VII.

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Gray y Lyon habían vuelto a quedar más tarde, para cenar. Esta vez sin nadie que los pudiera cohibir a la hora de hablar y, para mayor seguridad, esta vez se encontrarían en casa de Gray. Para eso quedaba todavía una hora, hora en la que Lucy le fastidia, mientras él empezaba a hacer la cena, con el hecho de que Juvia y él hubieran llegado juntos esa mañana. Gajeel pareció querer matarlo con la mirada, pero a parte de eso lo único fuera de lo normal fueron los comentarios pícaros de varios. Fuera del trabajo la única que había seguido con el tema fue la rubia periodista, pues a Natsu le acaparó Lisanna justo después de que saliese de la discográfica para que la ayudase con unas cosas de la boda; Natsu había ido despotricando de lo difícil que era ser padrino y de que debería ir Bickslow en su lugar, ya que para algo era el novio.

—Sois tan monos juntos, haríais una pareja preciosa, querido —Lucy tomó un sorbo de vino mientras observaba a Gray cortar las verduras.

—Si tú lo dices... —masculló con fastidio.

—Vamos, Gray, no seas tan soso.

—No soy soso, simplemente no estoy para estos temas, Lucy.

Lucy suspiró, por un lado sabía que era cierto, sin embargo, después de conocer a Juvia creía que Natsu tenía razón: ellos podrían aliviarse el uno al otro.

—De todas formas has mejorado mucho. Hace poco más de una semana estabas medio muerto en el suelo.

Gray dejó de cortar y se quedó quieto.

—Lo siento, yo...

—No lo sientas Gray, lo pasado pasado está y ahora que lo miro más fríamente y menos preocupada tampoco no me extraña que estuvieras tan mal. Lo importante es que ya vas mejorando, a pasos agigantados además.

Gray suspiró, sintiéndose todavía algo culpable y siguió preparando la cena. Con las verduras ya cortadas, calentó la sartén para rehogarlas. Haría una salsa con ellas y un poco de queso.

Definitivamente estaba mejor, pero ni en broma podría decirse que bien.

..:*:..

Bora era una persona importante, Bora era alguien en el mundo, Bora era inocente y merecía salir de esa prisión provisional.

Bora había enloquecido.

A pesar de llevar sólo unas pocas semanas allí tenía la sensación de que habían pasado años. Tenía muchas cosas que hacer, muchos clientes le esperaban.

Por culpa de la zorra de Juvia ahora sus negocios se estaban resistiendo.

Fue sólo un pequeño golpe de nada, nadie debería ser encerrado por educar a su estúpida mujer con unos cuantos golpes. El país cada día se iba más a la mierda, sobretodo con tantas mujeres pululando por ahí, quitándole el trabajo a los hombres en vez de quedarse en casa.

Siempre odió que Juvia fuera cantante, sólo la perdonaba porque le daba más prestigio. Si no hubiera sido así, la hubiese encerrado en su apartamento para que se ocupase de él. Lo único que tendría que hacer fuera de la casa sería parecer bonita para que a él le tuviesen envidia.

Sin embargo, la muy puta lo había estropeado.

Se mordió el labio hasta el punto de hacerlo sangrar, pensativo, tenía que hacer algo para salir de ahí. Bora era importante, Bora podía ser libre. Por muy bueno que fuera Sabertooth como bufete de abogados para mantenerte encerrado no habían conseguido que se quedase incomunicado, todavía podía hablar con su abogada Mary, del bufete Avatar. Rió ante su genial idea y espero paciente a que le llevasen la cena a la celda.

A cinco centímetros del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora