VIII

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Malas noticias para la familia: mamá perdió al bebé. Era un niño, pero según entendí, se ahogó con la placenta. Los médicos no se dieron cuenta hasta el momento de la cesárea, o sea, tarde.

La depresión en ella se había potenciado. Yo quería estar a su lado, acompañarla en su dolor, acariciar su pelo mientras lloraba, pero Benjamín estaba ahí.

Babs me sugirió una eterna pijamada en su casa. Pasar los días que le lleve a mi madre recuperarse, para no tener que sufrir más. Mis ataques de ira, de miedo, de pánico, mis cambios de humor, eran cada vez más críticos e incontrolables. Por ejemplo, una vez lloré porque la sopa que me estaba haciendo me había quedado muy salada, o me enojé al punto de romper un libro de dibujos porque no lograba hacer el efecto que quería.

- Nini, no es que me asustes...- Babs apoyó su mano en mi hombro, y pesaba- Pero creo que deberías preguntarle a la psiquiatra si puede recetarte algo más.

- Lo haré en la próxima sesión.

Mentira. No estaba asistiendo y las pastillas que me quedaban, las tiré por el inodoro. La ridícula me había diagnosticado algo parecido a la esquizofrenia, pero tenía un nombre raro.

Una noche de tormenta, me costó conciliar sueño. Le busqué charla a Babs hasta cansarla. Jugamos a las cartas, nos inventamos historias, pero yo seguía con energías.

- Juguemos a verdad o consecuencia- propuse, pero mi prima se veía realmente cansada.

- Nini, ya es bastante tarde...

- Uno solito, chiquitito y cortito- le rogué en tono infantil para convenserla.

- Bueno, bueno. ¿Verdad o consecuencia?

- Verdad- respondí segura.

- ¿Con quién fue tu primer beso?

Ouch. Le había mentido aquella vez, diciendo que en una fiesta me encontraba algo borracha, y besé a algún chico. La verdad es que mi primer beso fue con Benjamín, la primer noche que me violó.

- No me acuerdo, ya te lo había contado. ¿Y el tuyo?

- Ah, no. Yo elijo consecuencia- se burló.

- Te reto a que me lo digas- le saqué la lengua.

Después de reírnos, nos quedamos en un silencio tan tenso que se podía tocar. Esas charlas no son para esa hora de la noche.

Noté que se había sonrojado con la pregunta de experimentar. Babs confesó que, sin quererlo, le dio un beso a Lola, su amiga, y sintió que le gustó.

- Pero no debió ser la gran cosa. Seguro fue la vergüenza misma- habló exagerada.

- Quizás no. Quizás te atrae. Quizás te atraen las chicas y ya- lo dije en broma, y sin embargo pareció considerarlo.

- ¿Podríamos probar? Sólo... para sacarme la duda...

No lo creía. De pronto Babs estaba frente a mí, hablando en serio.

- Que esto quede entre nosotras.

- Entre nosotras- repitió conmigo.

Nos acercamos con cuidado, cerramos los ojos, respiramos profundamente y chocamos nuestros labios por una centésima. Nos separamos como si fuera algo realmente asqueroso.

- ¿Y?

- ¿Y, qué?- lucía alterada.

- ¿Qué pasó? ¿Te... gustó?

Era algo muy incómodo. No contestó y no hablamos de eso nunca más. Cada cual continuó su vida, sin dirigirnos la mirada, pero sin romper nuestra promesa.

Quedó entre nosotras por muchísimo tiempo.

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2017 ⏰

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