3. La calle gris.

225 52 45
                                    

Un motivo, eso fue lo primero que pensó, pensó que su extraño comportamiento tenia un motivo, desde el incidente de la habitación su madre estaba mas nerviosa y callada de lo normal.

Evitaba su mirada y de repente el la sorprendía viéndolo como si quisiera averiguar algo, como si esperara que los ojos de Tom le dijeran la verdad. A Tom le ponía los nervios de punta cuando ella de pronto soltaba unos gritos horribles y en en momento en que el llegaba para ver que ocurría ella solo decía cosas raras como "Había una araña en mi ventana pero ya la espante".

El por supuesto no le creía nada. Pero tampoco preguntaba. Estaba cansado de eso. Así que tendría que hacer todo solo. Su hogar poco a poco se convertía en algo muerto y perturbador.

Sin embargo esa mañana estaba un poco animado, la noche anterior había encontrado la caja verde. Una pista. Una dirección. Una oportunidad.

Sin embargo primero tenía que ir al instituto, era extraño como los labios de los profesores se movían y el no podía entender nada, ni siquiera parecía que hablaran el mismo idioma,  pero logro mantenerse despierto y fingir atención.

En clase de lengua, el profesor estaba retrasado, los estudiantes aprovechaban esto para conversar o hacer cualquier otra cosa que hace la gente en clase. El sin embargo era muy ajeno a todo.

Jack había vuelto a hablar con el, Jack era lo mas cercano a un amigo que el tenia, no era alguien con quien charlar y divertirse era alguien para compartir el silencio.

Era con quien sobrellevar la soledad. Tom siempre creyó que algo estaba mal con el, su extrema timidez su manera de siempre sentirse apartado, pero Jack había demostrado que no estaba completamente solo. Básicamente le había hecho ver que había mucha gente rara por ahí.

En ocasiones se distanciaba pero Tom ya estaba acostumbrado. Sin embargo esa mañana Jack lo había acompañado, sin decir una palabra no se separó de el ni un momento del día.

–¿Tom como van las cosas en tu casa?.

–Bien, creo.

–¿Y tu hermano?

–Por ahí anda. Esperó.

–Bueno. ¿Y quien era la chica con la que hablabas? No me digas que al fin tienes una novi...

–¿Cual chica? –A Tom le resultaba extraño que de pronto anduviera muy parlanchín, pero se esforzaba por ser amable.

–Ya sabes la de el cabello corto y azul la que... Viene hacia acá.

Tom se dio la vuelva y Erica Jansen estaba ahí.

–Hola Tom, vendrás mañana ¿verdad?

–Supongo que si. –El tono sugerente de ella le resultaba molesto. Pero quería la información.

–Bueno, –dijo con una risita– te esperó.

–Bien.

Ella se fue de ahí, como si hubiera ganado un premio.

–Pero si van muy rápido, ya te esta invitando a su casa. ¿Cual es el secreto Tom?

–Ella no es nadie. Necesito ir por asuntos familiares.

–Ya. Claro.

Tom ya no contesto.

*****

Al llegar a casa Tom simplemente aguardaba la noche, aguardan el momento en que la píldora pasara por la garganta de su madre y el sueño se posara sobre ella.

Aguardaba el momento en el que el sol se ocultara y la oscuridad lo ocultara a el. Aguardaba ver las estrellas en el cielo, anhelantes esperando ver como procedería.
Le gustaba la noche.

Invierno Perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora