Capítulo Cuatro
Los rayos del sol se colaban lentamente a través de las cortinas de la habitación, abrazando suavemente su cara. La brisa fresca del verano alcanzaba a colarse por la habitación y mecía suavemente los castaños cabellos de Lenard. En verdad que su chiquillo se veía sencillamente fantástico y casi etéreo con su brazo desnudo descubierto por el cobertor y su dulce y durmiente rostro. A Dahl le gustaba todo de su chiquillo, desde la punta de sus pies hasta la última de las hebras de su cabello. En poco tiempo aquel chico, que ahora sabía que tenía 20 años, se había convertido en su mundo entero. Sin embargo, el hecho de que su pareja ahora fuera lobo implicaba ciertas complicaciones. Tenía que hablar con el alfa de su manada, Keylin siempre había sido un hombre bondadoso y comprensivo pero... era la primera vez en la historia de la manada que un were encontraba una pareja masculina. No entendía muy bien las implicaciones que esto podía tener, pero era su deber como miembro de la manada el presentar al nuevo miembro a su grupo. Sentía miedo, sí, pero su chiquillo valía la pena.
Lenard profirió un ronquido que sonó más como un ronroneo y se revolvió entre sueños tapándose, ahora por completo con la almohada, el gesto le recordó tanto a su gatito favorito, Kuro, que hizo que Dahl contuviera una tierna risa. En verdad su chiquillo valía la pena, por él Dahl sería capaz de hacer lo que fuera.
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—Despierta
La vocecilla hizo eco en algún logar de su cabeza, pero no podía entender bien su procedencia.
—Lenard, despierta
La voz volvió a llamarlo, era raro, ¿cómo aquella elegante, tranquila y femenina voz conocía su nombre?
—Dahl peligra, despierta
Ante aquellas últimas palabras, el cansancio y el sueño que sentía desaparecieron de golpe. ¿Dahl peligraba?, ¿Cómo era eso posible?, si él debía estar a su lado ahora...
Lenard extendió su mano y tocó el espacio vacío en la cama a su lado, Dahl se había ido. Pero más importante, ¿Qué había sido esa voz?
—Soy Niriel
Lenard se sorprendió. Aquella voz le había leído sus pensamientos. De repente, en frente suyo una llama azulada se materializó de la nada y empezó a danzar a su alrededor. Pese a lo extraño del fenómeno, Lenard en vez de sentir miedo se sintió totalmente tranquilo. Niriel, si mal no recordaba ese nombre significaba "Campos de Dios".
—Dahl peligra, debes hablar con Sixto, él te indicará mejor las cosas.
—¿Hablar con Sixto?
—Sí, con Sixto, él es el sexto hijo de uno de los grandes profetas de nuestro pueblo. Él te podrá ayudar, se le ha apodado como el oráculo divino. Él puede ver el pasado, presente y futuro. Él te podrá ayudar.
Lenard no entendía muy bien la noticia que acababa de recibir. Ni entendía por qué hablaba con una llama flotante que se hacía llamar a sí misma Niriel. Pero lo que sí sabía, era que esa información era verídica y que tenía que encontrar a Sixto como fuera.
—¿Dónde y cómo encuentro a Sixto?
—El vendrá al pueblo hoy, lo reconocerás porque tiene un mechó blanco en su cabello y sus ojos son como el más azul de los topacios. Ve con él. Apresúrate, Dahl peligra...
Tan rápido como la llama había aparecido se esfumó, dejando a Lenard con una extraña sensación de desespero y vacío como nunca la había sentido hasta ahora. Se levantó de inmediato y se puso a revisar el armario que había en la habitación, para su fortuna, encontró que Dahl le había comprado ropa a su medida. Se colocó un suéter verde y unos jeans negros con unos zapatos deportivos. Caminó por la casa para ver si lograba divisar un mapa que le indicara cómo llegar al pueblo más cercano. Cuando lo encontró, lo metió en una mochila que halló en la sala y anexando una brújula y varias botellas de agua se dispuso a ir al pueblo más cercano que, descubrió, se llamaba Sweet Valley, el nombre en verdad le quedaba.
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Sin corazones rotos
WerewolfUna promesa de amor es el más inesperado y deseado de los tesoros, al fin y al cabo, lo único que se necesita para ser feliz es vivir sin corazones rotos.