Me habían pasado cosas raras.
Una vez, cuando vivía en un orfanato al norte de Houston, encontré a una de las profesoras contándole a un chico que ella era su madre. Me pregunté que por qué estaría ese niño en un orfanato, si su madre estaba ahí. ¿Y por qué no le había contado ella eso nunca? También podría ser que estuviera colocada y estuviera delirando. Tal vez fuera mentira. Nunca lo supe.
Y cosas como estas, miles. En un orfanato pasa de todo. Pero nunca me había pasado nada tan raro como lo que sucedió ese día.
- Aún no me lo creo... -le confesé a Thalia.
Caminaba con ella hacia la desembocadura del río, donde nos encontraríamos con Leo y Nico. El viento soplaba en dirección contraria, pero resultaba suave y agradable. La hija de Zeus, que había decidido acompañarnos en nuestra misión, miraba al frente con la cabeza erguida. Irradiaba una seguridad que ya me habría gustado a mí tener, o al menos la mitad.
- Ya, es bastante raro, pero es la única explicación -me miró de reojo, y hundí la cabeza en los hombros al ver sus ojos azul eléctrico, refulgiendo como una tormenta. Aquella chica intimidaba.
- Supongo... -suspiré.
La noticia de que era descendiente de Hades se había recibido con sorpresa. Tanto yo como mis dos compañeros de misión nos sobresaltamos al oir esas palabras de la boca de Thalia. A mí no me parecía mal, de hecho, me hacía sentirme más unida a Nico, y eso me gustaba, pero no me lo esperaba para nada, no estaba preparada para eso. Ya pensaba que era bastante raro ser hija de un dios, pero, ¿descender de dos? Ni en broma.
Aquel descubrimiento también me hizo pensar en mi madre. ¿Había sabido ella que descendía de Hades? Y si lo sabía, ¿por qué me abandonó?
Su nombre era Sophie Curry. Había sido una buena madre hasta que, cuando yo tenía 7 años, empezase a actuar de forma extraña. Parecía tener miedo de mí; ya no me abrazaba, no me contaba los cuentos que ella misma escribía -era escritora de libros para niños-, no me despertaba todas las mañanas haciéndome cosquillas, lo que ayudaba a que mi usual mal humor por las mañanas disminuyera... Se empezó a distanciar, y un día me dijo que debía dejarme. No me explicó el por qué, ni me dijo a dónde iría. En ese momento, mientras pensaba en todo esto, ni si quiera sabía si estaba viva.
Lo más extraño de todo, es que yo no reaccioné. No lloré, no me entristecí. Tampoco me enfadé. Sabía que mi madre estaba mal, y si necesitaba alejarse de mí para mejorar, lo respetaría, pero nunca pensé que ella no fuera a volver a por mí.
Eso fue lo que me hizo guardarle rencor. Cuando fui algo mayor, a los 11 años, o algo así, me di cuenta de que ella no volvería. Siempre había tenido la esperanza de que viniera a buscarme y vivieramos de nuevo como antes, pero después supe que eso nunca pasaría.
A partir de ello, me volví una persona más fuerte, segura y fría en apariencia, pero en el fondo seguía siendo la niña ilusa que deseaba que su madre volviera a por ella.
Después del acontecimiento del campamento, esa coraza de falsas apariencias se esfumó. Me mostré tal y como era, una chica con una personalidad infantil, soñadora e impulsiva. Nunca me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba liberarme de aquella forma hasta que por fin lo hice. Era mucho más feliz, mucho más... como antes.
Quité a mi madre y al pasado en general de mi línea de pensamientos, y volví a la misión.
Llegamos a la desembocadura del río, y encontramos a Leo y Nico sentados en la hierba, en dirección al mar. Me acerqué lentamente hacia ellos, intentando no hacer ruido, y me situé en medio de los dos semidioses.
- ¡Bú! -exclamé. Nico me miró como si nada, pero Leo se cayó al suelo del susto.
- ¡Dioses Millie, no seas tan sigilosa! Te pareces a Nico... -se interrumpió y me miró como si tuviera un bicho horrible en el pelo.
Al instante me sentí fatal. Es decir... ¿por qué? ¿Qué razón había para que me mirara de esa forma? ¿El ser descendiente de Hades era motivo suficiente para pensar que soy mala persona? Seguía siendo la misma... Miré a Nico desesperadamente, buscando ayuda. El me tranquilizó acariciando mi brazo, y acto seguido se levantó.
Caminó hacia un lugar apartado, y en un momento se giró y me indicó que le siguiera, y así hice.
Llegué a su lado, y estuvimos unos minutos en silencio. Luego hizo algo que me sorprendió: me abrazó. A pesar de que Nico y yo nos habíamos hecho muy cercanos en ese tiempo, él nunca había llevado la iniciativa en un abrazo, casi siempre procedía yo, aunque pocas veces lo aceptaba.
Me aferré a él, y sin saber muy bien el por qué, comencé a llorar. Es decir, tenía una ligera idea, pero estaba demasiado pasmada por lo del abrazo que no podía pensar bien.
El hijo de Hades ahuecó sus manos en torno a mi rostro y me limpió las lágrimas con los pulgares. En sus ojos negros se reflejaba el sol, que estaba por salir.
- Pase lo que pase estoy aquí, ¿vale? -me tranquilizó- Eres mi mejor amiga, no lo olvides.
Contuve un sollozo y volví a abrazarle. Me susurró un casi inaudible "te quiero" al oído, lo que me hizo llorar aún más.
No podéis negar que tengo al mejor amigo del mundo, vamos. Es adorable.
- La gente... Es muy cruel con gente como... como nosotros... Con los descendientes de Hades, quiero decir... -dijo con un hilo de voz. Se notaba que hacía un esfuerzo por hablar del tema, que no era algo de lo que le gustara conversar- Casi nunca tenemos vidas felices, pero... desde que te conocí, siento que me han dado una nueva oportunidad de ser feliz, y quiero, sobre todas las cosas, que tú seas feliz también... Si para eso es necesario que no cuentes lo que eres, te guardaré el secreto, y obligaré a todos los que lo saben a que juren por la laguna Estigia que también lo harán.
Me quedé con la boca abierta. Lo que había dicho el italiano era muy noble por su parte, pero...
- No -dije con seguridad.
- ¿No? -alzó una ceja y me miró extrañado.
- No quiero que lo hagas. Quiero ser yo, y no quiero que nadie me margine por ello, ni a ti tampoco. Tengo que conseguir que se nos respete por quienes somos nosotros, no por quienes son nuestros padres o nuestros bisabuelos, que nos juzguen por nuestros actos... -suspiré. Nico me miró inescrutablemente.
- Tal vez... -vaciló- Tal vez tengas razón -sonrió, y sus ojos me transmitieron un brillo cálido poco común en él.
- Yo siempre tengo razón -le devolví la sonrisa y comencé a caminar- Vamos, tenemos que salvar a una amiga.
Oh dioseees, perdón por el retraso :'c No tenía móvil, así que no podía subir nada... Bueno, de todas formas aquí está. Bye bitches! <3
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Millie Curry y Los Dioses del Olimpo (PJO y HoO) [PAUSADA]
General FictionVale, sé que el nombre de esta historia no da muchas ganas de leerlo, pero qué queréis, es el nombre que me puso mi madre, y como soy la protagonista, esto tiene que tener mi nombre, ¿vale? Vale. Soy Millie Curry. Un día llegué a un lugar al que lla...