V.

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Llevaba una semana relativamente caótica. Yendo de aquí para allá con la cámara a cuestas, aguantando las tonterías de Natsu y las miradas desconfiadas de Gajeel. Todo era una locura, nada era cómo se imaginaba. El mayor cambio de toda la mierda que decían otros medios era Juvia. Su padre había tenido razón al decir que siendo amiga de Natsu no sería mala chica, pero aún le costaba asimilar lo tímida y dulce que era.

De chica mala no tenía nada, ni si quiera el blanco de los ojos.

Realmente Lucy y él no habían hecho nada todavía, pues se habían centrado sobretodo haciendo fotos, planeando todo el extenso reportaje y plasmando por ahora los orígenes de la banda. Gray ya los sabía gracias a que un emocionado Natsu se lo contó todo nada más pasó. Sin embargo sólo conocía la versión de su amigo y era interesante conocer también la de Jellal y los hermanastros.

La idea de Phantom Lord surgió de los hermanos poco después de conocerse, cuando Gajeel tenía dieciséis y Juvia quince. El padre de Juvia y la madre de Gajeel habían organizado una cena para que sus hijos se conocieran, pues su relación iba en serio. El guitarrista y la cantante se habían caído genial al instante y descubrieron que iban al mismo instituto aunque nunca habían hablando por estar en cursos distintos. Tras la boda de sus padres empezaron a vivir juntos como una familia, haciendo que su relación fraternal creciera exponencialmente y que poco a poco naciera la idea de crear una banda apoyados por sus padres. Cuando Juvia acabó el instituto pusieron un anuncio para encontrar bajista y batería.

El siguiente en incorporarse fue Natsu. Gray se sabía la historia como la palma de su mano. Natsu había empezado en una academia de música tras acabar el instituto y Gray llevaba un año de periodismo. Se veían poco a pesar de estar en la misma ciudad porque ambos estaban muy ocupados. Natsu se fijó en el papel en el tablón de anuncios de su academia y vio su oportunidad de ejercer su pasión y conocer gente nueva con gustos similares a los suyos. Inmediatamente llamó al número del papel y concretó, con Juvia, una audición. Natsu se lo contó emocionado primero a Gray, el periodista se alegró muchísimo por su mejor amigo y le apoyó en todo a pesar de no poder pasar mucho tiempo juntos; su hermano mayor, su tío Igneel y los Strauss fueron los siguientes en saberlo. A la audición lo acompañó Lisanna, pues era la única que podía y le servía para distraerse después de una ruptura dramática con su novio del instituto. Al final Natsu se quedó el puesto, sobresaliendo sobre el otro candidato. Y para que engañarse, Juvia y Gajeel también prefirieron al simpático y alegre Natsu porque el otro batería era un arrogante presumido que dejó claro que el motivo principal por el que estaba allí era para tirarse a Juvia.

Jellal era el mayor, tenía un año más que Natsu y Gajeel y dos más que Juvia. Antes de ver el anuncio de los hermanastros, Jellal llevaba dos años estudiando una carrera que no le gustaba. Se sentía frustrado y agobiado, se levantaba desmotivado y lo único que le podía llegar a animar eran sus compañeros y amigos de clase, en especial cierta pelirroja que por su gran talento ya estaba dando prácticas en una discográfica importante. El doble grado en 'Derecho' y 'Publicidad y relaciones públicas' le consumía por dentro, lo odiaba. Sus padres querían que trabajase en la empresa familiar, pero a él lo que realmente le gustaba era la música. El anuncio de la banda se lo enseñó Erza, quien lo encontró pegado en la parada de autobús. Lo demás era historia, Jellal consiguió el puesto de bajista entre tres personas más, dejó la carrera y, cuando fueron creciendo, Erza les ayudó a entrar en la discográfica y se convirtió en su mánager. Sobra decir que el bajista no se hablaba y seguía sin hablarse con sus padres, aún después de que la banda llevara años triunfando; el que su hijo siguiera su sueño les sentó tan mal que incluso le desheredaron.

A Gray la historia que más le gustaba era la de Jellal, sobretodo al saber que Erza y él iban a casarse en medio año y los padres del bajista se habían rehusado a ir de forma grosera. Le gustaba porque demostraba lo fuerte que era Jellal y la gran voluntad que tenía; incluso podía decirse que su fortaleza le daba un poco de envidia sana.

A cinco centímetros del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora