Capitulo 1

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El día amaneció despejado, a pesar de verse nubes negras por el norte. Tardarían horas en llegar si no cambiaba el viento. El joven suspiró, otro día igual. Se sentó en el borde del tejado dejando colgar las piernas y se tumbó cuan largo era. Debía de rondar los dieciocho años, con una estatura media y de complexión delgada, algo curtido gracias al trabajo en el campo, el pelo castaño muy claro y no muy largo que poblaba su cabeza estaba desordenado, un mechón caía en su frente tapándole uno de sus ojos, negros con un ligero tono rojizo, su mirada firme y energética reflejaba el cielo azul que se extendía ante él. A pesar de lo minúsculo que se sentía al observar el cielo no pudo evitar esbozar una sonrisa. Alzó una mano, como si pudiera agarrarlo. En ese momento pasó volando un halcón. ¿Cómo debía de ser volar? Encogió las piernas y se levantó de un salto, lo llamaban desde el interior de la casa. Se dirigió a la trampilla que conducía al interior y la abrió, su hermano ya estaba subiendo para avisarle en caso de que no hubiera escuchado a su madre. Le dedicó una sonrisa desde la empinada escalera de mano.

-¿Sabes que el campo no se siembra solo verdad? -dijo con cierto tono sarcástico.

-Pues ya podría hacerlo de vez en cuando -le respondió con una sonrisa.

-Vamos Yíal, no sabrías que hacer con tanto tiempo libre.

-Desde luego no lo perdería discutiendo con el pesado de mi hermano Conrad.

Se miraron un momento y comenzaron a reír. Acto seguido Conrad desapareció al descender por las escaleras, Yíal le siguió. Los dos acababan de llegar a la habitación que servía de cocina y a su vez de comedor, era casi un cuarto de la casa a pesar de su reducido tamaño, comunicaba con las tres habitaciones y el trastero. En una pared, apoyada, estaba la escalera por la que acababan de descender, delante de ella su madre y su hermana pequeña estaban sentadas alrededor de la mesa, su madre cortando unas verduras y su hermana trenzando lo que podría convertirse en una cesta. En la puerta su padre les esperaba con las herramientas cargadas en un hombro.

De camino al campo su padre siempre les contaba la historia de su familia y de cómo su abuelo consiguió todo lo que tenían en ese momento señalando los campos y el molino. A su hermano parecía fascinarle la historia cada vez que la escuchaba, Yíal en cambio contemplaba el paisaje. Los campos de trigo, dorados, que hacían movimientos ondulantes al ser mecidos por el viento, parecían saludar a los pájaros que volaban a baja altura. A pesar de todas las veces que lo había visto, ese espectáculo siempre le fascinaba. Una pequeña ráfaga de viento hizo que el pelo se le agitara y el mismo mechón le cubriera otra vez el ojo. Alzó la vista al cielo; las nubes seguían su curso, puede que esa noche lloviera.

Ya en el campo comenzaron con su labor. El trigo ya estaba listo para recogerse, cada uno llevaba una hoz y un cinto para sujetar con facilidad el trigo. Entre los tres tardarían hasta el ocaso. Por suerte, su padre le había pedido prestado el carro al alcalde del pueblo; eran bastante amigos así que no tuvo ningún reparo al dejárselo. Era normal en un pueblo de poco más de setenta personas en el cual todo el mundo se conocía y una gran parte del sustento del pueblo lo aportaba su familia, así que ambos salían ganando si podía recoger el trigo con facilidad y rapidez. Yíal estaba sumido en sus pensamientos mientras su padre y su hermano, sin cesar su labor hablaban del matrimonio de Conrad. Había sido apenas unos meses atrás, antes de que el cumpliera los dieciocho, su hermano se acababa de desposar al cumplir los veinte y conociendo a su padre ya estaría buscándole una esposa a él. Le había sorprendido hace dos días al preguntarle por la hija del alcalde. Consiguió eludir el responder, pero su padre no tardaría en atacar de nuevo. Suspiró. No es solo que no estaba interesado en la chica, ni siquiera estaba interesado en el tema, su hermano tuvo la suerte de poder elegir esposa, pero a él le querían montar un matrimonio por conveniencia, y eso no entraba en sus planes de irse del pueblo para ver el mundo que había bajo el cielo que siempre contemplaba.

Crónicas De Las Sombras: DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora