Dios aprieta pero no ahorca...

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Cuando me despedí de mis amigas, tomé rumbo a casa de mamá, antes al principio de separarse tenía la esperanza de que papá y ella se arreglaran pero 10 años después se que llevan súper bien, pero no al punto de volver a estar juntos, cuando era pequeña sabía lo que había pero claro ahora después de unas cuantas relaciones lo sé todavía mejor, no todo en la vida puede ir bien, pero oye miremos por el otro lado porque todo tiene que ir mal, como mamá siempre me dice dios aprieta pero no ahorca. Cuando llegué a mi casa le di a mamá dos besos y me subí a mi habitación, espere a que mamá me trajera mi vaso de leche habitual, mientras me pegué una ducha caliente me hacía bastante falta, después de todas las emociones vividas no sabía cómo actuar siquiera. Salí del baño me puse una camisa vaquera con unos pantalones me tomé la leche y me fui a la calle. Esta vez no había quedado con nadie solo quería ver lo que un día había sido mi pueblo, mis vecinos, mis amigos, mi gente.... Me pasé por el instituto y vi a los profesores, que cambio por favor algunos hasta se habían jubilado, como pasa el tiempo no, dicen que cuando somos felices se pasa rápido, y que cuando estamos más apagados lento, la verdad que no me puedo quejar no fueron los 10 años más rápidos pero tampoco los más cortos. Si algo me faltaba por hacer en estos 10 años fue sacarme el carnet del coche, es una tontería lo sé, pero era como mi sueño desde pequeña, si antes digo esto antes me pasaba la peor desgracia de mi vida, mirad os cuento, cuando estaba por la calle después de visitar el instituto, me compré un helado y me fui a la zona de la playa necesitaba volver a escucharlo era una fan del mar, de viaje he estado en contacto con el mar, pero siempre el mar de tu ciudad es el mejor y no se cambia por nada. Decidí irme y seguir dando la vuelta, para mi suerte, nótese demasiado la ironía... Cuando iba de lo más tranquila me roza un coche justo por el lado, y me pilla un poco el pie, comencé a chillar y solo pude ver que era un muchacho, bastante mal educado la verdad, porque hasta que no fue por la esquina no retrocedió, al retroceder vi que era bastante guapo, alto con un perfecto tupé moreno, y unas gafas de sol que me encantaban, pero claro como os daréis cuenta como que no era el momento de fijarse mucho en el chico, me dolía el pie para reventar y el chico me dijo:

-¿Estás bien?

Igual por el dolor le conteste borde le dije que no como era lógico y que tenía que fijarse mejor como iba, sin ir tan deprisa como un loco, también le solté una que otra habladuría, como que si le habían dado el carnet en la tómbola.

-Sube anda que te llevo al hospital.

La verdad que siempre me acordaba de los principios de papá y mamá, no te subas en ningún coche con ningún desconocido no seas loca, piensa antes de hacer, ten cuidado, y mil cosas más, pero ni modo que me fuera andando, más porque no podía claramente, así que accedí y me fui con él al hospital, allí esperamos en la sala de espera hasta que me llamaron, él se ofreció a entrar conmigo, un buen gesto de su parte, mientras me levantaba y él me ayudaba me di cuenta de que esos ojos lo había visto en otro lado, pero.... ¿dónde?

La señal del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora