Depresión.
Un tema constante entre las personas adultas y algo que se veía a diario en los adolescentes, muchos tomándolo como una "moda", lo cual era bastante ridículo porque se sabía que con la depresión no se jugaba.
Y bueno, también estaba la madre de Darrell, quien pensaba que su hijo tenía depresión solo por no poder socializar con normalidad.
—Mamá, te lo digo de nuevo: no tengo depresión...
No recordaba las veces en las que esas palabras salieron de su boca. Eh, ¿unas diez veces, aproximadamente? Y ya estaba harto de decirlas.
—Hijo, aislarse no es la solución. ¿Te gustaría invitar a un compañero a la casa? ¿Así te sentirías más cómodo? —Iba de nuevo con eso.
Suspiró resignado.
Ella no lo iba a entender. No comprendería el hecho de que... a él le gustaba la soledad, eso era. Simple y llanamente, le gustaba estar solo.
—Mamá, creo que se me hace tarde. Hablamos cuando regrese, adiós. —Agarró su mochila, dispuesto a salir de casa, pero la voz de su madre lo detuvo. Se giró hacia ella y observó cómo fruncía la boca.
—Te quiero, hijo. Lo sabes, ¿no?
Una pequeña sonrisa titubeó en sus labios. No se podía enojar con ella, era imposible.
—Lo sé, mamá, lo sé. —Se acercó y le dio un dulce beso en la mejilla, cosa que hizo reír a ambos. Que tuviera diecisiete años no significaba que no podía darle besos a su madre—. Me voy.
La mujer sonrió olvidando el tema anterior. Sabía que a veces insistía mucho en ello —demasiado—, pero era porque le preocupaba.
—Cuídate, come bien y...
—... no hagas nada malo —terminó por ella. La miró con una sonrisita obvia—. También sé eso, ma.
Su madre rodó los ojos, pero se le veía más tranquila.
—Buena suerte —despidió.
El instituto quedaba cerca de su casa. En realidad, solo debía caminar una cuadra y ya el edificio se encontraba allí, frente a sus ojos. Sin embargo, acostumbraba a dar una vuelta a la cuadra, con los audífonos en los oídos y disfrutando del viento.
Encendió el reproductor de música y al instante comenzó a sonar una de las tantas canciones que tenía allí; en ese momento el turno le había llegado a Queen, y él meneó la cabeza, disfrutando de la melodía. No se consideraba fanático a ninguna banda en específico; más bien, solía disfrutar de cualquier tipo de género. Le gustaba experimentar, no mantenerse siempre en un solo género.
Comenzó a rememorar la conversación que había tenido con su madre conforme caminaba y escuchaba música. Sabía que no tenía depresión, eso era claro. Pero... no estaba del todo bien. Darrell se encontraba en esa etapa de su vida en la que todo lo hacía dudar. ¿Por qué no tenía novia? ¿Acaso era poco... agraciado para las chicas?
Bueno, esas eran preguntas demasiado ridículas, lo sabía, pero no podía dejar de pensar en ello.
A veces ni estaba seguro de qué quería en realidad. Sentía que lo único que hacía era respirar, comer y dormir. No había nada interesante en él.
La juventud era difícil. Era ese momento en el que cualquier cosa te afectaba, hasta la más mínima de todas. Él trataba de ignorar los problemas, de vivir tranquilo y sin inconvenientes; sin embargo, ellos parecían perseguirlo.
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Persiguiendo estrellas
Novela JuvenilElaine ama la música. Al ponerse los audífonos y cerrar los ojos, se aísla del mundo para luego ser solo... ella misma. A Darrell le gusta mirar las estrellas y escribir en su cuaderno lo que ellas le inspiran. Sin embargo, sus letras nunca han sal...