Me entrego

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Después de probar el poder de la maldad y la crueldad, Amethyst se sintió llamada por la oscuridad en su interior, cada 4 años, el 29 de febrero, iba a visitar a su padre, manteniendo el secreto, notaba que por esos días sus poderes se hacían mayores tanto los buenos como los que no lo eran.

Había cumplido 8 años, estaba en la escuela, sentada de mala gana en su silla, su profesora se acercó a ella con interés.

-¿Qué te pasa Amy?.- así le decían todos sus conocidos.- te veo muy distraida.- Amethyst se puso la capucha de su saco ya que su cabello cambió de color, a ese rojo característico de su maldad, miró a su maestra directo a los ojos y de sus focos faciales salieron leves chispas que parecían llamas.

-Dejaré a Amethyst en paz.- dijo Amy para que luego su profesora lo repitiera.- me iré del salón y dejaré ir a los alumnos.- obedeciendo a las órdenes que le daban de forma mental, la educadora se dio la vuelta y salio del aula, no sin antes decir que sería un día libre para todos.

Los años fueron pasando, en su cumpleaños número 16, fue de nuevo a visitar a su padre, cuando entró a la celda se acercó al cuerpo de su padre, ahora que estaba consiente de sus capacidades, formó una gran llamarada con su mano, se situó encima de las cadenas e intentó fundirlas, pero en lugar de eso, las cadenas chisporrotearon, y en sus manos quedaron las marcas de las cadenas que intentaba dañar, cuando se apartó de allí, miró sus manos y notó que sangraban sin parar, un brillo de luz se extendió por sus palmas, cuando el brillo desapareció, las heridas no estaban sangrando pero sus marcas continuaron ahí.

-¿Qué pasa, papá?.- dijo gritando asustada.

-Son cadenas del infierno, el poder de la oscuridad no puede romperlas porque de eso mismo fueron hechas.- le tocó las palmas con ternura.- Pero bueno, te tengo un pequeño regalo, mi pequeña.- del bolsillo de unos pantalones que llevaba sacó una caja muy pequeña.- es lo único que tengo para darte.- puso sus manos en el pecho e insertó una de ellas en el interior, donde se supone debería estar su corazón, se escuchó que algo se quebraba dentro de él.- te entrego parte de mi corazón, ya que era la dueña de esa parte, pero el resto ya está comprometido con alguien mas, tu madre.- sacó su mano de la cavidad e introdujo un pedazo de algo que parecía carbón en la caja.- guárdalo bien, tal vez algún día se convierte en una joya.

Las lágrimas caían por las mejillas de ambos, pasaron un tiempo juntos, pero sintieron que desde afuera de aquella celda se escuchaban unas voces muy masculinas.

Dos hombres altos, musculosos y sin camiseta , mostrando imponentes alas negra, entraron por la puerta de aquella celda, inmediatamente Amethyst pensó en que no podía ser vista, los hombres se acercaron al lugar donde ella estaba escondida.

-Aquí hay algo raro Casius.- dijo uno de los hombres, era de piel morena, cabello que le llegaba a los hombros, de color castaño claro y sus ojos eran rojos como la sangre, que guapo era.- me parece que percibo un olor extraño en el lugar, es como una mezcla entre... demonio... También ángel... y ¿vainilla?.- Amethyst contuvo una risa al escuchar eso.

-¿escuchaste eso, Dominic?.- al decir esto salió de su boca una risa tonta, al parecer el que controlaba la situación era Dominic porque al escuchar como su compañero se burlaba, le dio un fuerte golpe en su cabeza.- ¿por qué has hecho eso, Donny?.- Casius hablaba lento para no alterar más a su compañero.

-Callate Casius, tal vez aun siga aquí.- aun con su invisibilidad, sentía que Dominic estaba muy cerca de ella, cuando estaba a punto de olfatearla con la naríz, se escuchó cómo los llamaba alguien desde afuera, aun cerca dijo a la nada.- te salvaste esta vez... pero la próxima no será tan fácil, y así ambos demonios se fueron con sus lindos rostros, hermosos cuerpos pero mal carácter.

Damian miraba por toda la habitación para poder saber donde estaba Amethyst, después ella se quitó su invisibilidad.

-debes irte de inmediato, hija- le dio un tierno beso en su frente y la obligó al salir por el portal, pero no sin antes darle un gran abrazo y recordarle que guardara muy bien el pedazo de corazón que le pertenecía.

Cuando llegó a su casa en la dimensión humana, se cerró el portal, bajó las escaleras y allí estaba su madre, sentada en una silla al lado del comedor. Galicia comenzó a decir.

-¿Donde has estado?.- su voz tenia cierto grado de preocupación.- dímelo por favor.

-no puedo decirtelo madre.- Amethyst se sentó a lado de su madre, puso sus manos encima de la mesa e inmediatamente su madre la agarró para poder visualizar bien las cicatrices que tenia en las palmas.

-¿Qué me escondes, Amethyst?.- su voz iba subiendo, pero cuando Amy miró su rostro pudo notar que Galicia no había envejecido ni un día.

-mmm...- intentó ordenar sus ideas, hasta que sin tapujos pudo decir.- veo a mi padre cada 4 años el día de mi cumpleaños.- estaba temerosa de la respuesta que iba a obtener, sin embargo su madre empezó a llorar.

-¿cómo lo haces?.- preguntó confundida.- pensé que no sabrías usar tus poderes- dio un largo suspiro.- ¿y cómo está él?....

La Criatura Del Poder {Tom Hiddleston}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora