*Narra Eric*
Por la noche no conseguí pegar ojo. La amenaza había sido mi culpa y ella lo estaba sufriendo. Me sentía culpable, tanto que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para enmendar mi error.A través de la ventana se veía el cielo anaranjado del amanecer. Casi todas las luces de la ciudad estaban apagadas, dando así un ambiente pacífico y tranquilo al exterior.
Escuché un rugido proveniente de mi estómago. Llevaba más de seis horas despierto sin probar bocado. Bajé a la cocina. Eran las cinco de la mañana de un ansiado sábado, así que Tara seguiría dormida.
-*Kataplum* - un ruido metálico salió de la cocina.
Corrí lo más rápido posible hacía la procedencia del sonido. La tenue luz del amaneces y una luz blanca iluminaban la estancia. En el suelo pude ver algunos objetos plateados y una figura opaca que se movía.
-¡¿T-Tara?!
*Narra Tara*
Me desperté en medio de la noche, tenía la boca seca y un fuerte mareo, lo cual era habitual en mí.
Cogí mis pastillas azules y me dirigí a la cocina iluminando el camino con "mi" nuevo móvil. Cogí un vaso de cristal del escurridor, secándolo un poco para que no gotease, y algo de agua fría de la nevera.
Noté en mi mano como mi móvil vibraba. Miré la pantalla... era un número desconocido.
Un escalofrío recorrió mi espalda, dejando tras de sí un imponente miedo. Retrocedí unos pasos. Mi pie se vio arrastrado hacia adelante y haciendo que cayera de espaldas.
No grité pero arrastré conmigo unos cuantos cubiertos. Estos cayeron al suelo destellando una luz plateada y causando un sonoro repiqueo metálico al chocar con la blanca baldosa del suelo.
Un fuerte dolor invadió mi cuerpo, mi brazo se posó sobre uno de los cubiertos. No veía bien a falta de una buena fuente de iluminación, pero noté como un color escarlata relucía en mi muñeca.
-¡¿T-Tara?! - era la voz de Eric.
Se acercó a mí rápidamente, se puso de rodillas y observó mi muñeca. La levantó y fue ahí cuando me di cuenta de que había cortado las venas de mi muñeca. Eric miraba asustado y paralizado como la sangre fluía rápidamente a través de mi muñeca para acabar el un charco sobre la blanca baldosa. Solté mi brazo de su agarre y busqué un trapo para detener la hemorragia.
Eric seguía estático, parecía traumatizado. Até con fuerza el trozo de tela alrededor de mi muñeca y me acerqué a él.
-¿Eric?
No respondió, ni tan siquiera se inmutó, parecía como si no me pudiese escuchar. Sus ojos estaban fijos en la nada y expresaban puro terror. Casi inconscientemente cogí su mano y me recosté sobre su hombro, como intentando comunicarme telepáticamente con él.
Este al fin reaccionó me miró a los ojos y largó un suspiro de alivio. Me rodeó con su brazo y posó su mentón sobre mi cabeza.
Tras unos minutos que nos sirvieron para tranquilizarnos Eric se levantó, cogió el teléfono fijo que se situaba sobre la encimera gris y tecleó a la ambulancia. Volvió a sentarse a mi lado, agarró mi muñeca, improvisadamente vendada y se intentó calmar.-Pronto se te curará - dijo con una triste sonrisa refiriéndose a mi herida.
Nos quedamos unos minutos en silencio, apenas cuatro o cinco. Empezó a escucharse de lejos la sirena de la ambulancia. Eric me ayudó a levantarme y nos dirigimos a la puerta.
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Manos Frías Corazón Caliente
Teen FictionTara: Ese chico no sabe que le voy a herir ni que el me va a herir a mi, ni siquiera sé cuales la razón por la cual "don perfecto y popular" quiere hablar con la solitaria huerfana que no ha visto en su vida. Eric: Esa chica... están misteriosa sie...