Aprovechó el silencio para vagar por la casona con la vista perdida en aquellos muros. En una de las tantas habitaciones escuchaba las voces de Federico Fermín resonar con una algarabía propia de un hombre lleno de ambición. La cara del padre que desde siempre había visto y que detestaba. Ahí, frente a la puerta cual esfinge, observaba entre el pequeño espacio que dejaba entrever la puerta al hombre que en algún momento llamó papá. Se adentró curioso de la felicidad que demostraba a puertas cerradas más no solo.
—¡Oh! ¿He interrumpido algo, padre? —inquirió insolente.
Federico observó al chico suspirando, volvió a ver al hombre uniformado frente a él y prosiguió.
—Laverne, él es mi hijo, Vicente Fermín. Futuro esposo de la hija de los Montés.
La barba y el bigote prominente era lo primero que Vicente notó. Sus ojos se veían opacados por las cejas frondosas y una cabellera rizada.
—Un placer, señor —saludó—. ¿Qué clase de compromiso lo ha traído hasta aquí? Puedo inferir que es capitán de la armada con solo verlo, está muy lejos de una posición razonable.
—No lo suficiente, advierto —comentó complacido—. Los indígenas han sido un problema y de alguna manera aún quedan unos por ahí. Lo que le sucedió a tu hermano es producto de ellos, tuvo suerte de haber sido encontrado.
—Algunos nacen con ella, Laverne. Ese muchacho tiene demasiada en realidad — comentó Federico.
El militar rezongó pernicioso.
—Hemos capturado a un puñado de ellos, el resto ha obtenido lo merecido. Le decía a tu padre que esperamos poder razonar, aunque a final de cuentas desde hace mucho sabemos que no son de razonamiento lógico.
—Común en varias clases —ironizó Vicente—. Padre, esperaba poder hablar con usted.
—Puede esperar —comunicó acercándose a Vicente.
Miraba su rostro sin mirarlo y esperaba que el joven se diera media vuelta como solía hacerlo Alonso, sin lograrlo. Vicente había vivido lo necesario con aquel hombre como para saber sus intenciones incluso antes de moverse.
—Mañana será un día agitado. Debieras aprovechar estas horas para "descansar" —siseó.
—Por supuesto, solo quería comunicar que...
—No es de mi interés —zanjó.
—Alonso mencionaba a Amelia.
La palidez en el rostro Federico era notoria y solo por ello había cierto regocijo extendiéndose en el interior de Vicente. Pronunciar ese nombre creaba malestar en su padre, justo lo que necesitaba y deseaba.
Salió guardándose aquella pequeña victoria entre susurros que había tenido con él. La satisfacción le hacía sonreír convencido de haber dejado caer un golpe que no sería capaz de responder aun en su evidente dicha.
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Spectrum
ParanormalUna carta ha hecho que Vicente Fermín se embarque en una larga travesía a las provincias españolas. Un viaje que odia y que prefiere ver acabado así sea en las profundidades del océano, pero que luego de tanto tiempo ve concretado. Y será ese mismo...