Capítulo 2

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--¿Las clases no se han suspendido, cierto?—pregunta el chico. Ahora que lo puedo observar mejor, su contextura es de un chico que  practicara algún deporte—está bien dotado— hay que reconocer lo bueno en este mundo.

   El joven se rasca su nuca y me doy cuenta que tiene algo negro—entrecierro  los ojos y quedo plasmada, ¡Tiene un tatuaje! No puedo verlo claramente, pero es como un instrumento musical, esto no puede ser cierto, mejor dicho esto no puede estar pasándome a mí, teóricamente “Era el día de joder a Jane”, no que…el chico de ojos azules, ojos envidiables por cierto, se haya quedado con  mi croquera y ahora tenga tatuaje o tatuajes! Me matan los chicos que tienen grabados en su cuerpo, lo encuentro tan hermoso y aparte porque siempre tienen un significado para la persona, yo también tengo uno en mi hombro derecho es un ángel que significa mi hermana fallecida, murió cuando tenía 2 años por una enfermedad extraña y no hubo cura. Años después volvieron a intentarlo y nací yo, he visto sus fotos como recuerdo y la he retratado en mi croquera, salgo de aquellos pensamientos y me enfoco en el joven.

--Si Dylan, se suspenderán, ya que hay reunión de decanos urgente y algunos profesores tenemos que estar presente—le da una sonrisa apenada, debe amar hacer clase de Ética o Música, pero estoy seguro que el chico preguntaba por música.

--Será, gracias profesor—se dan la mano y se gira y ambos nos quedamos mirando fijamente, quiero ir y decirle que me devuelva mi croquera, pero es como si mis pies se hayan quedado pegados al suelo, no sé qué me pasa y no me reconozco, no soy así, no sé que me hace este chico y eso me asusta.

--Se guarda las manos en los bolsillos de su pantalón y sopla un mechón de su pelo que estaba en su rostro y se acerca a mí, arreglo la cuerda de mi bolso e intento pronunciar algunas palabras, pero no sale nada—genial ahora estoy muda—digo para mí  misma.

--Chica del gorro, se te quedo algo cuando chocamos- abre su mochila y saca mi croquera, trato de arrebatárselo de las manos, pero es más rápido que yo—casi--.

--Primero que nada no se tu nombre, en la mañana te fuiste muy rápido-dice y esquivo su mirada como en el pasillo van los estudiantes al casino, es la hora de almuerzo, tendré que hablar, pero no me salen las palabras

—Despabílate Jane—dice mi subconsciente.

--Segundo ni siquiera me has pedido de buena manera tu croquera-se cruza de brazo aún sosteniendo el cuaderno de dibujos y lo miro—No sé si es idea mía, es como si no quieres hablar conmigo o eres muda o sorda, aunque este último lo descarto porque se ve perfectamente que escuchas y además se identificar a una persona sorda- me indica su oído y noto que tiene un aparato que ocupan las personas con un grado de sordera, quedo sorprendida y me reto a  mi misma por no tener educación y por algunos segundos siento empatía por el chico.

—Entonces…-dice él para que continúe.

--Mira chico-le indico con el dedo índice.

-- Pero si la chica del gorro habla-dice él con evidente ironía en su frase.

-- Pues si hablo, no quise decir nada en la mañana porque estaba atrasada por una clase, ahora estoy totalmente de acuerdo que no he tenido educación, no me comporto así, pero tienes mi croquera y eso es todo para mí– digo apenada porque no tengo mi cuaderno en mis manos.

--¿Por qué no empezamos desde cero chica del gorro?—dice animado.

—Me aclaro la garganta y me presento: Soy Jane, conocida por ti como la “chica del gorro”-hago comillas con mis dedos y el sonríe, bonita sonrisa para un bonito rostro, me dan ganas de retratarlo, pero nunca se lo diría a él en la cara.

Sin PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora