Capítulo 14: confusas

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Escuché detrás mía a dos personas corriendo. Era un momento extraño, escuchaba eco y sólo estaba pendiente de la imagen de mis padres. No sabía bien si era un sueño o una ilusión. Dejando atrás todos mis miedos, decidí darle la mano a mi madre fuera de cualquier peligro. Una vez, cuando ya le había dado la mano, fui caminando detrás suya todo el rato, ella repetía constantemente: "No mires hacia atrás" una y otra vez, sin parar de repetir en todo el viaje. Yo asentía con la cabeza, aunque hacía el intento de girarme. Escuchaba detrás voces q me hacían arrepentirme de lo que acababa de hacer, pero había algo en mi interior q me felicitaba por mis actos. Mi madre cada vez corría más y más.

- ¡Mamá espera! - le repetía, pero no paraba.

- ¡No te pares! - contestó sin detenerse.

Mi madre no entendía que no podía correr más, llegó un momento en el que me paré, mi madre corría y corría, pero no veía que se alejase de mi, como un túnel infinito pero que a la vez no se veía el final. De repente empecé a ver imágenes, las veía, pero no entendía nada, no lograba recordar en que momento habían sucedido.

- ¿Entiendes? - escuché a mi madre.

- No, no entiendo nada, me habías dicho que me ibas a enseñar dónde estaban mis hermanos, pero yo solo veo imágenes que ni siquiera yo recuerdo.

- Mira hija, hay cosas que nunca te he contado, y creo que ya es hora de contártelas - en ese momento miré hacia arriba y descubrí que no había nadie, miré hacia delante y tampoco veía las imágenes anteriores. Comencé a escuchar los gritos del principio y cada vez más cerca. Llegó un momento en el que los gritos los escuchaba en mi oído, no veía nada ni nadie.

- ¡Diana!¿Dónde estabas?¿Estás bien? Ven, ¡corre! - enseguida me levanté y empecé a correr. De repente me paré en seco - ¡Diana!¿Qué haces?

- No puedo correr más, estoy cansada.

- ¡Pero Diana!¡Diana, corre!¡Diana, levántate! - en ese momento se me comenzó a nublar la vista y cada vez escuchaba más eco que las voces en sí.

- ¡Tata, levanta! Manuel está en peligro, no se que hacer.

- Tranquila, no le va a pasar nada, llévame con él.

- Vale, pero ten cuidado, hay que ir en silencio, el hombre malo está con él.

- Espera Ainoa, cuando lleguemos tu te esperas atrás, ¿ok?

- No, yo voy contigo.

Llegamos al lugar donde estaba Manuel y mi hermana insistía en acompañarme.

- Vale, pero con una condición, te vienes si cuando venga el hombre, si nos lo encontramos, te vas corriendo y te escondes en un lugar seguro, ¿trato?

- Trato.

- ¡Manuel, Manuel!

- ¡Diana, Diana, despierta Diana!

- Ainoa, ¡ven!

- Shh ¡Diana, Diana! Soy Eduar, no Ainoa.

- Ahhh - grito incorporándome del suelo de un tirón.

- ¿Te encuentras bien, Diana?

- Y...o... s...í...

- Ven - me dijo levantándome lentamente.

- Eduar, yo... Yo tengo que buscar a mis hermanos - dije soltándole de la mano. Me adentré en la cueva y me puse a gritar.- ¡Ainoa, Manuel!¡Ainoa, Manuel!

Finales infinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora