Horas después del baño de sangre, empieza a anochecer y busco un árbol frondoso donde dormir escondida. La mayoría tienen bastantes hojas a pesar de no ser de hoja perenne, por lo que supongo que han sido modificados para soportar el frío de este lado de la arena.
Al poco encuentro uno fácil de subir con el que puedo pasar a otro más alto en el que quedaré bien escondida, pero antes de llegar arriba un sonido de trompetas me asusta haciéndome perder el equilibrio. Por suerte no llego a caer, aunque he estado cerca. Veo como en el cielo salen las caras de los tributos caídos y presto atención para ver si Fergus sigue vivo. Una vez segura de que no ha muerto, busco una posición con ayuda de unas ramas, para dormir sin peligro. A pesar del hambre, la sed, y el miedo, a medianoche estoy dormida.-¡No! ¡No por favor! ¡Aaaaaah!
¡¿Que ha sido eso?! Me despierto asustada por los gritos cercanos. Están atacando a alguien.
-Que escandalosa ha sido ésta. -Dice una voz de chico.
Alguien le da la razón y al poco suena un cañonazo.Tengo cerca al menos a dos personas que acaban de matar a una chica. Me quedo muy quieta esperando que se alejen, pero los busco con la mirada hasta ver a dos chicos y una chica con gorras, mochilas y largos cuchillos. Por suerte se alejan de mi pero, parecen asentarse a unos setenta metros para comer y descansar, quizás han pasado la noche de caza.
Asustada decido bajar del árbol para alejarme de ellos, pero me encuentro el cadáver de la chica y caigo en la nieve por la impresión. Tiene varios cortes profundos en la espalda que sangran hasta manchar la nieve.
Un ruido extraño me alerta del aerodeslizador que viene a por su cuerpo y sé que tengo que alejarme pero, antes de hacerlo veo que tiene algo en la mano, un pequeño muslo de algún animal del tamaño de una gallina. La desesperación gana al miedo y cojo el muslo. Me alejo de la chica y del grupo, soplando y dando toquecitos con el dedo al muslo para limpiarlo todo lo posible. Está desplumado y poco cocinado, no se como lo habrá hecho pero lo como con gusto.
Al acabar me da sed, llevo un día entero sin beber nada así que tengo que encontrar agua pronto pero, entonces me doy cuenta: La nieve. Cojo un buen puñado y me lo meto a la boca sin pensar que el capitolio podría haber hecho que fuera venenosa o algo así. Está helada pero poco a poco se deshace y cuando no queda nada, repito el proceso con menos cantidad.
Paso el día sentada en una rama baja, muy atenta a no encontrarme con nadie, y usando la nieve para saciar la sed. Empieza a anochecer y no he encontrado ni tributos, ni comida, ni sorpresas. Con suerte seguirá así y moriré de hambre, sin mucho sufrimiento ni para mí ni para mi familia.
Es curioso lo fácil que resulta tener ciertos pensamientos. No creo que yo tenga el más mínimo instinto de supervivencia así que supongo que toda una vida viendo esto me ha hecho interiorizarlo de tal forma que no tengo que estar muy serena para hacer cosas como huir o esperar las trompetas al anochecer, como hacen ahora mismo.
Subo a lo más alto del árbol y espero a que salgan en el cielo las caras de los tributos caídos. Pasan las caras de dos chicos y una chica, la que me encontré apuñalada. Resulta ser del distrito nueve y tiene una cara infantil con penetrantes ojos claros. Me acomodo para dormir en la arena por segunda vez, sabiendo que esta noche saldrá en mis pesadillas.
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Los juegos del hambre - Johanna Mason
FanfictionEsta es la historia de como mi país me metió en sus macabros juegos y me subestimó, de como lo dejé sin habla y, de como me quedé sola. Soy Johanna Mason, del distrito 7. *Historia iventada a partir de la información disponible sobre Johanna*