Capítulo 1

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Ya son cuatro años desde que mis padres, mis hermanos y yo nos vinimos a vivir a Corea. Aquí fue donde recibí mi implantación de cornea y aquí fue donde he tenido mi tratamiento de recuperación y mis chequeos médicos anuales. Vivo en una casa no muy adinerada pero era bastante grande y espaciosa. Soy nacida y criada en América Latina, pero por mi trasplante nos vinimos a Corea por un tiempo pero por ahora no tenemos planes de regrésanos ya que aquí a mi padre le ha ido muy bien o quizás mejor que en América Latina. Era una tarde soleada en inicios de la primavera, mi estación favorita. Caminaba de regreso a mi casa luego de ayudar a una vecina en su floristería. Abrí la puerta y entré para dirigirme a la cocina a saludar a mi madre.

Anne: Ya regresé – dije

Madre: Bienvenida – dijo sonriente

No dije nada más y subí a mi habitación. Tomé ropas limpias y fui a ducharme. Dentro de la ducha me tomé mi tiempo para relajar mi cuerpo. Al salir puse mis ropas y luego volví a mi habitación. Puse mi celular sobre la mesa de noche y me acosté a descansar. Miraba el techo pensando en nada e intentar en no pensar. Aunque quería ser más fuerte, recordé aquella vez cuando creí tener una amiga cuando era una chica ciega. Un poco molesta me levanté y me detuve a mirarme en el espejo. Miraba mi rostro que no tenía una expresión facial. Era la misma de siempre, sin una sonrisa que enseñar ni una historia que contar. Me voltee a ver la puerta luego de escuchar que alguien tocaba detrás de ella.

Madre: Ya la cena esta lista, baja que se enfría la comida – dijo detrás de la puerta

Anne: Estaré allí unos segundos – respondí

Volví a mirarme al espejo y arreglé mi cabello. Salí de la habitación y me dirigí hasta las escaleras para encontrarme con mi hermano mayor, Henry.

Henry: Deberías bajar – dijo

Anne: Tú también deberías hacer lo mismo – respondí

Henry: Entonces bajemos juntos – dijo

Sonreí por cortesía y bajé junto a mi hermano. Frente a la mesa me senté y allí iniciamos a comer. A mi derecha estaba mi padre, quien siempre tenía una actitud un poco impositiva ante lo que quieren mis hermanos. A mi izquierda estaba mi otro hermano mayor, Abel y frente a mi estaba mi madre. Comimos en silencio sin decir nada, solo se escuchaba el sonido de los cubiertos tocar los platos. Terminé de comer primero ya que siempre soy la que menos come, o por lo menos desde hace cuatro años. Me levanté con el permiso de mis padres y llevé mis platos a la fregadera. Antes de subir a mi habitación, mi padre me detiene.

Padre: Deberías irte a estudiar algo que te guste – dijo sin mirarme y dándome la espalda

Anne: Me siento bien ayudando a la vecina en la floristería – respondí

Padre: No siempre será atender flores y el negocio de la vecina – comentó – no pretendo que estudies algo que tenga que ver con administración o gerencia – añadió

Anne: Padre, de verdad no se moleste – dije – por ahora me siento bien ayudando a la vecina – insistí

Sin más que discutir con mi padre, me regresé a la habitación. Allí me senté en mi escritorio y saqué mi diario. Escribí en él todo lo que pensaba y sentía para desahogar mi sentir. Siempre me considere una chica tranquila, pero desde que la persona consideré como mejor amiga me traicionó con quien se supone que era mi novio, mi vida cambió mucho. Aun recuerdo aquellos comentarios que dijeron por mi ceguera. Según ellos siendo ciega sería un eterno estorbo para ellos y para todo el mundo. De solo recordarlo salen mis lágrimas sin mi consentimiento.

Granada al CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora