capitulo 88

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-Despierta. – le susurró Justin al oído. Selena no despertaba.
-Selena. –volvió a murmurar.
Ella soltó un leve gruñido y se giró. Justin se quedó observando su espalda. Tenía un lunar en forma de corazón allí. Su dedo se desplazó hasta la zona y notó como ella recibía un escalofrío. Sonrió levemente y se acercó un poco.
-Gatita...
Se detiene un segundo observándola. Está en el décimo sueño. O quizás en el décimo cuarto. Y él conoce su punto débil. Comienza a hacerle cosquillas en la espalda y luego sustituye su dedo índice por sus labios. Con tímidos besos sube desde su espalda hasta su nuca, para luego comenzar a bajar por el cuello de ella. Sí, su punto débil es su cuello. Selena se remueva en sus sábanas y luego, abre un ojo con pesadez. Sonríe al verle tan cerca. Vuelve a cerrar los ojos y Justin sigue con el tour po su cuello, subiendo por la clavícula hasta llegar a la comisura de sus labios. Deposita un besito fugaz allí y la gira, de modo que ella queda frente a frente. Selena abre los ojos por fin y suelta un leve suspiro cansado. Él reniega aquel suspiro y le toca la mejilla, coloca su mano en su nuca y la atrae hacia sus carnosos labios. Muerde levemente su labio inferior y luego, lo deja caer. Roza su nariz con la de ella varias veces, pero no cuenta con que este simple roce pueda llenarle tanto. Sonríe casi contra sus labios y suelta un suspiro ahogado dentro de su boca cuando Selena dedide darle los buenos días de una forma divertida. Gira sobre él, quedándose encima. Le responde tal beso con ganas. Las manos de Justin se cuelan en su espalda apretándola contra él y ella ahoga un suspiro dentro de su boca, esta vez, en respuesta a lo que se le acaba de clavar en el muslo. Él ríe en su boca, tirando de su labio inferior y atrapándolo en ese segundo antes de que caiga. Exploran con sus lenguas cada parte y cada rincón que aún no han encontrado y aunque se encuentran pocos lugares que no han conocido antes, no les importa. Siguen disfruntando de su beso. No es el primero, ni el segundo, y mucho menos el tercero. Tampoco el cuarto, ni el quinto. Realmente no sabría daros una cantidad exacta y contar a ese beso con un cierto número. Lo realmente cierto es que aún siguen sintiendo ese sentimiento en el estómago que todos sentimos cuando besamos a alguien que nos gusta. Esa sensación de volar y esas cosquillas intensas con las que muchos nos confundimos al intentar averiguar cómo se llama esa sensación. Aunque se llama amor, saber perfectamente que ese sentimiento se ha adueñado de sus cuerpos, de sus mentes y de sus corazones.

Selena abandona sus labios un segundo por oxígeno, y es que no le basta con el que el le regala. Roza nuevamente su nariz con la de él y luego deposita un besito mojado sobre sus labios. Y se queda ahí. Sobre él. Recuesta su cabeza en su pecho. Justo al lado de su corazón . Y se quedan en silencio. Justin comienza a acariciarle el pelo hacia abajo, y hacia arriba. Sólo se puede sentir sus corazones bombeando con fuerza y sus respiraciones algo aceleradas por el beso que se acaban de regalar. Selena cierra los ojos sobre su pecho y luego, Justin también lo hace. Danza con sus dedos entre el pelo de ella, produciéndole leves escalofríos de vez en cuando. Casi quince minutos de silencio. Simplemente deisfrutando del silencio de su Canadá. Justin adora el pueblo de sus abuelos. Es una casa antigua, pero está realmente bien para ellos. Su abuela Diane nunca quiso comprarse otra, a pesar de que Jeremy, su padre, les había dicho que él se encargaba de remodelarla. Diane no quería. Aquella casa le traía tantos recuerdos a Justin...
Allí vivió él parte de su infancia. Hasta que un día Pattie decidió comprar una ubicada en la ciudad. En Toronto, Ontario. La casa de campo, era perfecta. Se olía a frescor, a campo, a aire puro. Los pajaritos cantaban siempre, a todas horas. La brisa que bailaba en el ambiente era estupenda. Ah, y el pequeño río cercano también era increíble. Él iba allí todas las noches y se sentaba a contemplar las estrellas. Un día, se enfadó con Pattie, pues ella no le dejaba ir a cantar al teatro, el teatro Avon. Él había pasado por allí con sus amigos unos días atrás y una idea le azotó el pensamiento. Tocar allí con su guitarra. Se lo dijo a su madre, pero ella no la dejó. Ella estaba trabajando y él tenía tan solo 11 años. No le iba a dejar sólo. Se enfadó con ella y salió corriendo de la casa de los abuelos. Llorando. Y encontró el río. A partir de entonces, aquel lugar se convirtió en su lugar de calma. Cada vez que tenía un problema, iba allí. Y lo mejor es que las estrellas le entendían. Había una especialmente, que siempre brillaba con fuerza cada vez que la observaba. Bruce, su abuelo, le encontró. Se sentó a su lado.
<< Flash-back >>
-¿Qué haces aquí muchacho?
-Nada. –murmuró sin ganas. Limpió con su puño las lágrimas secas que le había caído por sus mejillas y tomó una bocanada de aire.
-¿Sabes Justin? –susurró observando el río. Justin le observó ingenuo. Bruce soltó una pequeña risa. – A veces las cosas no salen como queremos. – le miró. – Y por eso no debemos ponernos tristes.
-Ya lo sé. Pero es que ella no me entiende. –dijo él. Una pequeña piedra encontró a su lado. Teñida con barro, la limpió. Y luego la lanzó con fuerza al río.
-Sabes que tu mamá está trabajando. –le dijo. – Y sabes que el teatro Avon está lejos de aquí.
-Pero yo puedo ir con Nolan. – se defendió histérico. – Ese no es problema.
Bruce soltó una risotada. Justin entrecerró el ceño. Él era un crío que aún no sabía nada de la vida. Si todo fuera tan facil, muchas veces las cosas saldrían como nosotros queremos. La mayor parte de las veces sería así. Pero entonces no entenderíamos el valor del esfuerzo y del trabajo por conseguir las cosas.
-¿Y por qué no tocas en casa?
-Porque lo que yo quiero es que el mundo también conozca mi música abuelo.
Y aquella respuesta de aquel niño de apenas 11 años le hizo pensar. ¿Estaba Justin realmente dispuesto a dedicarse a la música? ¿No era un simple capricho de un niño de 11 años? ¿Quería realmente dedicarse aquello y por eso estaba tan triste, puesto que no podía ir allí y demostrarle al mundo que él también había sido bendecido con el poder de la música? Lo observó curioso. Justin colpeó su pelo, quitándose el flequillo de los ojos. Aquel gesto siempre le hizo gracia. Luego volvió a tirar otra piedra, esta vez con más fuerza. La piedra golpeó el agua y un eco profundo se derramó en el ambiente. Justin suspiró cansado.
-Mañana iremos a ese teatro. –murmuró. Alertado, Justin le observó. Sus ojos dorados se tiñeron como pequeños diamantes. Brillaban como jamás le había visto. - ¿Cómo era que se llamaba? - ¿Alvón? ¿Babón? – bromeó. Justin carcajeo.
-Avon, abuelo. Avon.
-Pues eso, teatro babón. Mañana iremos allí ¿Está bien? –le sonrió. Justin volvió a estallar en una carcajada mientras negaba con la cabeza.
-¡Que se dice Avon! ¡Teatro Avon! – volvió a carcajear. Bruce asintió con una sonrisa.
-Eso, eso. Avon.
-Gracias abuelo
-Recuerda Justin, quizás a veces las cosas que soñamos tardan un poquito más en llegar. Pero eso no quiere decir que no van a llegar. Sólo que quizás las cosas se nos pueden poner un poquito más difíciles. Por ello no debemos nunca perder la esperanza. Si deseas dedicarte a eso, persíguelo. Te prometeo que lo encontraràs algún día, si no renuncias a tus sueños.
Y más tarde se abalanzó a sus brazos.
Y es que el pobre no sabía todo lo que se avecinaba. Al día siguiente, justo cuando iban a ir, Bruce sufrió un fuerte dolor en el pecho. Diane no paraba de llorar, no sabía que mierda hacer. Justin corrió hacia la cocina y le dio el teléfono a su abuela. Rápidamente llamaron a una ambulancia, y el sueño de tocar en aquel teatro, se había hecho trizas. Ese sueño se evaporó. Y lamentablemente, luego comenzó su vida loca. Por llamarla de alguna forma.
-Justin, tenemos que mudarnos a Atlanta.
-¿Qué dices? – contestó a su padre.
-Tenemos que irnos a Atlanta. He abierto una empresa allí y la cosa está yendo bastante bien.
-¿Me estás jodiendo? Yo me puedo quedar aquí con mamá.
-Tu madre no puede hacerse cargo de ti y de tus hermanos Justin.
-Joder Jeremy, ¡Qué me estás contando!
-Mañana nos iremos en vuelo directo a Atlanta. Allí tendrás escuela.
-Todo esto es una broma. –dijo con una risa amarga. - ¿Qué tipo de broma es esta? No me hace ni puta gracia.
-Cuida tus palabras Justin. –le apuntó con el dedo. – Mañana te pasaré a buscar a las 7:30 de la mañana. Te quiero ver preparado a esa hora. Nada de gilipolleces. Tienes 16 años.
Y con esa advertencia, cerró la puerta. Y entonces, todo comenzó a nublarse. La música desapareció. Los contactos comenzaron a crecer y crecer. Motos. Fiestas. Alcohol. Chicas. Nada de motivación por los estudios. Nada de sonrisas verdaderas y promesas. Más motos. Más fiestas. Más alcohol. Nuevas chicas. Y de sr el pequeño encantador de 11 años, se convirtió en el cabrón más grande de la Universidad más popular de Atlanta. No había nadie que le conociera. No había una chica que no le conociera como "Justin Bieber". Y así se creó su nuevo mundo. Constantes malos rollos. Constantes peleas. Constantes adicciones diferentes. Y apareció el cigarro. ¡Menuda mierda! Pero entonces esa menuda mierda era el único sabor amargo que le alejaba de la estúpida realidad de vida que estaba viviendo. Y del resto se encargó ella. No hace falta que os repita la historia.
<<Fin del Flash-Back>>
-Hmm. –murmura Justin. Ella levanta la cabeza de su pecho y le da un beso.
-Buenos días Bieber. – le saluda divertida. Él eleva una ceja y se muerde el labio. - ¿Ya no te gusta que te llame así?
-No. –dice serio. Ella curva sus labios. – Me encanta. Me recuerda cuando me odiabas intensamente y morías por matarme pero a la vez por estar conmigo. Y me decías: "Eres un maldito gilipollas Bieber". – Ella entreabre sus labios para reprocharle algo, pero él aprovecha y le roba un beso. Selena se separa.
-Debemos controlarnos. No puedes ser que a cada segundo me robes un beso, o yo te robe uno a ti. –carcajea.
-Bah, al diablo con eso. –carcajea otra vez él. Y vuelve a robar otro. Selena coloca las manos en su pecho y le separa.
-Veo que te tienes muy creído eso de que yo moría por ti ¿no? Tú también morías por mi, no te hagas el fantasma.
-¿Y quién te ha dicho lo contrario?. – le desafía. Justin lame sus labios.
-Eres odioso a veces. – ríe.
-Nena, sigo siendo el mismo chico que conociste hace unos meses atrás.
-No. – le mira esta vez seria. – No lo eres.
-¿Y entonces? ¿Quién soy?
-Eres...tú.
-Me quedo igual.
-Tú luchabas por crearte una coraza de chico superficial e inaguantable. Te creaste esa coraza para intentar encajar con el grupo de amigos que te habías echado. Parecer un tipo duro, de esos que sólo se interesan por motos, fiestas, bebidas y tetas grandes. – Justin suelta una carcajada. Ella eleva una ceja y le golpea en el pecho. – Pero...no sé. Yo te conocí realmente. Es decir, conocí a Justin. No a Justin Bieber el chico popular que...
-¡Alto! No sigas.
-¿Por qué?
-Porque ahora es cuando viene la parte en donde yo te hacía la vida imposible.
-Bueno, yo también te la hice a ti. – ella soltó una leve risita.
-Eso es verdad. – Justin frunció el ceño, pero dejó ver una franja blanca de su dentadura.
-¿Te acuerdas cuanto estábamos en el comedor y me estampaste en toda la cara la comida? – Justin abró mucho los ojos. Selena suelta una carcajada mientras asentía. - ¡Dios cómo te odié en ese momento! ¡Nadie me había hecho algo así! ¿Y cuando estábamos en el comedor y desafiaste a Jasmine, diciendo que yo había ido a tu habitación?
-Joder, pero es que era verdad. –carcajea Selena.
-Sí que lo era. Y yo era un maldito capullo.
-¿Recuerdas cuando nos castigaron? – ríe esta vez ella. - ¡Tuve que aprender a tocar piano involuntariamente!
-Pero acepta que te ponía cuando llegabas allí y me encontrabas a mí solo en el salón.
-No. – dijo ella. Él eleva una ceja risueñoo. – Me ponia cuando me susurrabas al oído las teclas que tenía que apretar mientras que de aprovechado me tocabas el muslo izquierdo pensando que yo era tan gilipollas que no me daba cuenta.
-Joder gatita, aquel uniforme te quedaba tan bien...
-Odiaba aquel maldito uniforme. ¡Dios Justin! ¡No sabes lo que odiaba yo ese uniforme los primeros días! Menudo horror. Yo no estaba acostumbrada a esa ropa.
-Recuerdo como ibas vestida el día que te vi por primera vez. Llegaste con unos pantalones de campana vaqueros y una chaqueta deportiva conjuntada con unas deportivas Nike de los años 60. Y de repente me meten en la empresa de mi padre y te me vistes como a Beyoncé. ¡Me querían matar de un infarto!
-Es cierto. Amaba esas Nikes.
-Eran horribles.
-Horrible eras tú.
-Sí, claro. No mientas. Tuviste un orgasmo cuando te bajaste del coche y me vistes lejos. – bromeó. Selena volvió a golpearle y soltaron una risa casi al mismo tiempo. - ¡Vale, vale! ¡Para! – dice sin parar de carcajear.
-Eres el mayor estúpido del mundo. – carcajea esta vez ella.
-Y tú una ingrata que me robó el corazón sin permiso.
Gira con ella y Selena suelta una risa casi nula, pues Justin atrapa sus labios de nuevo, dejándola esta vez debajo de él. La verdad que el pulso ahora mismo le va rápido ante esa frase que le acaba de decir. Ella recorre la espalda desnuda de su novio con sus manos mientras él se encarga de la boca de ella. Selena se estremece. Justin le dice algo sobre sus labios, pero no le entiende. Se separan.
-¿Qué? – pregunta ella y una dulce sonrisa se plasma en su rostro.
-¿No me has entendido, no?
-No.
-Pues adivina. –le dice y besa su mejilla. – Adivina que te he dicho.
-No soy bruja ni adivina Justin. – le dice ella. – Pero...
-¿Te doy una pista?
-Venga. –ella se muerde el labio.
-Empieza por "te" y termina por "amo". Si lo adivinas me tienes que recompensar con un beso de esos que a mi tanto me gustan.
-Hmmm...- ella carcajea. Y vuelve a ponerse seria. - ¿Y si no lo adivino?
-Y si no lo adivinas me tienes que recompensar con un beso de esos que a mi tanto me gustan.
-Es decir, ¿Qué si lo adivino tengo que recompensarte con lo mismo que tengo que hacer si no acierto?
-Exactamente.
-Este juego es una estafa. ¿Quién se inventó las reglas de este juego?
-Yo. Y no me valen cambios ni devoluciones. Y se te ha acabado el tiempo. Así, que, ahora me debes dos besos. No, mejor tres. Como adivina no te ganarías la vida, pero no te preocupes. Yo si quieres te lo digo de nuevo. Te... – le interrumpió.
-Idiota. Yo también te amo.
Y le regaló esos tres besos que le debía. Aunque si os digo la verdad, creo que se convertieron en más de tres.
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Llueve. Justin y Selena están sentados en el sofá junto a los abuelos de Justin, padres, abuelos, los dos pequeños y los padres de ella. Hoy es un día frío. Selena se apega junto a Justin y él la atrapa con fuerza. Están contando cosas de la vida. Bruce y Diane cuentan cómo se conocieron. Y luego lo hacen Rick y su madre.
-Oh no. Otra vez no. – murmura ella y Justin suelta una pequeña risa.
-¿Vamos a dar una vuelta?
-¿No está lloviendo? – pregunta. Justin ladea la cabeza y observa por la pequeña ventana.
-No, ya no. Creo que ha parado. Ha nevado durante toda la noche.
-Ay si, vamos, nunca he visto la nieve. – dice ella emocionada como una niña pequeña. Justin la besa en la frente y se levantan. Todos les miran.
-Vamos a dar una vuelta. – dice él y la coge de la mano.
-No vuelvan tarde, ahora mismo oscurece y hace frío. – les dice Pattie. Ellos asienten.
Suben a la habitación y se abrigan hasta los topes. Selena se pone un gorrito y unos guantes y Justin también.
Bajan las escaleras y salen de la casa. Selena se agacha y coge nieve en sus manos. Es una textura suave, y blanda. Y muy débil. Da un saltito y coge la mano de él. En silencio caminan mientras miran hacia todas partes. Aquel lugar es muy tranquilo. Algunos pajaritos revolotean por las copas de los árboles.
-Este lugar es muy bonito. – dice ella.
-Amo este sitio. – dice esta vez él con nostalgia.
Un sonido persistente suena en el bolsillo de Justin. Ella le mira y él rápidamente suelta su mano para lleversela al bolsillo. Saca el teléfono y lo mira varias veces. Entrecierra el ceño.
-¿Quién es? – dice ella al ver que no contesta.
-No se. – Justin se eleva de hombros.
-Contesta.
-Es un número privado.
-Contesta, quizás sea importante.
Él la mira y asiente. Le da al botón verde.
-¿Sí?
-¿Justin Bieber? – pregunta una voz masculina. Justin frunce el ceño mirando a Selena. Y ella susurra un "¿Quién es?"
-Sí, soy yo. ¿Con quién hablo?
-Hola Justin, soy Scooter Braun. Me gustaría hablar contigo.
-No entiendo. ¿Quién es usted?
El señor suelta una carcajada al otro lado de la línea.
-Me dedico a cazar talentos Justin. Soy productor ejecutivo. He visto algunos vídeos tuyos de una actuación que tuviste hace tres día es...- Justin le interrumpe.
-¿Me está gastando una broma? – carcajea nervioso.
-No. – ríe esta vez el tal Scooter. – Como te dije, he visto unos vídeos de una actuación que has hecho hace unos días en Madsteet y me gustaría comentar contigo unas cosas.
-¿De verdad que no me está tomando el pelo? ¿Cómo ha encontrado mi número?
-Contactos. – ríe. Parece un hombre importante. – Llámame mañana, me he enterado que hoy estás en Canadá. Yo estoy en Atlanta. Cuando vengas, llámame, estaré pendiente de ti. Tengo una buena oferta, sólo si tú aceptas.
-Está bien. Pero dígame se número, me aparece en oculto. – Justin suelta una pequeña risa nerviosa.
-Apunta. – Justin mira alarmado a Selena haciéndole gestos. Ella frunce el ceño. No le entiende. Justin le mete la mano en el pantalón y saca su teléfono móvil. – Sí, dígame.
-935.....34.
-Ajá. Bien. – murmura y guarda el teléfono en el móvil de Selena. – Muy bien, ya está. Mañana cuando lleguemos a Atlanta le llamaré.
-Muy bien Justin. Espero que todo salga como tengo planeado.
-Creo que debe de informarme bastante, no entiendo nada. – carcajea él emocionado.
-Mañana. Mañana te contaré todo lo que te espera.
Y sin más, cuelga. Justin se queda con el teléfono el el oído y una sonrisa tonta.
-¿Quién era? ¿Por qué tantos datos?
-No te vas a creer lo que me acaba de pasar. – dice él con una enorme sonrisa en los labios.
-¿¡Qué!?
-¡Me acaba de llamar un caza talentos Selena! ¡Un productor ejecutivo!
-¡Qué dices! - dice esta vez ella con una sonrisa. Justin pega un salto y golpea una bola de nieve que está en el suelo. Feliz.
-¡Maldita sea! ¡Que feliz soy! – grita emocionado. Y de repente corre hasta ella y la coge por la cintura, elevándola del suelo y dando una vuelta. Le roba un beso de segundo y vuelve a dejarla en el suelo. Está a punto de volar con dirección a Júpiter.
-¡¿Estás de broma?! - dice esta vez ella. - ¡Quiero llorar! – ríe y de repente, se le cae una lágrima.
-¿Llorar? ¡¿Por qué?!
-¿Cómo que por qué? – dice esta vez ella y ríe mientras otra lágrima se desliza por su mejilla. – Esto es lo que llevas soñando desde siempre. ¡Esto es genial! ¡Estoy muy feliz por ti mi amor!
Él ríe de nuevo y la abraza. No se puede creer nada. Está flipando en colores. Esto no le puede estar pasando a él.
-¡Verás cuando se lo cuente al abuelo Selena! ¡Él siempre me ha apoyado en esto!
-Me va a dar un ataque. – dice esta vez ella riendo.
Caminan felices y entonces, llega a donde Justin quería llevarla desde hacía tiempo. Al río. Bajan una pequeña ladera con cuidado para no resbalar con la nieve. El ríe, está medianamente congelado. Justin mira hacia abajo y se sienta en la nieve. Luego tira de Selena y la asienta sobre él. Se quedan hipnotizados observando todo. Y comienzan a hablar de todo. Él comienza a contarle mil cosas que vivió en aquel sitio. Ella le escucha, y él se sincera y cuenta cosas que ella no tenía ni la menor idea. Entre historia, la noche cae. Y elllos siguen allí. Justin mira hacia el cielo. Y de repente el mundo se para.
-Joder, mira eso. – dice él observando el cielo.
Selena mira hacia arriba. Ahora hay dos estrellas que alumbran como si tuvieran la intensión de estallar en mil pedazos y fueran a caer en todas las direcciones. En un primer momento, siempre os conté que él tenía su estrella. Y también os conté que ella también tenía la luya. Ellos dos se habían unido. Y sus estrellas les habían perseguido, hasta encontrarse como ellos dos. ¿Una bonita historia fantàstica? Quizás. Nadie supo el por qué. Pero lo que era real, es que aquellas dos estrellas siempre estuvieron con ellos. Sorprendidos, se levantaron con cuidado y volvieron a casa. Había caído la noche y sus madres les dijeron que tenían que volver antes. Entraron en casa. Y una avalancha de preguntas calló sobre ellos.
-¡Esperad! – gritó Justin. - ¡Tengo que deciros algo!
-¿Qué pasó? – preguntó Jeremy.
-¿A que no sabéis quién me ha llamado?
-¿Quién? – preguntaron todos al unísonos. Luego rieron.
-¡Scooter Braun! – dijo él.
-¿Y ese quién es? – preguntó esta vez Pattie.
-¡Un caza talento! ¡Preductor ejecutivo mamá!
-¿Cómo? – preguntó esta vez Diane.
-Me ha dicho que ha visto mi actuación en Madsteen, no sé quién ha subido los vídeos a YouTube, pero lo ha visto. Y me ha comentado que quiere hablar conmigo, que tiene unos planes, sólo si yo acepto. – soltó rápido con emoción.
-¿¡Hablas en serio hijo!? – dijo emocionado Bruce. Se acercó a él.
-Si abuelo, ¡Esto es genial!
-Lo sabía Justin. – lo dijo por fin, y lo estrechó contra sus brazos. – Te lo dije. Simepre confié en tí. Sabía que ibas a conseguirlo.
"Recuerda Justin, quizás a veces las cosas que soñamos tardan un poquito más en llegar. Pero eso no quiere decir que no van a llegar. Sólo que quizás las cosas se nos pueden poner un poquito más difíciles. Por ello no debemos nunca perder la esperanza. Si deseas dedicarte a eso, persíguelo. Te prometo que lo encontraràs algún día, si no renuncias a tus sueños."
Habrá momentos en la vida en los que llegamos a un crice de caminos, temerosos, confusos, sin un mapa de carreteras. En los que nos vemos obligados a renunciar a ciertas cosas para poder acceder a otras. Abandonar a nuestros seres queridos para ir en busca de lo que soñamos. Las decisiones que tomamos en esos momentos pueden decidir el resto de nuestros días. Aunque cuando nos enfrentamos a lo desconocido, la mayoría preferimos dar la vuelta y regresar. Algo que está más allá de la persistencia de un sueño. Porque sólo cuando te ponen a prueba, descubres quien eres de verdad. Y sólo cuando te ponen a prueba, descubres quien puedes llegar a ser. La persona que quieres ser existe en algún lugar, dentro de ti. Habrá momentos en la vida, en los que la gente os diga que no podréis hacer realidad vuestros sueños. Y... quizás algún día, si llego a cumplir mi sueño, os completaré el resto de mi consigna. Aunque sé que ya tienes una idea de lo que quiero decirte. Cree en tus sueños.

Desafió al corazón (Jelena) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora