Capítulo 3: la ciudad misteriosa

28 2 0
                                    

Era.... La ciudad? No se cómo había llegado, pero no me importaba, por lo menos no estábamos sol@s.

- Venid- le dije a mis herman@s.

- Dónde estamos?- dijo Ainoa.

- No se, pero es increíble!- dije embobada y mirando a mi alrededor.

Todo era diferente y no era la ciudad donde vivía Paula.

- Superman!!- dijo Manuel señalando al cielo.

- Como va a ser eso Manuel? Aunque estemos en otro lugar no vas a ver a Superman.

- Pero... Diana, mira arriba- dijo Ainoa.

- Venga, no tengo tiempo para tonterías, vamos a buscar una salida- dije empezando a andar- tenemos que buscar una cabina para llamar a casa, Ainoa, no tendrás por casualidad dinero, no?- Ainoa era un poco presumida y siempre llevaba su bolso rosa con su monedero con flores y solía llevar, como mínimo, cinco euros.

- Pues... No, he salido rápido y no me ha dado tiempo a coger nada- dijo Ainoa con preocupación.

- Dinero, dinero- dijo Manuel sacando 50€ de su bolsillo.

- Manuel! De dónde has sacado eso? Bueno, da igual, seguro que lo ha cogido de casa- la verdad es que no me importaba mucho de donde lo hubiera sacado, mientras no lo hubiera robado...- dámelo, Manuel.

- No- se negó Manuel.

- Cómo que no?- me sorprendió que no me los quisiera dar- venga, que vas a hablar con papá y con mamá.

- Sólo hablo yo- dijo Manuel intentando negociar conmigo.

- Vale- le dije.

- Toma tata pero solo hablo yo- dijo Manuel sin pensárselo.

- Gracias Manuel, te devolveré el dinero.

Ahora sólo tenía que buscar una cabina.
Ahí!!!
Había muchas personas por la calle, no había carreteras ni coches, era todo peatonal, se respiraba un aire limpio, un aire que no estaba contaminado. Una voz interrumpió mis pensamientos.

- Perdona, me puede dar un poco de dinero para comer- escuché a un mendigo que me suplicaba.

- Dinero mio- dijo Manuel

- Vale, lo siento por las molestias- se fue triste.

- Espera!- dijo mi hermana Ainoa- quizás pueda darte algo.

- Gracias hija, pero no hace nada- dijo el pobre vagabundo.

- Pero yo quiero dártelo- insistió Ainoa.

- Pero... De dónde vas a sacar el dinero, Ainoa?- le dije al oído.

- Pues de aquí- sacó de su bolso 5€- Te parece bien, Diana?- me dijo.

Me quedé pensando, la verdad es que me dio mucha rabia, la que no tenía dinero.... Pero aún así, respondí complaciéndome del pobre hombre.

- Pues claro! No me va a parecer bien? Dáselo, él lo necesita más que nosotras.

- Muchas gracias- dijo el mendigo.

No se porqué, pero ese hombre me recordaba a alguien, alguien.... Que no había visto hantes en persona, pero creía haber soñado con él.
Empezaba a oscurecer, y no sabíamos ni dónde estábamos ni dónde podía haber una cabina telefónica.

- Tengo hambre- dijo mi hermano pequeño.

- Es verdad, yo también tengo hambre- repitió mi hermana Ainoa.

Miré hacia los lados, y vi un bar.

- Venid, comeremos en aquel bar- le dije.

Cuando entramos en el bar, todo parecía muy tranquilo, hasta que me encontré a aquel "mendigo" que nos pidió dinero hace 5 minutos, estaba con unos amigos comiéndose un menú de primera y encima, en la sección privada, de verdad, la gente es....buffff q coraje!!!! Me dirigí hacia otro lado, para que mis hermanos no lo vieran, pero, misión fallida.

- Tata!!! El hombre mendigo!! Pues si que le han servido los 5€ - dijo Ainoa.

- Pues sí, venga, vamos a otra mesa- les dige empujándolos hacia una mesa en la otra esquina del bar.

Nos sentamos y se acercó un camarero.

- Perdona, habéis dicho que conocéis al hombre de la zona privada?- nos dijo el camarero.

- Bueno, sí, le dimos dinero...

- Q le habéis dado dinero? Cuánto?- me interrumpió

- Para, para, no necesitas saber nuestra vida- le dije asombrada por ser tan directo.

- Perdona si he sido un poco directo...

- Un poco!?!?!? De verdad, sólo un poco?!?!?!?- le interrumpió Ainoa.

- Perdón, no pretendía intimidaros- dijo arrepentido.

- Pues la próxima vez, lo piensas antes...- dijo mi hermana impertinente como siempre.

- No pasa nada, tranquilo, es que a veces, mi hermana es un pelín impertinente- interrumpí sin dejarle acabar la frase.

- Pues, por favor, no le volváis a dar dinero a NADIE, por lo menos en este lugar- dijo muy preocupado el camarero.

- Vale, muchas gracias por el aviso, pero, podrías decirnos que lugar es este?- le pregunté impaciente.

- Bueno, pues....

Finales infinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora