Capítulo 5

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Capítulo Cinco

—¿Así que Jerie es la pareja de Keylin? –Preguntó Lenard al llegar a su hogar- Pues eso es algo un tanto inesperado.

Dahl se rió por lo bajo. A decir verdad, no esperaba que su venganza comenzara tan pronto, pese a que no dejaba de ser agradable que ocurriera. Sin embargo, aunque no esperaba que fuera de otra manera por lo de ser alfa y eso, le parecía tan raro ver a Keylin tan posesivo con respecto a otra persona.

—La verdad es que yo tampoco me lo creía en un principio, pero al ver al lobo malo mostrar sus dientes empecé a tomármelo en serio.

—Sí, lástima que yo no tenga un lobo malo. —Dijo juguetonamente Lenard- Y yo que tenía tantas ganas de ser atacado por uno.

Dahl levantó una ceja. Lenard ahora mostraba una maliciosa sonrisa en su rostro. OH, parecía que su chiquillo tenía algo en mente, y por la expresión que estaba mostrando, en verdad a él le gustaba lo que fuera que tenía planeado.

Lenard lentamente empezó a deslizar de forma seductora sus manos por su pecho, el contacto de las manos de su chiquillo en sus pectorales hacía que la piel de Dahl se pusiera de gallina. Antes de darse cuenta Lenard le había quitado la camisa y los pantalones. Su chiquillo lamía todo su cuerpo con un ritmo constante y seductor. Lenard mordió tentadoramente uno de los pezones de Dahl y con ello el autocontrol del lobo saltó por la ventana.

Con un rugido posesivo Dahl desgarró la ropa que llevaba su chiquillo y lo arrojó contra la mesa de la sala. Grandes cantidades de líquido goteaban del mástil de Dahl lo que hizo que un gemido contenido saliera de la boca de Lenard. Definitivamente no había nada más sexy en el mundo que su chiquillo, bueno excepto quizá su chiquillo rogando por atención.

Dahl besó posesivamente a su chiquillo y restregó su asta de bandera contra los pectorales de Lenard, parecía que su chiquillo se percató de que lo estaba marcando pero no pareció importarle ese hecho. Lenard abrazó con fuerza a Dahl y entonces, sin previo aviso, se empaló a sí mismo. Dahl no pudo contenerse, al sentir la deliciosa presión rodear su eje empezó a moverse con loco desenfreno.

Pese a los bestiales embates que le estaba dando Lenard parecía querer más, los gritos y gemidos se incrementaban mientras ambos movimientos se sincronizaban haciendo que a Dahl le resultara difícil diferenciar donde terminaba su cuerpo y dónde comenzaba el de su chiquillo. El orgasmo empezó a formarse mientras el placer aumentaba a un ritmo acelerado, demasiado acelerado como para poder mantenerse conciente.

—¡TE AMO MI CHIQUILLO!

Gritó con todas sus fuerzas Dahl mientras descargaba su semilla dentro de Lenard. Los ojos de Dahl se desenfocaron y se sintió perder en aquel placer demasiado enorme como para poder mantener la conciencia.

Unos golpecitos en la espalda lo despertaron.

—Dahl... me estás aplastando.

De inmediato Dahl se rodó, no se había percatado de que estaba aplastando a su chiquillo.

—Lo siento... es que eso fue... WOW.

Lenard sonrió. Una pura y gran sonrisa. Acomodó el cabello de Dahl y le besó suavemente en la boca.

—Sí, lo sé —Lenard volvió a sonreír, pero esta vez con un dejo de picardía. –Tenemos que repetirlo muchas más veces.

Dahl abrazó a su chiquillo con fuerza. Lo amaba demasiado como para permitir que nada le pasara. Lenard era su todo y por siempre así lo sería.

+++

El sonido de vidrios rotos despertó a Lenard de su sueño. ¿Acaso había escuchado mal?, las pisadas de una bota sobre el vidrio le advirtieron que no se había equivocado. Alguien había entrado a su hogar. Su suerte siempre había sido mala, pero esto era ridículo, hacía apenas media hora que Dahl había salido para ver a su editor y lo había dejado solo y un ladrón entraba a la casa. Por dios, de todos los posibles sucesos por qué siempre le ocurrían los peores a él. Sin embargo, durante las últimas semanas Lenard había aprendido a luchar un poco. Si el ladrón quería pelea, de seguro que Lenard se la iba a dar. Con mucho cuidado y procurando hacer el menor ruido posible salió de la habitación de Dahl y suya, y con todo el sigilo que podía lograr caminó por el corredor hacia las escaleras y bajó por ellas.

Sin corazones rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora