La última navidad que pasamos juntos, él me regaló mi primer palo de hockey de fibra de vidrio. Era de una marca del exterior, con tonos lilas en degradé; seguramente le costó una fortuna. Pero mi padre estaba orgulloso de mis habilidades en este deporte.
Luego de observar algunos fuegos artificiales, noté que papá se encontraba extremadamente callado. Mamá no lo notaba, o quizás lo ignoraba. Intenté sacarle conversación pero parecía negado, y ya entrada la madrugada, se marchó. Debimos esperar dos días para declararlo desaparecido, y meses después, fue hallado en una cochera, asfixiado con el humo del motor.
No pudimos darle "santo entierro", puesto que se había suicidado. Mis abuelos y mamá acordaron en incinerarlo y arrojar las cenizas al mar. Lloré desconsoladamente, hasta que la última partícula había sido consumida.
Jeremías Davis. 39 años. Trastornos psicológicos y esquizofrenia.
Nos enteramos de sus trastornos mucho tiempo después, en una visita a los tíos Davis. Mi madre se encontraba en un estado lamentable, y yo había bajado casi 10 kilos. La noticia no fue recibida con agrado y nos costó digerirla con el almuerzo. Debíamos mantener el secreto, por el bien del abuelo.
Esa noche, dormí con mi madre. Rezamos juntas y hablamos hasta las tres de la madrugada. Intentó culparse, repitiendo una y otra vez que ella no le prestaba suficiente atención a papá, que pasaba demasiadas horas fuera de casa. Yo sabía que ella no tenía la culpa, que lo que le pasó fue consecuencia de no haber tomado medicinas ni haber mencionado de sus enfermedades.
- Tienes razón, Nini. Al fin y al cabo, uno nunca termina de conocer bien a la persona que tiene al lado- dijo mi madre, medio dormida, para convencerse.
En aquel entonces, no entendí muy bien lo que quiso decir, pero ahora que lo recuerdo, es extraño y hasta irónico.
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Esta soy yo
Teen FictionA veces debemos abrir un poquito nuestra coraza, y dejar que las personas vean lo que sucede dentro de ti. Esta soy yo, Nichole Davis, y esta es mi historia.