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(La información se actualizara conforme vayan pasando los hechos)

Nación Azul

—Señorita Miku—Rin le sonrió y caminó hasta ella—. Le mandan otro regalo– dijo Rin con cierto enfado en su voz.
—Gracias Rin, pero ya no será necesario.
—¿Se puede saber quién es el joven que no la viene a ver pero le manda regalos? Si es que no le molesta mi pregunta.
—No, Rin, esto no me molesta pero pronto lo sabrás. Todo a su debido momento.
—Esta bien.
—¡Señorita, Miku!— entró Kiyoteru gritando, se notaba agitado.
—Tranquilo Kiyoteru. Y por favor, habla lento.
—La nación Roja está avanzando y parece ser que quieren pelear.
—Si pudiera tan sólo— la rubia habló entre dientes.
—Calla, Rin— interrumpió Miku. Sabía cómo era el temperamento de la rubia hacía la nación enemiga.
—Lo lamento señorita, Miku...– susurró mirando al piso.
—Sobre lo otro, Kiyoteru... ¿Ya está todo arreglado?
—Si señorita, Miku, mañana sale su carruaje y...– volteó a ver la menor y después a la gobernante.
—Gracias. Rin después te veo, tengo que arreglar unos asuntos y sería bueno que fueses de ayuda para el pueblo en estos momentos.
—Si, señorita— no dijo más, tan sólo se quedó callada viendo cómo su amiga caminaba a través de la puerta a un destino incierto. "Necesito tranquilizarme" se decía antes de empezar a caminar sin rumbo fijo hasta que hubo llegado a la entrada del bosque, en dónde se oían los pájaros cantar al mismo tiempo que el viento fresco golpeaba su rostro. Una sonrisa se formó en su rostro, provocando que siguiese caminado, adentrándose al bosque aunque su hábito no le ayudase mucho. Era estorboso para caminar en las piedras y ramas pero tenía prohibido quitárselo.
—Mugre hábito. Lo detesto– decía para ella misma.

Nación Roja

—Ya, ya estoy bien Kaito...— decía Len mientras miraba sus manos.
—¿Estás seguro?
—S-si— Kaito intentó tocar a su hermano menor, pero este rechazó su afecto.
—Len...
—M-me tengo que ir— el joven comenzó a correr hacia su habitación sin escuchar los gritos de Kaito.
—Mierda, Gakupo... Necesito que traigas a Meiko ahora mismo— ordenó el peli azul.
—Lo lamento señor, pero la señorita Meiko se fue hace unos 20 minutos aproximadamente, en cuanto le pidió que lo dejara sólo con su hermano.
—Maldición.... Tráeme a ...
—El joven Len se acaba de ir, lo más probable es que haya ido por algunas cosas a su habitación para después salir al bosque, cómo de costumbre.
—¿Estás seguro de a dónde se fue?
—No me dijo, pero eso su costumbre después de que pelean ustedes. Regresará más tarde
—Gracias Gakupo, retírate.

Mientras esa conversación entre Kaito y Gakupo se llevaba a cabo Len corría por el bosque sin saber cuál iba a ser su paradero. La verdad es que no le importaba, necesitaba desestresarse y lo único que le ayudaba era correr. Era normal que los jóvenes de su nación controlarán el fuego, pero este fuego era diferente o al menos así lo había sentido. Aquel calor que sintió en todo el cuerpo era potente y algo en Len sabía que no iba a poder controlarlo si no se calmaba.

Llegó hasta una pequeña laguna donde se detuvo un instante.
—Aquí no pasara nada. No es ni...— se interrumpió al darse cuenta que ese lugar no era como el bosque de su nación. Era muy bello, demasiado a su parecer. El aire era menos pesado y se sentía fresco—. Vale... Me perdí— se sentó en un tronco, poniendose a pensar un rato hasta que su estómago lo molestó.

Empezó a juntar algunas ramas junto con piedras para una fogata, que haría cerca de un lago, tal vez algún animal cruzaría su camino con el de él y aprovecharía para cazarlo, con el pasar del tiempo se dio cuenta que no había ningún animal cerca o al menos no en tierra, tendría que comer algún pez del lago. Así estuvo unos rato pescando hasta que lo consiguió. Primero a limpiar el pescado para después  cocinarlo—. Necesito practicar con ese fuego... Necesito practicarlo...— se decía tomando una rama gruesa a la que le puso un pedazo de tela, alejandose unos metros, levantó su mano e intentó controlar el fuego, o más bien crearlo? pero no pudo—. ¿¡Por qué no puedo?!— gritaba antes de escuchar el ruido de una rama romperse, provocando que se tensara— ¿¡Quién está ahí!?— no se escuchó ruido alguno, por lo que decidió caminar hacia los árboles buscando al causante del ruido.

No tardó mucho cuando encontró al causante del ruido, o algo así, ya que sólo pudo ver un pedazo de tela blanca con azul—. Sal de ahí...— dijo Len mientras rodeaba el árbol para poder verle la cara a la persona. Sin pensárselo dos veces acorraló a aquella persona, escuchando el grito de... Una mujer. El rubio se quedó atónito al verla. Era una monja rubia de ojos azules, piel blanquisca y pestañas largas.
—Nomehagasdaño—dijo la rubia lo más rápido que pudo cerrando los ojos.
—¿Por qué debería de hacerte daño?— comentó Len mientras ponía una daga en el cuello de la rubia.
—No te he hecho daño alguno... Ni siquiera a te conozco y la daga en mi cuello da a entender que quieres matarme— trató de defenderse la rubia con lágrimas en los ojos.
—Nombre— dijo Len con rabia—.  ¡Habla de una buena vez o te mataré!
—¡R-Rin!
—¿Rin que?
—¡Rin Kagamine!—gritó llorando—. Por favor no me mates...
—No lo haré— quitó la daga del cuello de Rin—. ¿De dónde eres Rin?— la rubia se puso nerviosa y bajó la mirada.
—D-de la nación roja...— Len la miraba con una sonrisa burlona y la tomó del cuello.
—No me quieras mentir, conejita...
—No soy una conejita— reprochó Rin con enojo.
—Claro que si conejita de la nación azul...
—No quiero pelear. Además tú estás invadiendo el bosque de mi nación.
—¿Eres la gobernante?— Len se veía incredulo incrédulo.
—No... Soy amiga de ella...— la soltó para volver a mirar al bosque.
—No eres la reina y este bosque le pertenece a la nación roja.
—No es cierto... Su bosque es caluroso y no hay ningún ruido, no hay ni lagunas, ni los pájaros cantan— el ojiazul empezó a recordar la entrada del bosque, Rin tenía razón.
—¿Cómo sabes eso?
—De chica una vez me perdí y llegué hasta su bosque... Uno de los tuyos me regreso aquí— dijo Rin caminando hacia la laguna.
—No te creo. Nuestras naciones se odian.
—No toda la gente es mala ¿sabes?
Aquí me dejo... Aún lo recuerdo, era un hombre de cabello rubio y ojos dorados se llamaba Le...
—León. Si lo conocí— dijo Len mientras quitaba al pescado del fuego—. El único hombre así era mi padre... El único débil y cobarde de la nación— dijo cerrando los ojos y puños mientras se sentaba sin dejar de ver a Rin.
—No era un débil ni un cobarde... Era una persona buena— la rubia tomó a Len del hombro sonriéndole—. Deberías de estar alegre y orgulloso de haber conocido a tus padres, mis padres eran guerreros... Murieron.
—Mi madre sigue viva, pero mi padre desapareció. No sé porque te digo esto— una carcajada salió de su boca.
—Ni yo lo sé...
—Len Kagamine es mi nombre.
—Curioso, tenemos los mismos apellidos... Pero diferentes raíces— Rin se acercaba a la laguna lentamente meditando—. Algo como...
—¿Cómo?
—Los orígenes de los dioses pájaros. Dos pájaros con diferentes ideas pero iguales a la vez...

Mistletoe (~Tamashii no Yadorigi~~Tensei no Yadorigi~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora