El cazador y el hijo del León

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La serenidad que vino con tu llegada a mi vida.

Hasta la peor tempestad se sosiega con la expresión de mi rostro al pensarte.

Las enormes olas del alta mar se aplacan al mencionar tu nombre, hijo de león.

Rugido del Rey, que me quita el aire, Valiente por aventurarse con el cazador, Dominando las grandes sábanas de mi corazón.

A este pobre cazador lo has tomado del pelo, con tu ronroneo cariñoso, Que osado el cazador por atreverse a enamorar a un ser libre y amante de la soledad.

¿Acaso el León disfrutará de la compañía del cazador?

El miedo a estar acompañado, ¿podrá vencerlo el amor?

Las trampas del cazador ¿podrán capturar el corazón salvaje del felino?

Solo la tranquilidad y el paso del tiempo lo dirán, porque el amor no trabaja bajo presión.

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