III.

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Se encontraban en una reunión convocada por Natsu. La única que faltaba era Juvia, pues el de pelo rosa había insistido en que era mejor que descansara en casa tras salir del hospital. Todos se encontraban sentados al rededor de una mesa alargada, la cual usaban para reuniones. Makarov presidía la mesa, con Laxus a su izquierda y Erza a su derecha, el resto estaba sentado sin orden aparente y Natsu estaba de pié, al lado de una pizarra blanca.

—Natsu, no tenemos todo el tiempo del mundo —Erza lo miró amenazante y a Natsu le recorrió un escalofrío.

—Bu-bueno, mejor empiezo —se aclaró la garganta, asustado por su mánager—. Tengo una idea para subirle la moral a Juvia.

Los presentes en la sala se quedaron un tanto desorientados, sin saber muy bien que pensar. Las ideas de Natsu siempre eran locuras.

—Más te vale que no sea una broma, Cerebro de humo —gruñó Gajeel con el ceño fruncido.

—Claro que no lo es, Hierro oxidado.

Se miraron mal, cualquiera que los viese pensaría que empezarían a molerse a golpes. Y realmente era así, así que Jellal, como el mediador habitual, le dio un leve golpe con el dedo a Gajeel en la frente y miró a Natsu como un padre mosqueado.

—Dejadlo los dos ya. No estamos para vuestras peleitas. Natsu, continua, ¿cuál es esa idea?

—Que el Hechicero semanal haga un reportaje de Phantom Lord.

—¿¡Te has vuelto loco!? —bramó Gajeel, furioso.

—Calla, Gajeel —habló el maestro en tono autoritario—. ¿A qué se debe tal soberana estupidez, Natsu?

—Os lo explicaré en la reunión de esta tarde, con la reportera con la que he hablado.

Laxus arqueó una ceja, por mucho que las personas que estaban allí formasen un equipo ese era un tema que sólo Phantom tenía que tratar. Ellos eran los que más tenían que perder. Miró las expresiones del resto: Mirajane sonreía, se notaba a la legua que era una sonrisa de interés; Freed estaba al borde de la taquicardia; Bickslow parecía divertirse con la situación; Evergreen intentaba parecer indiferente, dándole un toque tsundere a su expresión y Jellal y Erza estaban muy serios, la pareja se dirigió una mirada antes de que la mánager tomara la palabra.

—Has hablado con una periodista, Natsu —era una peligrosa afirmación, una que por raro que pareciera no le causó ninguna reacción al de pelo rosa.

—Sí, y es de confianza —Natsu apoyó las manos en la mesa, con los brazos estirados y recargando todo su peso en ellos, después, miró a Gajeel—. Si quieres puedes decirle a ella que venga. Por cierto, estoy hablando muy en serio.

La sala volvió a quedar en un silencio bastante tenso, roto por la risa de Mirajane.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Freed confuso.

—La seriedad inusual de Natsu. Creo que deberíamos darle un voto de confianza.

—¿Lo dices en serio, Mira? —Erza parecía irritada, muy irritada.

Por supuesto, si al final no nos convence siempre podemos rechazar la propuesta de Natsu.

Makarov suspiró sonoramente, llamando la atención de todos.

—Está bien, nos vemos esta tarde a las cuatro. Más te vale que lo que dices tenga fundamentos, Natsu.

—Gracias, abuelo —Natsu esbozó su típica sonrisa, aliviado.

Poco a poco la sala empezó a vaciarse, cuando sólo quedaron Gajeel, Mirajane y Natsu el moreno se acercó a Natsu y le empujó el pecho con el dedo.

A cinco centímetros del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora