CAPÍTULO 9

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LA LEY FUNDAMENTAL

Desperté fresco y descansado, lleno de energías, como nuevo. Mi amigo se encontraba revisando unos

controles, me guiñó un ojo.

- ¿Mejor ahora?

-Sí, fantástico... ¡Mi abuelita! ...¿Cuántas horas dormí?

--quince segundos -respondió.

- ¡Qué! -me levanté a mirar por las ventanas. Estábamos en el mismo lugar, las mismas personas circulaban

por allí, el hombre de cabeza cana todavía conversaba, no lejos de nuestra nave. Nada había cambiado.

- ¿Cómo lo hiciste?

-Necesitabas dormir para "cargar baterías". Nosotros tenemos "cargadores" que en quince segundos te

reponen igual que ocho horas de sueño.

- ¡Extraordinario! ¿Entonces ustedes jamás se acuestan a dormir?

-No tanto como jamás. Es necesario hacerlo de vez en cuando. A través del sueño recibimos algo más que

"carga"; pero nosotros, con muy poco tiempo tenemos suficiente, no nos "descargamos" tanto como ustedes.

- ¡Vaya; los "civilizados" le sacan el jugo a la vida! ¡quinientos años... casi no duermen!...

--De eso se trata...

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-Así que ese señor tiene quinientos años... ¿Cómo lo sabes?

-Por ciertos detalles de sus vestiduras. ¿Quieres hablar con él? Ven.

Nos sentamos frente a una pantalla; mi amigo tomó el micrófono y digitó unos puntos sobre el teclado del

tablero.

Apareció el rostro del hombre. Ami habló en un idioma extrañísimo, unos sonidos que parecían sólo variedades

de "shhh" casi inaudibles, los relacioné inmediatamente con la música que parecía el soplido de un tren, el

hombre los escuchó y vino hacia la nave. Luego nos sonrió ¡por la pantalla; como si nos viera! y me dijo

claramente:

- ¡Hola, Pedro!

Comprendí que un "traductor" operaba, puesto que los movimientos de sus labios no se correspondían con los

de los sonidos que yo oía.

-Ho-hola-respondí nervioso.

- ¿Sabes? Somos casi parientes, mis antepasados tambien vinieron de una civilización de la Tierra.

-Ah... -no se me ocurrió decir nada más interesante...

-Esa civilización se destruyó por falta de amor... -Ah...

- ¿Qué edad tienes?

-Die... digo, nueve años... ¿y usted?

-Unos quinientos años terrestres.

- ¿Y... no se aburre?

-Aburre... aburrirse... -tenía cara de no comprender.

-Cuando el intelecto busca actividad y no encuentra -explicó Ami.

-Ah, sí; lo había olvidado... No; no me aburro ¿por qué habría de hacerlo?

-De tanto vivir, por ejemplo...

En ese momento se acercó a él una mujer muy hermosa y bastante joven. Saludó al hombre con gran ternura.

El también comenzó a acariciarla y a besarla, hablaron, sonrieron, luego ella se retiró. Parecían amarse mucho.

"Ami: El niño de las estrellas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora