Capítulo 13

687 76 9
                                    

Eran casi las cinco de la tarde y Paio sabía que tenía que llevar a Micaela a su casa, pero por otro lado no quería apartarse de ella ahora que por fin se había decidido a confesarle su amor, además era injusto que ayer con Matt haya estado hasta casi la medianoche.

- ¿Ya tenes que volver? - le preguntaba él con un adorable puchero haciendo que Mica se riera por su actitud infantil.

- Sí gordo, ayer llegué tarde si me vuelvo a demorar mis viejos me matan - respondió ella.

- Exagerada, te adoran nunca te matarían - bromeó Paio. - Aparte sé que si llamas te dejan unas horitas más- le volvió a pedir con insistencia el morocho.

- Okey, ahora llamo a papá para ver que me dice - se rindió la rubia ante el pedido del chico que la hacía suspirar.

Mientras iban en el auto Micaela llamó a su casa para pedir permiso de volver un poco más tarde, después de mucho insistir a Hugo, le dio el permiso, pero le dijo que tenía que estar para antes de la cena. 

Ni bien le dio el okey a Paio, él sonrió y manejo hasta su departamento de soltero, regalo de su padre cuando cumplió los 18. Cuando Micaela se dio cuenta donde estaban se puso nerviosa, ¿qué es lo que esperaba Pablo? Era un lugar donde iban a estar muuuuuy solos, sin interrupciones y sin control; aunque la idea no le disgustaba, no estaba lista para enfrentar este tipo de situaciones todavía, por lo menos no con Paio. 

- ¿Puedo saber qué hacemos acá Rodríguez? - intentó preguntar con gracia Mica para que no se notaran sus nervios. - No encuentro muy divertido estar encerrada - bromeó para tapar su temblorosa voz.

- Tranquila rubia, no voy a comerte... ponele - rió él haciendo que un cosquilleo se extienda por todo el cuerpo de la hermana de su amigo.

- Lamento decirte caníbal que no soy muy rica - siguió con la joda y tratando de evadir el tema.

- Eso déjame decidirlo a mi. - dijo Paio guiñándole un ojo.

Subieron por el ascensor hasta el cuarto piso y después que él abriera la puerta entraron al departamento, era muy ordenado y limpio, muy lejano a lo que Micaela se había imaginado.

- Ahora que estamos solo y sé que nadie puede vernos quiero hacer algo que llevo tiempo queriendo hacer - habló él y sin darle tiempo y pasando su brazo por el cuello de ella, le dio un apasionado beso casi dejándola sin aire. 

Entre el cielo y la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora