10. Experimentando en un camión

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Gallinas. Cientos de gallinas parlantes.

El camino hacia el "castillo" (más bien era un granero) fue bastante tranquilo, menos por un contratiempo sin importancia (a Leo se le había roto el cinturón y no paraban de caérsele los pantalones, cosa que a mí tampoco me molestaba mucho). El caso es que lo solucionamos rápido y continuamos con el viaje sin complicaciones.

Yo estaba ya mucho más tranquila por el tema de lo de ser descendiente de Hades y bla bla bla, llegué a la conclusión de que no me importaba, y que, además de ser una excusa más para tratar a Nico como a mí adorable hermano pequeño, el dios del Inframundo siempre me había parecido guay, al contrario que a muchos semidioses. Supongo que será porque ellos lo conocen. Meh.

Leo no me había hablado en todo el camino, ni si quiera me había mirado, cosa que me parecía fatal por su parte. Es decir, ¿me da regalos, me intenta besar y me ayuda a controlar mis poderes superguays de Aquagirl, y ahora como soy descendiente de Hades me manda a tomar por saco? Pues que le den, él se lo pierde. Bueno... He de decir que un poco de pena sí me daba... Por qué negarlo, a estas alturas, amigos lectores, ya todos os habréis dado cuenta: me enamoré de él. Del estúpido y sensualmente gilipollas Leo Valdez. Qué voy a hacer, si me gustan todos los imposibles; al principio fue Nico, aunque se me pasó enseguida (es gaaay, gaaaaaaay), luego Jude, ese idiota traidor, al que pensaba darle una paliza cuando lo encontráramos, y luego este, el chico en llamas, el Katniss... Katnisso... Mira, da igual. Leo Valdez. En resumen: mi vida amorosa es un asco. Como una caca de centauro.

Estábamos ya cerca del castillo EJEMgraneroEJEM, cuando empezamos a oír un revoloteo incesante. Qué digo de revoloteo, era como si cuatrocientas mariposas con las alas de acero estuvieran volando sobre tu cabeza. Solo que no eran mariposas, como cabía esperar: eran arpías.

- Esto es buena señal, ¿no? Buscábamos a una arpía -dijo Leo cuando las vimos. Nos escondimos tras una caja enorme que desprendía un olor dulzón, en la que se podía leer con letras de color rosa "Monster Donut". Supuse que eso sería lo que comen los monstruos. Donuts. Donuts monstruosos.

-Tenemos que hallar una forma de atravesar el valle sin que nos vean, -comenzó Thalia, haciendo caso omiso del latino- es imposible que podamos derrotar a tantas.

Y tenía razón. Había cientos de gallinas con cabeza de mujer, volando y lanzando alaridos incomprensibles. Percy una vez me había nombrado a una arpía amiga suya, que era la novia de nuestro hermano Tyson, el cíclope. Esperaba sinceramente que no fuera como esos bichos, porque no me haría ninguna gracia tener de cuñada a una cosa de esas.

- Podemos ir ahí -Nico señaló a un camión con las mismas letras que la caja, que estaba aparcado a unos 50 metros de donde nos encontrábamos

- Me parece bien -concluí, y todos fuimos corriendo hacia el camión.

Cuando Leo terminó de forzar la cerradura, abrimos la enorme puerta trasera, y nos escondimos tras unas cajas. Vimos a un terrígeno, que se acercó para cerrar la puerta, gruñendo que él ya la había cerrado, y luego se subió al volante.

- Directos al nido del buitre -suspiró Thalia.

- Querrás decir de arpía -dijo Leo. La cazadora le dirigió una mirada asesina.

- Es una expresión, Leo -le aclaré yo, y le puse a Thalia la mano en el brazo para que se relajara.

El chico asintió, y se mantuvo cabizbajo. Parecía avergonzado. Me acerqué un poco a él.

- ¿Estás bien? -pregunté.

- Sí, yo... -suspiró- Me he portado fatal contigo, Mills, lo siento, no sé qué me pasó, me dió miedo todo ese rollo de Hades y... -ocultó la cabeza entre las rodillas- Lo siento mucho.

Millie Curry y Los Dioses del Olimpo (PJO y HoO) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora