VIII.

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Lyon probó encantado un trozo del pollo en salsa de verduras y acompañado de arroz blanco que su primo había preparado. Gray cocinaba francamente bien y el policía debía admitir que echaba de menos la comida de su primo. Lyon le había dicho a Gray que hablarían del tema de Mika después de la cena y, aunque Gray estaba un poco ansioso e impaciente, en esos momentos su tema de conversación era Ultear. Puede que Ultear sólo fuera prima de Gray, sin embargo, Lyon la consideraba como parte de su familia.

—Hablé con ella el otro día, cuando vino a ver a Meredy por una asesoría. Me preguntó por ti —el albino tomó un poco de agua—. Está muy preocupada por su pequeño primo favorito.

Gray suspiró y apoyó la cara en una de sus manos, mirando a Lyon un tanto incomodo.

—Debería llamarla, ¿no? —musitó, avergonzado.

A pesar del bajo tono de voz utilizado por el periodista, el policía había sido capaz de escucharlo perfectamente, por lo que esbozó una sonrisa entre burlona y comprensiva.

—Deberías.

—Va a matarme, Lyon.

—Lo sé.

Gray lo fulminó con la mirada y Lyon le mostró todos los dientes en una amplia sonrisa, sin embargo, el semblante del albino cambió de forma súbita a uno más sombrío. Los platos de pollo y arroz ya estaban vacíos.

—Prepara café, vamos a necesitarlo mientras hablamos de los pocos detalles del caso de los que disponemos.

..:*:..

Juvia se echó en la cama totalmente agotada pero feliz. Si bien era cierto que al salir de la tienda de vestidos había tenido una pequeña recaída en la angustia y el miedo el resto del día había sido fantástico. Estaba por primera vez desde el accidente sola en casa, Lyon estaba cenando con su primo y Meredy había tenido que salir a regañadientes por una urgencia en el trabajo a pesar de que no quería dejar sola a su prima y de lo tarde que era. Juvia la había medio convencido de que no la iba a pasar nada por dejarla sola unas horas, aun así Meredy decidió llamar a Gajeel y avisarle. El guitarrista estaría seguramente pronto en la casa para acompañar a su hermana, así que Juvia decidió disfrutar el poco tiempo de soledad que tenía después de tanto tiempo.

Se levantó de la cama con toda la fuerza de voluntad que pudo reunir para ir a la cocina a preparar un tazón de leche, galletas y fresas para cenar y luego sentarse en el sofá mientras esperaba a su hermano. Mientras calentaba la leche y cortaba la fresas entonaba una canción de Sweet Mirajane en voz baja, pues le apetecía cantar algo más suave que las canciones de su propio grupo. Como casi todas las canciones de Mira, era una romántica y por unos instantes no pudo evitar que la imagen de Gray llegara a su mente. Sonreír... sonreír le hacía muy bien.

Negó enérgicamente con la cabeza. No, no podía empezar s tener sentimientos románticos hacia él, no debía, no podía volver a enamorarse. No merecía volver a encontrar el amor después de no haber podido proteger a su bebé nonato.

El sonido de su teléfono móvil interrumpió sus pensamientos antes de que una lágrima traicionera bajase por su rostro. Se serenó como pudo antes de mirar la pantalla.

Número desconocido.

¿Debería descolgar? ¿O dejar que la llamada siguiera sonando muestras la ignoraba? ¿Y si era importante? Bien, respondería y si veía que era una tontería colgaría, además de decidir grabar la llamada por si era un acosador.

—¿Diga? —preguntó, en un tono un tanto falseado.

Hola, mi pequeña gotita de agua, ¿cómo has estado?

A cinco centímetros del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora