2. Al parecer, mi padre rompe sus promesas

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Pues mi padre es el dios del mar. Guay. No me sentía muy distinta, la verdad. Percy seguía flipando. No paraba de llevarme a todas partes, diciéndole a todos "¡Eh, mirad, es mi hermana!". Se ve que llevaba mal lo de ser hijo único.

Después de todo el revuelo de la fogata y mi reconocimiento, fui con Nico al lago. Percy, como buen hermano mayor sobreprotector, me dijo que no llegara tarde a la cabaña.

- Es increíble -me dijo Nico- Los hijos de los tres grandes no son nada comunes, como has visto, en teoría ni si quiera deberían existir.

- ¿Quieres que muera? Acabo de llegar -reí mientras me sentaba en el suelo. Él se acomodó a mi lado, dejando su espada de hierro estigio bien colocadita en su regazo.

- No es eso... Se supone que Hades, Zeus y Poseidón acordaron no tener más hijos con mortales, porque eran demasiado poderosos, pero digamos que tanto Zeus como Poseidón no lo han cumplido...

- ¿Y Hades? Tiene dos hijos.

- Hazel y yo nacimos antes de que se hiciera ese trato -miró al cielo y suspiró- Verás...

Me contó su historia. Su vida antes del campamento, el tiempo que pasó en el Casino Loto con su hermana Bianca, cuando Percy los encontró, su llegada al campamento, la muerte de su hermana, el tiempo que pasó solo y el que pasó en el Hades, me habló de su padre, de su amor secreto hacia Percy Jackson, de la increíble guerra contra Cronos y de la aún más increíble guerra contra Gaia.

Al final comprendí ese dolor que se ocultaba en sus oscuros ojos, esa expresión siempre triste. Sentí la necesidad de cambiarlo, de hacerle feliz por fin.

- Dioses, Nico... -me enjugué las lágrimas- No consigo imaginar por lo que has pasado, y yo que pensaba que mi vida era dura...

- No sientas compasión. La compasión es mala para un semidiós -siguió con la mirada perdida en las estrellas. Tal vez estuviera pensando en su hermana Bianca- Bueno, como te decía antes, una semidiosa como tú es algo inusual, los monstruos irán a por ti más que a por otros mestizos, así que te aconsejo que te dejes enseñar por Percy, él te ayudará a controlar tus poderes.

- Sí... -suspiré- Oye, gracias -le miré e intenté sonreirle.

- ¿Por qué? -me devolvió su oscura mirada, sin comprender.

- Por haberme contado todo esto... Tengo la sensación de que no sueles hablarle de ti a la gente, y me siento muy honrada de que hayas confiado en mí.

- Oh, eso... -se sonrojó un poco- La verdad es que no, no lo había contado nunca a nadie, supongo que... me recuerdas a Bianca, y por eso... -dijo estó último en un susurro.

- ¿E-en serio? Oh, Nico -reí un poco. El me miró algo molesto, ¿pensaría que me estaba riendo de él?- Es... es genial que pienses eso, la verdad, yo te veo como mi adorable hermano pequeño -le revolví el pelo con una amplia sonrisa. De verdad lo pensaba.

- No digas cosas tan embarazosas -se abrazó las rodillas y ocultó el rostro entre ellas. Sin duda, era perfecto como hermano menor- Además, tenemos la misma edad...

- Soy más alta que tú.

- Y yo nací 70 años antes que tú -me miró con una sonrisa burlona. Empecé a reir, y al poco tiempo, mi risa le contagió a él.

- Está bien, está bien -cogí aire, sin poder dejar de sonreir- Siempre podemos ser gemelos, ¿no?

- No nos parecemos mucho... -alzó una ceja, manteniendo aún su adorable sonrisa.

- Deja de poner pegas, eres mi hermanito y punto -le pasé el brazo por encima de los hombros. Parecía mentira que sintiera algo tan fuerte por ese chico cuando lo acababa de conocer. Me recordó a Anna y Hans, de Frozen, ¿nuestro amor también sería así de falso? ... Nah.

Pasamos un rato más hablando, hasta que se hizo bastante tarde, y cada uno nos fuimos a nuestras respectivas cabañas. Si no recordaba mal, la de Poseidón era la número 3.

Pasé por delante de todas las demás cabañas, admirando su estructura. Parecían bastante pequeñas por fuera, pero seguro que dentro eran enormes. Cosa de magia.

Al pasar por la cabaña número 7, la de Apolo, encontré a un chico tirado en la puerta.

- Tu cama debe de estar dentro -no se me ocurrió nada más inteligente que decir, no. Qué queréis que haga, me pongo nerviosa con los chicos guapos. Y este era especialmente guapo. Vamos a ver, que es hijo de Apolo. Belleza, música, poesía... Todo lo que necesito en un chico, básicamente.

- Me han dejado fuera -alzó la mirada. Una pequeña lámpara situada al lado de la puerta le iluminaba el rostro. Tenía los ojos de un color precioso. Marrón. Sí, no es gran cosa, diréis, pero era un marrón... muy intenso, profundo. Oh dioses, me atrapaba.

- Vaya, ¿y eso? -decidí sentarme a su lado. De cerca era aún más atractivo. Tenía una de esas caras que de dan ganas de estrujar de lo adorables que son. Oh dioses, oh dioses.

- Suelen hacerlo, estoy acostumbrado -soltó una de esas maravillosas risas naturales, como la de Will. Pero... la suya me llenaba aún más. Era, con total seguridad, el sonido más increíble que había escuchado. Esperaba no estar sonrojándome- Eres la nueva, ¿no? La hija de Poseidón.

No podía hablar de la vergüenza, así que simplemente asentí.

- Me alegro por Percy, algo de compañía no le viene nada mal, no me imagino una cabaña vacía -se incorporó un poco, y me tendió la mano- Soy Jude, ¿tú?

- M-Millie, -le estreché la mano- un placer.

Estuve unos 20 minutos charlando con él. Bueno, más bien escuchándole hablar, porque yo no era capaz. Me contó que no sabía por qué era hijo de Apolo ya que no se le daba bien tocar ningún instrumento, ni escribir, ni dibujar. ¿Qué sentido tiene ser hijo del dios del arte cuando nada de eso se te da bien? Según él, había heredado todo su no-talento de su madre, que era una negada en absolutamente todo. Menos en cocinar, cocinar se le daba bastante bien. Opinaba que la cocina también podía ser un arte, y yo estaba completamente de acuerdo. Antes de irme, puesto que ya le habían abierto la puerta, me prometió cocinarme algún día mi plato favorito. Estaba deseando que llegara ese día.

Finalmente, conseguí llegar a mi cabaña. Al abrir la puerta, encontré a Percy de pie, dando vueltas sobre sí mismo. Aguanté la risa, aunque me fue difícil.

- Percy, qué estás haciendo -cerré la puerta tras de mí y le hice parar, agarrándole por los hombros.

- Estaba esperándote. Has tardado mucho, ¿dónde estabas? -sus intensos ojos verdes brillaban de preocupación. A pesar de haberme conocido ese mismo día, su instinto de hermano mayor se había desarrollado bastante bien.

- Estaba con Nico en el lago, y luego con Jude, un chico de la cabaña de Apolo -le tranquilicé y se sentó en la cama. Me puse a su lado, y entonces él me cogió de la mano.

- Millie, no te hagas ilusiones con Nico, los hijos de Poseidón no somos su tipo, ¿sabes? -dijo esto con total seriedad, lo que a mí me hizo explotar en una enorme carcajada.

- No me interesa Nico, Percy, lo veo más como un hermano pequeño -le apreté la mano- No tienes de qué preocuparte, ¿vale?

- Vale... ¿Y qué hay de ese hijo de Apolo? ¿Te gusta? -su expresión de alarma era... alarmante.

- Llevo un solo día aquí, apenas le conozco, dame tiempo, ¿vale?

- Vale, pero cuando llegue el momento, recuerda usar siempre protección -al instante me sonrojé por su comentario.

- ¡P-pero de qué hablas! -me levanté y fui hacia mi nueva cama. Qué clase de hermano era ese, incitando a su pobre hermanita a tener relaciones sexuales.

- Lo siento -sonrió y se rascó la nuca. Me preguntaba si yo era igual de guapa que él- Esto es nuevo para mí, y... No sé, tengo miedo de hacer algo mal.

- Oh, vamos, solo sé tú mismo -me acosté en la cama y me tapé con las suaves mantas- Por cierto, mañana tú y yo vamos a recoger esta pocilga, que seguro que si fueras más limpio, me habría quedado impresionada con la habitación.

- De acuerdo... -rió con nerviosismo. En ese momento parecía yo la hermana mayor- Buenas noches, Millie -dijo mientras se acostaba también.

- Buenas noches, Percy -y entonces, se apagaron las luces.

Millie Curry y Los Dioses del Olimpo (PJO y HoO) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora