DAVID
—Deja de malditamente reírte y ayúdame —gruño a Juan Andrés, más que furioso con lo que acaba de suceder.
No puedo creer que esa mujer acabe de arrojarme un puto café en la cara. ¡Un maldito café caliente! Afortunadamente no lo suficiente como para generar heridas de consideración, pero sí como para dejar mi piel roja y picante.
¿Cuál demonios es su problema? Simplemente le dije la verdad. Si ella no hubiera estado tan pendiente de su maldita rosquilla, me hubiera notado. Además, no es como si fuera algo pequeño —no hay nada pequeño en mí— pero la mujer ni siquiera se percató y termino estrellándose conmigo.
No era mi intención ofenderla —bueno no del todo— pero la chica arruino mis zapatos, los cuales cuestan mil veces más que su café y su rosquilla. Tampoco era una mujer desagradable a simple vista, tiene un poco de carne extra en ciertas partes y lo acepto, sí, no se ve mal, pero tampoco es lo que me gusta.
Así que como el hijo de puta que soy, usé lo que creí mal en ella y se lo arrojé en su cara para castigarla por arruinarme el día.
Bueno, siendo un poco honesto, ya que me siento caritativo hoy, ella no arruinó totalmente mi día. Ya venía un poco molesto debido a algunos inconvenientes con la licitación para los derechos de transmitir los siguientes juegos mundiales. Licitación que no estaba siendo fácil debido a que seis canales más estaban intentando obtener la autorización y tres de ellos son de la misma región.
—Eso fue jodidamente increíble amigo. —Juan Andrés, mi primo y amigo, sigue doblado de la risa mientras yo intento en vano secarme el líquido del rostro y del pecho. Sin embargo, al parecer, mi pañuelo no es lo suficientemente absorbente y estoy complicando las cosas.
—No le veo lo "increíble", sin embargo jodido sí es. ¡Maldita sea! Acaba de arruinar mi traje. —Vuelvo a gruñir mucho más molesto que antes—. No tengo tiempo de regresar y cambiarme.
—Llama a Laura —balbucea sin aire mientras se recompone.
—Malditamente lo haré. Jodidas mujeres susceptibles y su café. —Tomo el móvil mientras Juan vuelve a reírse. Lo fulmino con la mirada cuando Laura responde.
—Buen día, David. —Su voz alegre me hace sentir mejor.
—Laura ¿Cómo estás?
—Muy bien, David. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Necesito que envíes a alguien por un traje para mí, que sea urgente por favor. Estoy a tiempo de llegar a una cita importante. Que lo envíen a mi nombre al hotel Royal Gold en veinte minutos.
—Si señor —responde y escucho a lo lejos que empieza a marcar desde la otra línea—. ¿Puedo saber qué sucedió con el traje que llevabas hoy?
—Me arrojaron un café —murmuro, no queriendo recordar el suceso. Pero Laura siendo Laura pregunta por los detalles.
—¿Te arrojaron un café? ¿Qué sucedió? ¿Qué hiciste ahora, David?
—¿Por qué crees que he hecho algo, Laura? Sabes perfectamente que soy un hombre decente y respetable.
—También eres un dolor en el trasero y muy honesto con tus opiniones. —Probablemente si fuera otra asistente la que me llamara dolor en el trasero, estaría despedida para el medio día, pero Laura fue asistente de mi padre y ahora es la mía. Mi madre la adora al igual que mi padre y toda mi familia. Es como una hermana mayor para Samuel y para mí, por lo cual se le permite decirme ciertas cosas, siempre y cuando estemos sólo en familia y amigos.
ESTÁS LEYENDO
Cuidado Con Las Curvas (Manuela y David)
ChickLitMANUELA: Nunca imaginé que conocería al amor de mi vida al arrojarle un café. Se lo arrojé después de que el imbécil me llamara gorda, porque tropecé con él mientras corría hacia una reunión importante. De ninguna manera pensé que ese hombre se conv...