DECEPCIÒN

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A pesar de todo debo reconocer que no fue tan duro el golpe de saber que se fijarán en Alejandra y no en mi... Bueno tiene mucha lógica, siempre tiene lógica. Estaba llorando en el cuarto que me había dado mi tía Mirna
-Diego,Eres un niño, ¿por qué lloras, si sabes que siempre te pasara esto?- Exclamé. Todos estaban afuera así que nadie me podía oír, tal vez tenga estos pensamientos por el miedo y el anhelo que tengo a quedar enamorado de alguien, viendo todos los estereotipos y siempre el famoso final feliz. Aún me preguntaba por qué estaba llorando ¿Las hormonas? Lo dudo mucho, Alejandra tampoco tiene la culpa de nada aunque no me arrepiento de que se hubiera quemado con su cigarro, fue algo demasiado extraño, también me pregunto cómo el cigarro salió volando, ni siquiera me percaté que sucedió después ya que entre corriendo a encerrarme a llorar aggh! Deja de hacerte tantas preguntas Diego.Tome un pañuelo y me limpie las lágrimas, me levante estirando los brazos, di unos cuantos pasos hacia la puerta del cuarto y la abrí un poco, dejaba ver hacia la puerta principal
-Espero que pronto vengan a visitarnos, siento mucho lo que sucedió Alejandra, espero que te cures-
-Eso espero tia...- Escuche cómo se despedían de mi abuela y de los demás, me aleje de la puerta di tres pasos y me tumbe en la cama, empecé a tocar lentamente mi cabello mientras observaba el techo y sin darme cuenta mis ojos se entre cerraròn hasta que me quede profundamente...dormido.
-Diego ya levántate- Abrí mis ojos repentinamente era mi abuelita, su voz siempre muy suave me hace despertar tranquilamente aunque esta vez fue la excepción
-Buenos días- Exclamé esbozando una pequeña sonrisa, me levante de la cama, me puse una ropa cómoda y salí del cuarto diciéndole a todo el mundo BUENOS DÍAS
-Diego cariño podrías ayudar a meter las cajas de la mudanza, tus abuelos no podrán solos- Dijo mi tía Mirna de una forma muy Amable y educada
-Por Supuesto tía, yo me encargaré- Exclamé con una pequeña sonrisa, camine hacia la puerta principal que estaba abierta, al salir me encontré con el coche, abrí la cajuela y saque primero una caja mediana, no estaba muy pesada así que la puse primero en la banqueta, después trate de sacar una más grande pero estaba más pesada, al sacarla no pude aguantar y se me fue por accidente de las manos -Diablos...- me agaché para volver a levantarla -¿Necesitas ayuda?- Una Dulce, suave y a mi parecer sexy voz me hizo esa pregunta, no sabía quién era hasta que para mi sorpresa levante mi mirada e inmediatamente vi esos hermosos ojos azules -No...Me... Vendría mal- dije con
algunos nervios - Okey, entonces es un sí- Levanto la caja con mucha facilidad y sin ningún problema , parecía que estaba levantando una caja pequeña
-¿La dejo aquí?- Preguntó esbozando una sonrisa que hizo que que apretara fuertemente un borde del coche -Si, justo ahí- Dejó la caja en su lugar y se dirigió a mi, levantó su mano y la puso en posición de saludo -Creo que no nos hemos presentado, Soy Jonathan, trabajo en el establecimiento de enfrente - Respondí el saludo con nervios que apenas podía controlar -Hola, me llamo Diego me acabo de mudar y mucho gusto Jonathan- Hice una sonrisa de niño pequeño, dejamos de estrecharnos la mano -Muchas gracias por tu ayuda , realmente eres más fuerte que yo- Bajo su cabeza sonriendo y subió su mirada hacia mí -¿Lo crees?- Me preguntó -Si , lo creo - Le respondí con una sonrisa- Creo que nos vamos a llevar muy bien Diego- exclamó dando unos pasos hacia atrás
-Te daré muchos problemas- Respondi haciendo una sonrisa pícara -Me encantan los problemas- Exclamó soltando una pequeña carcajada
-Buenos pues... Te dejo, debo de acabar con algunas cosas y tú debes de terminar de arreglar para la mudanza- Dijo Jonathan, -Oh esta bien, después nos vemos-
-Cualquier cosa me encuentras en frente de tu casa, literal- Hice una pequeña sonrisa, el volvió a ponerse en posiciòn de saludo, y le respondí, nuestras manos se volvieròn a tocar... Pero algo pasó, algo muy extraño, cuando nuestra piel volvió a estar en contacto sentí un frío en todo mi cuerpo, algo inexplicable que se extendía en mi, no sabía que estaba pasando, él se quedó estático, pareciera que lo sentía también, nuestras miradas se cruzaròn y detenidamente observe sus ojos azules ¿Qué está pasando?
-Jonathan...-Susurre
-Diego...- Susurro sin quitarme los ojos de encima.
Y de una forma delicada fui soltándome de su mano para romper la tenciòn de ese momento.

EL CHICO DE LOS OJOS AZULESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora