Capitulo 9

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A la mañana siguiente, cuando es hora de que mi equipo de preparación se encargue de mi, todos sueltan un gritito ahogado al ver mi vientre.

-¡Katniss!-exclama alterada Octavia-Has engordado demasiado-dice bufando, a lo que los demás asienten.

La verdad es que son demasiado inocentes para darse cuenta de que en realidad estoy esperando a un bebe, pues mi bulto esta pareciéndose al de las demás embarazadas y si dejo mi estomago al descubierto, muchos podrían descifrar que este no esta abultado exactamente por comer.

Lo que más me sorprende es que todos en algún momento de mi preparación rompen a llorar. La verdad es que me no creí que se habrian encariñado conmigo y la situación me molesta, ya que son ellos los que deberían estar consolandome a mí, dado el hecho de que yo moriré.

Luego me encuentro con Cinna y le advierto que si llora lo mataré. Pero el me contesta que no me preocupe, ya que siempre utiliza el trabajo para canalizar sus emociones, así no le hace daño a nadie, mas que así mismo.

A la hora de comer Cinna, tiene que pedir una segunda ronda de comida para mi ya que mi apetito parece no acabar jamas.
Mas tardr, mi diseñador me coloca mi traje para el desfile. Es negro sencillo y engaña a primera vista, pero al apretar un botón que está bajo la tela de mi muñeca la vestimenta cobra vida poco a poco, primero con una suave luz dorada, para transformarse gradualmente en el anaranjado carbón ardiendo.
Quedo realmente maravillada con su trabajo.

Cuando decido dirigirme a la planta baja del Centro de Renovación, donde están los carros con ya varios tributos, Peeta y Haymitch aún no han llegado.

Oigo el crujido antes de saber que está a mi lado y, cuando vuelvo la cabeza, los famosos ojos verde mar de Finnick Odair están a pocos centímetros de los míos. Se mete un azacarillo en la boca y se apoya en mi caballo.

-Hola, Katniss-dice, como si nos conociésemos desde hace años, cuando lo cierto es que no nos habíamos visto nunca.

-Hola, Finnick-respondo, igual de tranquila, aunque me siento incómoda teniéndolo tan cerca, sobre todo con la cantidad de piel que lleva al aire.

-¿Quieres un azucarillo?-pregunta, ofreciéndome la mano, que esta llena de ellos.-Se supone que son para los caballos pero ¿a quien le importa? Tienen muchos años para comer azúcar, mientras que tú y yo...si es algo dulce, hay que aprovechar.

Finnick Odair es una especie de leyenda viva de Panem. Como ganó los Sexuagésimo Quintos Juegos del Hambre con catorce años, sigue siendo uno de los vencedores más jóvenes. Al ser del Distrito 4, era un profesional, así que la suerte si estaba de su parte, aunque ningún entrenador pudo alardear de haberle dado su extraordinaria belleza: alto, atlético, con piel dorada, cabello color bronce y esos ojos tan increíbles. Gano sus juegos al principio pasando desapercibido y luego capturando a sus enemigos con una red y atravesándolos con un tridente que sabe manejar muy bien.

Los ciudadanos del Capitolio llevan babeando por él desde entonces.
Debido a su juventud, no pudieron tocarlo hasta que pasaron un par de años. Sin embargo, desde que cumplió los dieciseís, se ha pasado los juegos perseguido por sus admiradores, locos de amor por él.

No puede discutirse que Finnick es una de las personas más impresionantes y sensuales del planeta, pero sinceramente, a mi nunca me ha resultado atractivo. Quizá sea demasiado guapo o demasiado fácil de obtener, o quizá, simplemente, sea demasiado fácil perderlo.

-No, gracias-le digo a lo del azucar-. Aunque si me podrías prestar tu traje alguna vez.

-Tu me estas matando de miedo con ese atuendo. ¿Que ha pasado con tus preciosos vestidos de niñita?-me pregunta, humedesiendose los labios un poco con la lengua. Es probable que eso vuelva loco a casi todo el mundo. Sin embargo, por algún extraño motivo, yo solo recuerdo al viejo Cray babeando por una pobre joven hambrienta.

Embarazada En El VasallajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora