~AL CAPITOLIO ~

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Me pongo el vestido más simple que encuentro, aunque resulta ser algo lleno de diminutos lazos verdes, y salgo después de mucho llorar y dormir. Es casi la hora de cenar y Thalia y Odell están sentados en un sofá de pelo rojo mientras conversan animadamente.

-Hola. -Susurro.

-¡Vaya! La princesa se digna a aparecer. ¿El rey va a salir también? .-Dice Odell en tono burlón.

-Lo siento... Necesitaba dormir. 

-Disculpada quedas, pero en el Capitolio esto no se te va a permitir. Tendremos un horario que cumplir. -Mientras lo dice, se pone de pie junto a mi, y con los tacones y el ridículo tocado amarillo que lleva hoy, mide al menos dos cabezas más que yo. Thalia me aterra, sobre todo su enorme sonrisa. ¿Cómo puede sonreír así? Parece que en cualquier momento vaya a comerme.

Cuando me doy la vuelta, la comida está servida, y tres criados se alejan discretamente por el pasillo. Aunque nunca he visto ninguno estoy segura de que son avox, y solo de pensarlo se me seca la lengua y me cuesta respirar.

Nos sentamos y comemos una extraña ensalada morada. Todo es morado, hasta los tomates. No tiene muy buen aspecto pero todo sabe a lo que se supone que sabría sin estar modificado así que la como con gusto. Mientras empezamos con los segundos platos, reparo en su ausencia.
-¿Dónde está Fergus?
-Oh querida, el chico tampoco ha salido de su compartimento desde ayer. Pensábamos que lo habíais acordado.
-Exacto. Thalia ha ido a buscarlo para desayunar y para comer, y la ha ignorado. Pero bueno, peor para él, aunque esté fuerte le iría bien comer. En la arena no lo tendréis precisamente fácil para encontrar alimento. No se llaman los juegos del hambre por nada, princesa. -Y mientras me hunde un poquito más, él ríe exageradamente por su ocurrencia.

Después de cenar nos quedamos en el vagón comedor pero, en los sofás y la mesita de café. Hablan sin parar pero pronto se retiran a sus compartimentos mientras yo me quedo allí sentada mirando a la nada. Cuando ya pensaba en irme, un avox entra con un pequeño mantel, cubiertos, y una copa. Me mira dubitativo hasta que se decide a poner la mesa y, enseguida se aleja por un pasillo tan discretamente como antes lo hizo con los demás.
Unos minutos después vuelve con Fergus.
-¿No dirás nada verdad?- Dice con recelo.
-¿Qué?
-Esto. No creo que les haga mucha gracias que les ignore y salga cuando no están. Es una falta de respeto y bla, bla, bla.

Niego con la cabeza y el chico se sienta a la mesa con ganas. Cuando está acabando de comer las sobras del asado con verduras, el avox le sirve un poco de la crema espumosa de chocolate y no puedo evitar mirar el cuenco con deseo. Enseguida hay otra ración en la mesa para mí, así que me siento frente a Fergus y cojo una pequeña cuchara dorada.

-¿Por qué sabía que saldrías?-Pregunto en un susurro.
-Ésta mañana me levanté temprano y desayuné antes de que despertaran. Le pregunté si me podría dejar sobras y avisarme cuando fueran a dormir, aunque no tengo ni idea de si está infringiendo alguna norma o no.

Los dos devoramos con gusto la crema de chocolate hasta que recuerdo algo. 
-Cuando salió tu nombre en la cosecha parecidas enfadado...
-Era mi último año de cosecha.-Dice con dureza.
-Oh...
-Mi último año. -Murmura para si. -Por un momento pensé que me había librado de ésta basura pero la muy estúpida sacó mi nombre.

Nos quedamos en silencio acabando el postre hasta que es tarde y vamos hacía los compartimentos.
-Oye, ¿Tú que harás en la arena? -Me pregunta antes de cerrar mi puerta.
- Supongo que correr...
-Pues corre. No me voy a ir sin luchar, pero no quiero pensar en la posibilidad de hacer algo a alguien del siete. Si nos encontramos cambiamos de dirección. ¿Trato hecho?
-Vale... -No le conocía antes de la cosecha, así que agradezco sus palabras.
-Buenas noches, Johanna. -Dice mientras entra en su compartimento.

Me quedo un segundo allí cogiendo el pomo de mí puerta, hasta que cojo aire, cierro, y voy a la cama. Esa noche sueño con la cosecha. Todo era normal hasta que Thalia decía mi nombre, y ahí empezaba el bucle.
-¡Johanna Mason! - Decía Thalia mientras su sonrisa de alargaba hasta tocar sus orejas.
Y entonces mis padres llorando a mares mientras mi nombre resuena en la plaza y Thalia lo repite hasta que me fallan las piernas y caigo en la cama de mi compartimento bañada en un sudor frío que me deja el camisón pegado a la espalda. 

Me cuesta volver a dormir, doy vueltas y vueltas en la cama hasta que consigo relajarme. Pero sólo he dormido un par de horas cuando Thalia vuelve a llamar a la puerta.

-Es hora de desayunar y arreglarnos, hoy todas las cámaras estarán pendientes de nosotros durante un buen rato. ¡Hoy llegamos al Capitolio!

Los juegos del hambre - Johanna MasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora