capitulo 6

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"Una cuestión de medidas"

Descendimos sobre la ciudad, hasta llegar a unos cien metros de altura e iniciamos el paseo sobre los cielos de Bombay.
Me parecía estar soñando o viendo una película. Hombres con turbantes blancos, casas muy diferentes a las de mi país. Me llamó la atención la enorme
cantidad de gente en las calles. No era como en mi ciudad, allá, ni siquiera en el centro, a la hora de salida de las oficinas, uno puede ver esas multitudes, aquí
estaban en todas partes. Para mí, aquello era otro mundo.

Nadie nos veía; la luz indicadora estaba apagada.

De pronto volví a "la realidad"
- ¡Mi abuelita!

- ¿Qué pasa con tu abuelita?

- Ya es de día, se habrá levantado, estará preocupada por mi ausencia... ¡volvamos!
Para Ami, yo era un perpetuo motivo de risa.

- Pedrito, tu abuelita duerme profundamente. Allá son las doce de la noche
en este momento, al otro lado del mundo; aquí son las diez de la mañana.

- ¿De ayer o de hoy? - pregunté, enredado en el tiempo.

- ¡De mañana! - respondió, muerto de risa -. No te inquietes. ¿A que hora se levanta ella?

- Más o menos a las ocho y media.
- Entonces tenemos ocho horas y media por delante... sin contar con que podemos estiraaaar el tiempo...

- Estoy preocupado... ¿Por qué no vamos a ver?

- ¿Qué quieres ver?
- Ella puede haber despertado...

- Veamos desde aquí mismo mejor.

Tomó los controles de una pantalla y apareció la costa sudamericana vista
desde muy alto, luego la imagen mostró una caída en picada hacia la tierra a una velocidad fantástica. Pronto distinguí la bahía, el balneario, la casa de la playa, el techo y a mi abuelita.

Era increíble, parecía estar allí; durmiendo con la boca
entreabierta, en la misma posición anterior.

- No se puede decir que tiene mal dormir, ¿ah? - observó Ami con picardía, luego agregó - Haremos algo para que te quedes tranquilo, tomó una especie de micrófono y me indicó que guardara silencio. Apretó
un botón y dijo "psht". Mi abuelita escuchó aquello, despertó, se levantó y fue
hacia el comedor. Pudimos escuchar sus pasos y su respiración. Vio mi plato
semivacío sobre la mesa, lo tomó y lo dejó en la cocina; luego se dirigió a mi habitación, abrió la puerta, encendió la luz y miró hacia mi cama. Se veía perfecta,
parecía que yo estaba allí, sin embargo, algo le llamó la atención, no supe qué fue,
pero Ami si lo supo. Tomó el micrófono y se puso a respirar cerca de él. Mi abuelita escuchó esa respiración y creyó que era la mía, apagó la luz, cerró la
puerta y se dirigió hacia su dormitorio.

- ¿Tranquilo ahora?

- Si, ahora si... pero es como para no creerlo; ella durmiendo allá y nosotros
de día aquí...

- Ustedes viven demasiado condicionados por las distancias y por el
tiempo...

- No comprendo.

- ¿Cómo te parecería salir de viaje hoy y regresar ayer?

- Quieres volverme loco. ¿No podríamos ir a visitar la China?

- Claro, ¿Qué ciudad te gustaría conocer?
Esta vez no iba a quedar en vergüenza. Respondí con seguridad y orgullo:

- Tokio.

- Vamos entonces a Tokio... capital de Japón - dijo intentando disimular las
ganas de reír.

Pasamos por todo el territorio de la India, de Oeste a Este.

"Ami: El niño de las estrellas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora