Capítulo 4: la visita de mi madre

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- Bueno, eso no importa - dijo el camarero ocultando algo.

- Cómo que no importa? Necesitamos saberlo - dijo Ainoa asaltada.

- No es asunto vuestro - dijo el camarero.

- Que no es asunto nuestro? Perdona, pero sólo queremos saber dónde estamos! - insistía Ainoa.

- Bueno, es que creo que no deberíais saberlo...- decía el camarero.

- Por qué? Creo que la pregunta que te ha hecho mi hermana es muy fácil, quieres que te la repita? - decía Ainoa cada vez más fuerte y más enfadada.

- Ainoa, basta, no hace falta ponerse como te estás poniendo - le dije tranquilizándola - creo que lo primero y más importante es presentarnos. Yo me llamo Diana y tengo doce años, esta es mi hermana de cinco años, Ainoa y el más pequeño se llama Manuel y tiene un año.

- Hola, mi nombre es Eduar y tengo veinte años, encantado - se presentó el camarero.

- Encantada - repetí dándole la mano - pero, veinte años no es muy pronto para trabajar?

- Bueno, a lo mejor aquí las cosas son diferentes de donde venís - dijo Eduar.

- Bueno, a lo mejor sí, se que me vas a llamar pesada, pero, podrías decirnos dónde estamos, por favor? - le repetí la pregunta.

- Bueno, este lugar, la verdad es que no se como habéis entrado, es muy difícil encontrarlo e imposible salir una vez que estás dentro, es muy difícil de explicar, es.... como un final, porque el tiempo trascurre igual y por lo tanto se acaba, pero infinito, es decir, que no existe más que esta ciudad y por más que intentes salir, no puedes. Sí, un final infinito, creo que no me he explicado bien... - aclaró Eduar.

- Sí, yo lo he entendido - respondió Ainoa - es como una especie de ciudad que no tiene final, pero sin embargo, las personas si mueren y llegan a un "final". Es así? - aclaró mi hermana.

- Sí, justamente así! - se sorprendió Eduar.

- Pero, entonces, no podemos salir ya de aquí? - pregunté preocupada.

- Bueno, en realidad, hay una forma, pero... - respondió Eduar.

- Cuál es? - le interrumpió Ainoa.

- Bueno, se puede salir, pero es muy arriesgado - dijo Eduar.

- Yo quiero con papá y mamá - dijo Manuel.

- Tranquilo Manuel, no te preocupes - lo tranquilicé

- Diana, ya sabemos que no vamos a salir de aquí, no nos hagamos más ilusiones - dijo Ainoa triste.

- Mamá!!!! Papá!!!! - lloraba Manuel.

- Como que no vamos a salir, si saldremos, sólo es cuestión de tiempo - los tranquilicé.

- Quereis llamar a vuestros padres? - preguntó Eduar sacando su teléfono del bolsillo.

- Sí, por favor - le dije a Eduar.

Marqué el número de mi casa, pero salía: línea ocupada, llame más tarde. Me sorprendió mucho.

- No lo coge - les dije a mis hermanos.

- Llama más tarde - me dijo Eduar.

-Vale, muchas gracias - le dije agradecida a Eduar.

Pasó una hora y decidí salir para hacer la digestión.
Me senté en un banco, era de noche, y no se apreciaba mucho, pero veía a alguien a lo lejos, alguien conocido o conocida, no se quien era, pero se me parecía a...... Mi madre? No podía ser, no creó que nos hubiera encontrado.
Se acercó a mi y me dijo:

- Hija, no creó que me ponga bien, por eso quiero darte esto - sacó un hermoso colgante con forma de cuadrado - este cuadrado significa seis cosas: amor, amistad, cariño, esfuerzo, entusiasmo y honradez. Son seis factores muy importantes que tienes que tener en cuenta a lo largo de tu vida, porque todavía eres joven, no pienses en el pasado, vive el presente con la cabeza bien alta y recuerda: el tiempo es el mejor regalo, no el dinero, si no el tiempo, cada uno de los momentos que ocurren, que por muchas veces que vuelvas a estar en ese mismo lugar y con las mismas personas, no será lo mismo todas las veces, no desaproveches el tiempo y, sobre todo, cuida de tu familia, sobre todo, de los más cercanos. Y una cosa más, no le digas nada de esto a tus hermanos.

No me dio tiempo a despedirme, cuando, con un solo pestañeo, la perdí de vista en aquella noche tan extraña y en ese lugar tan distinto.

Finales infinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora