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Al día siguiente
Después de levantarse, Rin se había ido directo a darse un baño y aunque seguía con un poco de duda acerca de cómo había llegado al convento —apenas y recordaba que era lo que le había dicho a Len entre sueños— no se atrevía a preguntarle a sus compañeras sobre la forma en que había llegado a la cama, aunque ellas no le habían comentado nada hasta el momento, y eso era bueno, o al menos le indicaba que nadie sabía que había visto a a Len. Cuando terminó de arreglarse fue a su primer tarea del día, arreglar el desayuno para ella y sus compañeras.

—Buenos días, Gumi— saludó la rubia al encontrarse con su mejor amiga en la cocina. Desde que era pequeña Rin y Gumi habían sido inseparables, incluso Gumi e  había seguido al convento y profesión, la peliverde no dudaba en seguirla—.¿Cómo te encuentras?

—No... No me hables— pidió sin voltearla a ver. Rin frunció el ceño, y la observó con asombro y duda.

—¿Por qué, Gumi? ¿Hice algo que te molestara? ¿Fue porque ayer te dejé sola?— preguntaba tomándole del hombro.

—Te dije que no hables, zorra roja— la chica había manoteado a Rin antes de alejarse a otro extremo de la habitación—. Sí, sé que te has estado viendo con un de esos zorros rojos... Ayer te vino a dejar.

—¿L-Len me v-vino a dejar?— ella pensaba que había sido un sueño o que eso no había pasado, esperaba que alguien le hubiese ido a buscar y la hubiera traído de vuelta, pero sólo era una idea que ella misma quería imponerse para no sentirse culpable.

—Con que así se llama ese rojito, ¿eh?— la peliverde pensó—. Así es... De hecho me dijo que te esperaba en el mismo lugar— Rin sonrío sin pensarlo ante la idea de volver a ver a Len, provocando que el corazón de su amiga sintiera una punzada—. Deberías de dejar de sonreír, Rin, verse con él está en contra de nuestras reglas, y si la madre superior se entera se entera estoy segura de que se hará un escándalo y será peor cuando llegue a oídos de Miku.

—Gumi no le digas a Miku, por favor— pidió—. No quiero que haya algún problema por mi culpa. No quiero que... No quiero volver a  estar encerrada en este convento— se sinceró, en varias ocasiones la madre superior la había castigado y regañado encerrándola o restringiéndole las salidas del templo  y era aburrido para la rubia tener que estar todo el día metida en ese sitio.

—Entonces no vayas a verlo— comentó la chica—, yo no diré nada, pero debes de dejar esta estupidez a un lado. 

—¿Tan malo es que lo vea? No es malo, él es bueno, hasta el momento él ha sido un bueno chico.

—Tú sabes perfectamente que ellos son malos, no por algo tu madre está muerta— Gumi había vuelto a sus deberes, si se atrasan iban a estar en problemas con la madre superior e iba a empezar a preguntar cosas de as que sería mejor no enterarse.

—Ni si quiera sé como murió mamá y él es como tú, es mi amigo— aquello ofendió a la chica.

—¿Como yo? Oh, Dios mío. ¿Es enserio? ¿Cuánto tiempo lleva conociéndote?

—Dos días— comentó en voz baja.

—¿Es enserio, Rin?—suspiró—. Llevo conociéndote desde que teníamos seis años, hemos vivido, comido, dormido, reído, enfermado y hecho maldades bajo el mismo techo. Conozco tu color, comida, ropa, aroma, momento, y recuerdo favorito, durante casi trece años hemos estado juntas, y ¿enserio te atreves a decir que él y yo somos iguales, que los dos somos tus amigos?

—Y-yo...

—Si vas a decir alguna otra excusa o idiotez mejor vete— la respiración de Gumi se había hecho pesada al tratar de controlarse.

Mistletoe (~Tamashii no Yadorigi~~Tensei no Yadorigi~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora