Cuando salgo a desayunar ya estaban todos sentados a la mesa, y cuando digo todos me refiero a que Fergus también. Thalia decía estar decepcionada con su comportamiento y Odell le seguía la corriente. Mientras, él se limitaba a asentir y dar grandes mordiscos a un bizcocho muy esponjoso que soltaba azúcar a cada bocado. Me siento a su lado y me uno a su batalla por acabar con el dulce del tamaño de mi almohada, sin dejar de disfrutar del zumo de naranja, otra cosa que había probado a penas un par de veces en mi vida.
-¡Chicos! ¡Mirad como os habéis puesto! Llegaremos dentro de muy poco y tenéis que estar impolutos. Id ahora mismo a lavaros la cara y arreglaros. ¡Las cámaras estarán pendientes de todo detalle!
Obedecemos sin rechistar, no tenemos muchas opciones. En el baño, me lavo la cara llena de azúcar, y me aparto el pelo de la cara cogiendo con una horquilla un mechón de cada lado.
Cuandosalgo al salón están todos bebiendo té, me siento junto a ellos en un sillón a parte pero, es tan blando que a pesar de mi poco peso me hundo en el y me siento ridícula. Un avox aparece de la nada y me sirve un té que Thalia dice ser relajante porque en menos de una hora estaremos en el Capitolio.
El tiempo pasa muy despacio y tengo náuseas. Llevamos unas tres tazas cada uno cuando el paisaje de la ventana comienza a cambiar. Dejamos atrás una zona boscosa, y pasamos por lo alto dé una presa, si me asomara vería la silueta del Capitolio, pero no quiero hacerlo.
No quiero verlo, no quiero ir, no quiero nada del sitio donde se toman las decisiones que nos cuestan la vida a los de los distritos.-Johanna, tu no vas a ir de temible así que seria buena idea que saludaras, sonrieras,... Que fueras adorable, o al menos simpática. ¿De acuerdo? -Dice Odell.
Respondo con un gesto entre la duda y el asentimiento, da por hecho que le haré caso y enseguida deja de prestarme atención.
-Fergus, tu puedes elegir. Si quieres puedes ser más frío, como veas. Según lo que hagas prepararemos tu entrevista.
-Frío.Fergus tiene la oportunidad de no fingir para ellos y aún así conseguir patrocinadores. Yo sin embargo tendría que sonreír como una estúpida a cambio de una sopa en caso de que sobreviviera al baño de sangre.
De repente el tren reduce la velocidad, me acerco a la ventana más por obligación que por curiosidad, y veo los edificios de alturas y formas imposibles. No hay ni un árbol, nada natural. Miro hacia abajo y ya veo el andén de la estación, cuanto más avanzamos más nos acercamos a la multitud que nos dará la bienvenida. Sonrío con lo que intento que parezca alegría, simpatía, o algo agradable, pero temo estar mostrando una mueca de pánico.
La gente viste como Thalia y Odell, se ve raro a tantos juntos. Sonríen, aplauden, saludan, y algunos gritan con entusiasmo mientras nos esperan, pero cuando bajamos del tren se desata la locura. Todos intentan vernos de cerca, pero pocos lo consiguen pues un puñado de agentes de la paz forma un muro a nuestro alrededor separándonos de ellos.
Estamos en el Capitolio y comienzo a ser más consciente de lo que me espera, a partir de ahora todo serán cámaras y miedos.
ESTÁS LEYENDO
Los juegos del hambre - Johanna Mason
FanfictionEsta es la historia de como mi país me metió en sus macabros juegos y me subestimó, de como lo dejé sin habla y, de como me quedé sola. Soy Johanna Mason, del distrito 7. *Historia iventada a partir de la información disponible sobre Johanna*