Capítulo 5: mi hermana perdida

17 1 0
                                    

- Diana, despierta! Diana! - me dijo Ainoa.

- Que pasa Ainoa? - le dije casi dormida.

- Te había quedado dormida - me dijo Ainoa intentando espabilarme.

- Dormida! Ya entiendo - dije reflexionando, me toqué el cuello, y... el collar! Estaba ahí!

- Diana, que bonito ese collar, cuándo te lo has puesto? - me preguntó Ainoa

- Pues, cuando salimos de cada! Cuando va a ser - mentí.

- Pues yo no te lo he visto hantes, te lo acabo de ver ahora - dijo Ainoa.

- Pues me lo puse al salir - le dije.

- Bueno, vale, tienes que venir, Eduar tiene una forma de sacarnos de aquí - me dijo Ainoa cogiéndome de la mano levantándome.

Le seguí hasta la puerta, donde, qué? Y el bar?

- Ainoa, y el bar? - le dije a mi hermana preocupada.

- No se, estaba aquí hace un momento - me dijo mirando a todos lados.

- Pues aquí no está - le dije.

- Diana, tu también ves a aquellos hombre? - me dijo señalando al frente.

- Sí, corre, corre! - le dije cogiéndola de la mano.

- Diana, creo que ya los hemos perdido de vista - me dijo parándose y mirando para atrás.

- Sí, creo que sí - dije mirando para atrás.

Sentía que alguien estaba detrás mía, pero mis sentidos eran pésimos, y no creí que nadie estuviera detrás mia.

- Diana, cuidado! - me dijo Ainoa dándose la vuelta.

- Qué pasa? - dije mirando para atrás

- Diana, socorro! - dijo gritando, pero cuando miré para atrás no había nadie - Ainoa, Ainoa, no me gastes este tipo de bromas! Ainoa, responde! - dije desesperada.

- Diana, que pasa? - escuché que me decía mi hermano Manuel.

- Nada, vamos a dentro, y Eduar? No te ha acompañado hasta aquí? - dije dándole la mano.

- Dijo que viniera, que ahora venía él - me dijo Manuel siguiendo mis pasos.

Entramos en el bar, y no había nadie.

- Manuel, quédate aquí, ahora vengó, y ni se te ocurra moverte.

Miró por todo el bar ¡era gigante! Veo a alguien que de mueve, me acerco despacio, procurando no hacer ruido. Cuando estoy casi, me paro y me asomo, era....

- ¡Eduar! ¿Qué haces aquí? - le dije sorprendida - por cierto, por casualidad, ¿no habrás visto a mi hermana?

- Yo... ¿Cómo voy a saber dónde está tu hermana? - dijo tartamudeando.

- Es que, estaba dando un paseo cuando no encontraba el bar y mi hermana vino y después.... - empecé a hablar sin control, hasta que Eduar me interrumpió.

- Para, para, no se ni me importa dónde está tu hermana, ¡búscala tu! - me dijo borde.

- Perdón Eduar, no hace falta que te pongas así, sólo te he preguntado por si la habías visto - dije intentando arreglar la situación.

- Espera, no me estarás diciendo que yo he secuestrado a tu hermana, ¿no?... - discutió sin terminar de hablar.

- ¡No! Perdona, yo no estoy diciendo que tengas que ver con la pérdida de mi hermana, sólo te estaba preguntando. Pero me estás haciendo pensar lo contrario - le interrunpí enfadada.

- ¡Socorro! - escuché a alguien.

- ¿Has oído eso? - le pregunté a Eduar.

- Yo no he escuchado nada... - dijo serio.

- ¡Socorro! - volví a escuchar.

- ¿Ni eso? - repetí.

- No... - dijo Eduar tartamudeando.

- ¡Socorro! ¡Qué alguien me ayude! - creó que era Diana, pero....

- ¡Socorro! Diana, ¿estás ahí? - se escuchaba repetidamente.

Decidí seguir el sonido, pero...

- ¿Qué haces niñata? - me dijo Eduar.

- Pues... ¡salvar a mi hermana!

Eduar me impedía el paso, pero yo le quitaba de mi camino y así sucesivamente, hasta que una vez, le pegué un empujón y lo dejé en el suelo, salí corriendo, y gritaba:

- ¡Ainoa, háblame, no pares de gritar!

Pero ya no respondía.

- ¡Ainoa! ¡Responde!

Finales infinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora