Heaven Is A Place On Earth || El corredor del laberinto ||

Epílogo (Parte 2)

P.O.V. Minho:

-¿Y te gusta?-Pregunto Thomas por enésima vez aquel día.

-No.-Le respondí automáticamente.

-Mentiroso.-Me sonrió.

-No soy mentiroso.-Pase un brazo por los hombros de mi amigo.-A mí solo me gustas tú, cariño.

-Que romántico.-Me dijo Thomas de forma juguetona.

-Me quieres.

-Te amo.

-Vale, vale, no te pases, aun no estoy preparado para dar este paso.-Dije yo riéndome a carcajadas.-Soy muy tímido ¿sabes?-Dije levantando las cejas.

-La otra noche en la cama no parecías nada tímido.-Dijo Thomas.-Eras como una gata en celo.-Me guiño un ojo y no pudo evitar reírse en mi cara.

-Que gracioso.- Rodé los ojos por su comentario.

-Pero me quieres.

-Te quiero, no te amo, aun no estoy listo para eso, recuérdalo.-Le dije riéndome junto a él.

Poder reírme al lado de Thomas era maravilloso, aunque eso yo nunca lo admitiría, lo había echado de menos.

Había echado de menos compartir estos momentos con él, conseguir que Thomas dijera algo gracioso era un trabajo un tanto difícil.

Recuerdo que cuando éramos sujetos de CRUEL, solo presencie a Thomas decir algo gracioso una vez y fue durante las pruebas en la quemadura.

Así que desde nuestra reconciliación hace dos meses, aproveché cada momento a su lado para intentar fortalecer de nuevo nuestra amistad, Thomas era una de las pocas personas en el Elyseum en las que sabía que podía confiar, aunque esa confianza había decaído, los dos pusimos de nuestra parte para que volviera a ser lo mismo de antes.

Y Thomas aprovechando esos actos de valentía y confianza, se dedicaba a chincharme cada día con el mismo tema.

Y es que según él, yo estaba enamorado de Sonya.

No sabía lo que le llevaba a pensar aquello.

Quizás era el hecho de que a la mínima oportunidad yo me dedicaba a hablarle de cómo me gustaba hacer reír a Sonya, de sus mejoras en las consultas de Silvia, de cómo el olor a vainilla invadía mis fosas nasales cada vez que me abrazaba y lo mucho que me gustaba acariciar su pelo pelirrojo que parecía fuego a la luz del sol.

Espera un momento ¿Desde cuándo me había vuelto tan cursi?

No podía ser que me gustara Sonya, era imposible ¿Verdad? Durante dos meses se lo había estado negando a Thomas y ahora yo mismo me hallaba ante esa duda. Pero Sonya solo era una amiga. Una amiga, solo eso.

-Deberías besarla.-Dijo Thomas de repente sacándome de mi ensimismamiento.

-¿A quién?-Pregunte haciéndome el despistado.

-A Sonya. ¿A quién va a ser?-Pregunto Thomas con sarcasmo.

-Pensé que querías que te fuera fiel, mi amor.-Dije acercando mis labios a los suyos con diversión.-Mi amor por ti es único, no sería capaz de traicionarte.

-Quita.-Dijo Thomas riendo y empujándome levemente en el pecho.-No intentes cambiar de tema.

-No lo ago.

Thomas suspiro desesperado.

-Bésala.

-No.

-Sí.