UNA PRINCESA AZUL-Dijiste que hay personas a las que te es difícil amar, ¿verdad, Pedrito? -Sí.
- ¿Es malo no amar?
-Sí -respondí.
- ¿Por qué?
-Porque tú dijiste que el amor es la Ley, y todo eso.
-Olvídate de lo que yo te dije. Supongamos que te estoy engañando, o que estoy equivocado. Imagina un
universo sin amor.
Comencé a visualizar mundos en los que nadie amaba a nadie. Todos eran fríos y egocéntricos, porque al no
haber amor, no hay freno al ego, como decía Ami. Todos luchaban contra todos y se destruían... Recordé las
energías que había mencionado Ami, ésas, capaces de producir un descalabro cósmico; imaginé un ego herido
y suicida oprimiendo "el botón", sólo por venganza... ¡estallaban las galaxias en una reacción en cadena!...
-Si no hubiera amor, no habría universo -deduje. - ¿Podríamos decir entonces que el amor construye y que la
falta de amor destruye?
-Creo que sí --contesté-, al final resulta eso.
- ¿Quién creó el universo?
-Dios.
-Si el amor construye y Dios "construyó" el universo, ¿habrá amor en Dios?
-¡Claro! me llegó la imagen de un ser maravilloso y resplandeciente, que por amor creaba galaxias, mundos,
estrellas...
-Procura sacarle la barba otra vez -rió Ami. Era verdad; nuevamente lo había imaginado con barba y rostro
humano; pero ahora no en las nubes, sino en medio del universo.
-Entonces podemos decir que Dios tiene mucho amor...
-Por supuesto --dije- por eso no le gustan el odio ni la destrucción...
-Bien, ¿para qué creó Dios el universo? Pensé largo rato y no supe la respuesta. Luego protesté: - ¿No crees
que soy muy pequeño para responder esa pregunta?
Ami no me hizo caso.
- ¿Para qué le vas a llevar esas "nueces" a tu abuelita?
-Para que las pruebe... le van a gustar.
- ¿Quieres que le gusten?
-Claro.
- ¿Por qué?
-Para que le gusten... para que esté contenta...
- ¿Por qué quieres que esté contenta?
-Porque la amo -me sorprendí yo mismo al comprobar que otra de las características del amor es desear la
felicidad de aquéllos a quienes amamos.
- ¿Por eso quieres que le gusten las "nueces", que esté contenta, que sea feliz?
-Sí, por eso.
- ¿Para qué crea Dios gente, mundos, paisajes, sabores, colores, aromas?
- ¡Para que seamos felices! -exclamé, contento por haber comprendido algo que ignoraba.
-Muy bien... entonces ¿nos ama Dios?