Valdangelo- Vestidos de niña

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Mil gracias por los 2k leidas y más de 100 votos, estoy contentisima <3 ¡Gracias a tod@s!
Va dedicado a todas las personitas que leyeron, votaron y comentaron <3 <3 <3

Este one-shot esta ambientado en la epoca en la que Nico Di Angelo nació,  un poco antes.
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Un niño de escasos 9 años, con rulitos en su oscuro cabello y preciosos ojos chocolate jugaba con sus vecinos del barrio en la calle, persiguiendose entre ellos, riendo. Bueno, no todos los niños del barrio.

Nico Di Angelo estaba en su propio jardín, jugando con muñecas de trapo. Ah, y llevaba puesto un vestidito rosa y negro.

Nico era un chico también de escasos 8 años, quién vivía junto a la casa de Leo, el niño de rulitos. El primero gustaba de jugar con muñecas y vestirse como niña...pero ni las niñas de su barrio querían jugar con él, lo dejaban de lado. Y los niños se burlaban de él.  Todos lo miraban con asco, o con lastima, quizás pensando que clase de problema mental cargaba el niño.

Solo su madre lo aceptaba. Y se habia separado de su padre por ello. Su padre había intentado mil cosas para quitarse eso a su hijo, pero no hubo caso.

La mama de Nico estaba bien así. Adoraba a su hijo, y le importaba poco lo que los demás pensaran. Pero tenía miedo de que nunca lo aceptaran, o que llegaran a golpearlo... tenía muchisimo miedo de ello. Pero no pensaba avergonzarse de su precioso hijo. Con muñecas o autos, pantalones o polleras, era su hijo.

Las vacaciones de verano terminaron,  y con eso las vacaciones de su madre. El no hiba al colegio. Después de que algunos niños de su clase se burlen de él y le gritaran cosas horrendas, su madre fue a hablar con los directivos, pero todos le decían lo mismo: No podemos hacer nada, que deje de venir con vestidos si quiere que esto pare.

Eso fue sumamente injusto.

La madre de Nico, por suerte, había conseguido a una comprensiva profesora, quién le impartía las clases a Nico en su casa. Desde que la maestra se hiba de su casa hasta que llegaba su madre habian dos horas que Nico aprovechaba para sentarse en el muelle a jugar con sus muñecas, lejos de las miradas de cualquiera. Jugar en su casa le aburría. Su madre no sabía nada de sus pequeños escapes, siempre llegaba antes de que ella llegara del trabajo.

Un dia, Leo se habia alejado de sus amigos y acercado al desolado muelle, curioso por lo que él chico raro podría estar haciendo, tan solo y alejado.

Nico jugaba tranquilamente, con una pequeña sonrisa en su inocente rostro.

Leo se sentó a su lado. El menor se tenso, e intentó inmediatamente esconder sus muñecas en su vestido.

El de rulos no entendía por que todos se alejaban de ese chico. El no veía mal lo que el hacía, y detestaba verlo asustarse de esa manera cuando creía que alguien hiba a burlarse. Lo había notado; desde hace un tiempo atras que sus ojos chocolate lo seguían cada vez que podia. No entendía que era ese sentimiento, pero era consciente de que algo le sucedía,  y que aquello era extraño,  quizás incorrecto, pero su pequeño corazón latía con fuerza cuando lo veía. Y su estomago se llenaba de una rara sensación, una muy desconocida para él.

Nico lo miro con timidez cuando no vio reacción alguna en su vecino.

-No voy a burlarme.- Respondió por fin el de rulos.

El de cabello negro bajo la mirada, algo temeroso.

Y así, todos los días se veían en el muelle, pero un día Leo no llegó.

Un niño con un adorable vestido violeta, de unos 10 años, estaba frente a la casa de su mejor amigo, quien se había ganado ese título con él tiempo. Leo lo protegía, era cariñoso con él e incluso alguna vez jugaban juntos con las muñecas de trapo. Y ese día no había ido a jugar al muelle. El siempre avisaba cuando no hiba a ir por cierto motivo. 

Le abrió la madre del de ojos chocolates, sorprendida por la visita. Ella no estaba enterada de lo que sucedía,  pero al ver al niño tan preocupado por su hijo, lo dejo pasar. Nico rápidamente subió las escaleras, viendo la puerta entreabierta de Leo, y después de tocar y recibir un débil "pase", entró.

Se encontró con su mejor amigo acostado en la cama, con su piel pálida,  signo de que tenía algo.

-Solo es un resfriado, estoy bien.- Informó el mayor, quien cargaba ya 11 años. Se sentó, apoyando la espalda en unos almohadones que el de vestido rapidamente acomodó. Se sentó en el borde de la cama, quedando sus cortas piernas en el aire.

Dos horas más tarde, ambos cayeron dormidos, uno junto al otro, en un tierno abrazo.

Los sentimientos por ambos lados habían crecido, pero ninguno los había mencionado. No se atrevían. Temían que pudiera significar aquello.

Nico había despertado, pero estaba tan cómodo que no quería moverse. Los brazos cálidos de Leo lo protegían, lo calentaban, lo reconfortaban.

Alzó la vista,  y se encontró de lleno con los labios de su mejor amigo. Y algo lo atrajo a ellos. Apoyo sus labios contra los ajenos, solo en una sutil caricia,  y se separó,  completamente sonrojado. 

-¿Por que te separaste? -La suave voz del de ojos chocolate lo asustó. Se sentía pequeño, asustado.

Sin esperar respuesta, un muy adormilado Leo volvió a juntar sus labios castamente.

Tres años más tarde~

Ambos chicos de ahora 14 y 13 se encontraban escondidos detrás de los árboles del parque, su nuevo escondite.

Ambos semi adolescentes compartían dulces besos, sin profundizar ya que no sabían hacerlo. El de falda estaba sentado sobre el de rulitos,  y este lo sostenía de la cintura firmemente. Ambos tenían sus ojos cerrados, compartiendo un tierno beso, moviendo rítmicamente sus labios.

Sabían que la gente no debía verlos, que eso que ellos disfrutaban tanto era prohibido y era un pecado, pero les era imposible no hacerlo. No cuando se querían tanto. Sus manos picaban por estar en el cuerpo del otro y sus labios pedían a gritos unirse dulcemente.

-Nico...

-Leo...

Susurraban sus nombres entre suspiros. Era tan... increíble. Ese sentimiento era tan fuerte, cada vez los obligaba a estar más juntos.

La primera vez que se habían confesado su cariño fue cuando una niña había besado con ternura y sentimientos latentes,  a modo de confesión,  a Leo. Nico había llorado, con un fuerte dolor en su pecho y le habían gritado "Maricon". Leo siempre lo había protegido, y esa no fue la excepción. Ese dia, escondidos en un armario se aseo del colegio, (Nico habia conseguido convencer a su mama de que lo dejara ir a clase como los demas niños, por Leo) con un Nico lloroso, Leo había tomado su rostro entre sus manos y le había susurrado un "te quiero". Nico, con una sonrisa que no cabía en su rostro, había preguntado "¿Más que a cualquier niña? " y Leo, firme, habia respondido "Más que a cualquiera".

Solo sabían que se querían como un padre quería a una madre, que adoraban besarse, y que hiban a estar juntos para siempre...

Cuando Leo tenía 16 años y Nico 15, habían salido juntos a dar un paseo. Y los asaltaron.

Leo siempre protegía a Nico, y esa no fue la excepción. El se interpuso entre el disparo que el ladrón le propino al menor. Los ladrones corrieron, pero cuando vieron que Nico se encontraba por gritar, entre las lagrimas que recorrían furiosamente su rostro, desde algunos metros, dispararon. Un cuerpo inerte cayó sobre el otro, casualmente sus manos cayeron una sobre la otra.

Al siguiente día,  los cuerpos fueron encontrados. Una tumba junto a la otra fueron colocadas en él cementerio.

El tiempo pasó y una frondosa y fuerte planta empezó a crecer de la tumba de Leo y se juntó con la que salió al mismo tiempo de la de Nico.

...para siempre.

*****

Se que quedó muy rara, la idea final (la planta) la saque de un libro que leí cuando era chiquita. Quedó muy general y poco explícito,  pero espero que les guste, esta hecho con amor y recién salido del horno <3

One Shots PJO/HoO (Valdangelo, Percico, Jercy & more)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora