1 En la cuenta atrás

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*Narra Tara*

La madugada del último día. Sabía que Eric no me visitaría aquella mañana, tenía que aprovechar para terminar de recojer todo y sacar algunas fotos de mis lugares favoritos con mi vieja cámara. Abrí las maletas e introduje las últimas cosas que faltaban, deslicé la cremallera hasta cerrarlas y las guardé en el armario. Cojí la cámara de fotos entre mis manos y saqué una foto de mi habitación desde la puerta, de forma que se podía ver el patio a través de la ventana. Luego fui a la cafetería y repetí el proceso y por último la librería. Aproveché el buen día que hacía para ponerme a dibujar, si tambien me gusta dibujar, dibujé lobo aullando de tristeza, un pájaro volando fuera de su jaula y un ciervo herido por una flecha, pero que aún así se mantenía en pie. Aquellos dibujos representaban el valor, la libertad y la voluntad; el valor a seguir adelante a pesar de que tus ojos se nublen de lágrimas, la libertad que se gana cuando no te rindes y luchas con todas tus fuerzas y, por último, la voluntad de saber que tienes que luchar aunque tu cuerpo no pueda más, de que tienes que desafiar la lógica y obtener fuerzas de donde solo hay dolor.

*Narra Eric*

Tenía muchísimas ganas de ver a Tara tantas que aquella noche solo pude dormir tres horas, pero en ese tiempo planeé la tarde perfecta, tenía pensado que después de la condena de clase fuesemos a un sitio muy bonito. Tras una larga hora de química, donde lo único que hice fue poner cara de interes a lo que fuera que estubiese diciendo el profesor, llegó la odiosa clase de artes. No es que no me gusten las artes, es más me encantan, el problema era que me tocaba hacer un trabajo con el metomentodo de mi mejor amigo, Tomas.

-Tio te veo muy distraido, ¿qué te ronda el pajar?

-Nada, ¿por qué lo dices? - se hacercó a mi y me miró fijamente a los ojos como si fuera a leerme la mente.

-¿¡Una chica!?

-¡Mie**a! ¡La has jo**do! - malhablado de las narices.

-No tio es que Sara ultimamente está más pegajosa de lo normal - solté lo primero que me vino a la cabeza con actitud natural.

-¿Seguro? Anda tío cuentame la verdad, te juro que no diré nada ni juzgaré.

-Te digo la verdad - me miró con cara de "eso es otra trola" - ¡vale! - dije bufando - si es una chica.

-Lo sabía ¿como se llama?, ¿está buena?, ¿cuantos años tiene?, ¿ya la has morreado...? - preguntó a una velocidad de vértigo.

-Echa el freno. Se llama Tara, tiene los mismos años que yo y no me gusta, solo quiero ser su amigo, pero es de trato dificil.

-Ya veo... y que vas a hacer - puse una mueca de no tener ni idea - venga ya, no te hagas el inocente, tu tienes algo tramado.

-Bueno, verás, tenía pensado... - le expliqué mi plan y justo después de hacerlo sonó el timbre que indicaba la siguiente clase. En la cual tocaba literatura, así que aproveché para escribir un poema para Tara.

Si, puede que no seas perfecta
pero toda princesa tiene su poeta.

Quiero dibujar tu sonrisa,
quiero componer tu risa,
quiero ser tu luz,
quiero que seas tú.

Manos Frías Corazón CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora