pese a los años la pasión no se hubiera perdido ni un poco. Miró la comida y luego a Dahl. ¡Al diablo!, su estómago podría esperar un par de horas más, esto definitivamente era más importante.
Con pasión agarró la cara de Dahl con sus manos y le dio un imperioso y apasionado beso. Dahl dio una suave risilla.
-Entonces invirtamos el orden –dijo el gran lobo mientras llevaba a su pareja de vuelta al cuarto.
+++
En cuanto entraron Dahl colocó suavemente a Lenard sobre la cama, su chiquillo vistiendo solamente su camisa había sido una vista demasiado tentadora como para poder resistirse.
En definitiva, no podía existir en este mundo algo más sexy que su chiquillo usando su ropa, oh, tenía que hacer una nota mental sobre esconderle a Lenard toda su ropa para la próxima. Lenard se quitó lentamente la camisa que llevaba puesta, botón por botón, mientras le daba su más pícara y sexy exhibición.
Era impactante cómo su chiquillo siempre lograba una combinación tan perfecta entre lo sexy y lo lindo con cada pequeña acción que hacía.
-Creo que esto puede tardar demasiado –dijo Dahl mientras le arrancaba la camisa con desespero y lo lanzaba a la cama- Date la vuelta y sobre tus manos chiquillo.
Lenard hizo caso de inmediato. La imagen del trasero desnudo y expuesto de su pareja fue demasiado, la poca cordura que le quedaba a Dahl saltó por la ventana. Con desesperado desenfreno se arrancó el delantal que llevaba puesto y buscó en el cajón que estaba al lado de la cama un poco de lubricante sabor a cereza. Untó una buena cantidad en su eje y en sus dedos y empezó a preparar a su chiquillo.
-¡Ah...! –Suspiró Lenard mientras se empalaba a sí mismo sobre las manos de Dahl- Más...
El entrecortado gemido sacó a Dahl de sus casillos.
-¡Al diablo los preliminares! –gritó mientras enterraba profundo su eje en su chiquillo quien vigorosamente lo recibía.
-¡Siiii! -Gritó Lenard mientras empezaba un rápido vaivén sobre el eje de Dahl- ¡Más duro!, por favor... ¡¡¡más duro!!!
El gran lobo no se hizo de rogar ni medio segundo, empezó a arremeter con bestial locura dentro de su chiquillo, más profundo, más profundo.
-Tan... apretado... –gimió con una grave y baja voz mientras seguía con el fuerte y veloz ritmo- tan... bueno...
Las ideas se hacían más incoherentes, los movimientos más irregulares, el placer sólo crecía y crecía y crecía, hasta el punto en que a Dahl le era difícil distinguir su entorno, hasta el punto en que no le importaba nada más en este mundo excepto seguir dentro de su chiquillo.
El orgasmo lo encontró de repente sin que él pudiera evitarlo o quisiera hacerlo, sólo llegó y con él la inconsciencia. Por lo que pareció horas, Dahl se quedó flotando en una nube de placer como nunca había experimentado hasta ahora, enfocar los ojos le era imposible, de hecho, mover su cuerpo lo resultaba imposible. Cuando al fin pudo moverse, Dahl se percató que había caído al lado de su chiquillo. Ambos respiraban entrecortadamente.
-Eso fue... ¡Wow! –Dijo Lenard respirando pesadamente mientras lo abrazaba- Debemos hacerlo.... Hacerlo de nuevo.
Dahl se rió suavemente mientras besaba el cabello de su chiquillo.
-Cuando quieras.
Justo en esos momentos Dahl entendía lo de la petición de Lenard de comprar acciones en el almacén de ropa de Sweet Valley, con la cantidad de ropa que había desgarrado el anterior mes, doscientas personas podrían vestirse. Sin embargo, eso no le importaba en absoluto, su pareja le había cumplido todos sus sueños: una hermosa hija y un corazón completamente feliz.
ENDE
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Sin corazones rotos
WerewolfUna promesa de amor es el más inesperado y deseado de los tesoros, al fin y al cabo, lo único que se necesita para ser feliz es vivir sin corazones rotos.