Capítulo 39

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Lauren's POV

Apoyé mis manos sobre mis rodillas, respirando agitada, profundo, sintiendo el frío congelar mi garganta, mi nariz, mis manos entumecidas bajo los guantes, mis piernas mojadas por la hierba y el agua de lluvia, manchadas de barro. Estaba agotada, llevaba noventa minutos corriendo sin descanso, y faltaban tres minutos de partido. No había marcado yo, pero sí que di el pase, aunque tampoco estaba muy contenta conmigo misma aquél día. Caminé por el campo observando cómo se desarrollaba el juego en la otra banda, miré al árbitro y pitó el final del partido.

Caminé hacia el vestuario, pero miré a la grada, y recordé quiénes estaban allí. Mike, mi madre y Camila habían venido a verme en este primer partido, y sin duda alguna, lo agradecía. Me dirigí hacia donde estaban ellos, y subí por las escaleras metálicas, saltando de uno en uno los asientos hasta llegar hacia ellos.

—Wooow, genial Lauren. —Camila aplaudía asintiendo, y rodé los ojos, poniéndome las manos en la cintura.

—Has estado fantástica, no sabía que jugases tan bien. —Comentó mi madre y negué pasándome una mano por el pelo.

—Eres diestra pero utilizas la pierna izquierda, ¿y eso? —Preguntó Mike, levantándose con mi madre y Camila para salir de allí.

—No sé, desde pequeña uso la pierna izquierda.

—Bueno, tú ve a cambiarte, a ducharte, a ponerte algo de abrigo que te vas a morir así, y luego vamos a casa, hemos pedido comida china. —Mi madre me quitó de la mejilla un trozo de césped, dándome un apretón luego.

—¡¡Comida china!! Sí. —Asentí, bajando un par de escalones mirándolos. —Ahora vengo, no os vayáis, ¿eh?

*

—¿Y cómo es eso de la comida china, mamá? Si tú la odias. —Camila y yo ayudábamos a sacar las cajas de la bolsa, mientras Mike echaba las bebidas en los vasos.

—La odiaba. —Me senté en la mesa al lado de Camila, dándole su tenedor, porque era algo torpe para saber manejar los palillos y me sacó la lengua con el dedo fruncido.

—¿Cómo que lo odiabas? ¿Qué te ha pasado? —Cogí los palillos mirando a Mike, que se reía mirando su plato. —Oooh, ya entiendo. Por fin le has dado a probar la comida china.

—Exacto. —Asintió Mike señalándome con los palillos, y fingí estar indignada mirando a mi madre.

—O sea, yo me tiré diecisiete años diciéndote que probaras la comida china, y nada. Y llega Mike y la pruebas. —Camila suspiró a mi lado, succionando el último trozo de tallarín para metérselo en la boca.

—Mi madre me hizo creer que me gustaban las judías cuando perdí la memoria. Eso es jugar sucio.

La cena fue algo agradable, tranquila, con Camila mirándome de vez en cuando con el ceño fruncido, tapándome la cara con su mano, bajo las risas de Mike y mi madre.

—Sabes, Lauren, quizás te hemos mentido un poco, y sí que hay una razón por la que hemos pedido comida china, y Camila está aquí. —Mi madre siempre tan enigmática. Miré a Camila, que se encogió de hombros tan perdida como yo.

—Como estés embarazada me quedaré traumatizada de por vida. —Dije señalándola, y Mike se rio, pero era absolutamente cierto.

—¡No! Déjame que te explique. Mike y yo... Bueno, vamos a casarnos. —Abrí los ojos, miré a Camila y sonreí un poco.

—Eso es... Eso es genial. —Me quedé en silencio sonriendo. —Oh, ¡felicidades! —Los dos se echaron a reír junto con Camila, pero la verdad es que me hacía muy feliz y no sabía cómo reaccionar.

» green is the warmest color || camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora